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leire pérez
Miércoles, 3 de junio 2020, 07:40
La plataforma de afectados en Bizkaia por el cierre de la cadena de clínicas dentales Dentix ha dado un ultimátum a la firma. Si mañana las sucursales no han abierto sus puertas, los clientes se echarán a la calle a lo largo de este mes. En un principio, el colectivo vasco había convocado concentraciones en las tres capitales para este sábado, pero finalmente ha retrasado la cita porque quiere que su protesta adquiera mayores dimensiones y está contactando con damnificados de otros puntos para organizar «concentraciones masivas».
Además, el próximo lunes remitirán un burofax a la financiera que trabaja con las clínicas para avisarle de que dejarán de costear las cuotas de los tratamientos. «Se trata de un crédito al consumo y no pagaremos si no recibimos un servicio. Y nos tendrán que devolver el resto del dinero que hemos entregado», explica el portavoz de la plataforma vizcaína, Álex Cerdeño.
«Están queriendo ganar tiempo y darnos esperanzas para que no reclamemos», asegura Cerdeño ante el anuncio de la entidad de acometer un plan durante la desescalada para abrir paulatinamente las delegaciones cerradas. «Estamos haciendo todo lo posible. Ya están 55 clínicas en funcionamiento y una de ellas, para urgencias, en el barrio bilbaíno de Santutxu. Estamos cumpliendo el plan prometido y abriremos otro medio centenar», afirma Diego Hernández, director de Marketing de Dentix. Pero puntualiza que volver a la «nueva normalidad está siendo complicado». «Estamos desinfectando los locales, haciendo acopio de EPIS, pero lleva su tiempo y hay desabastecimiento», argumenta.
Los clientes, mientras tanto, denuncian la falta de información y que no obtienen respuestas de los especialistas. Ni siquiera por teléfono. Los casos son de lo más diverso. «El afectado es mi padre», relata un joven que se ha puesto en contacto con EL CORREO. «Tiene contratado un tratamiento de cerca de 20.000 euros. Le iban a colocar ocho implantes, pero sólo le han puesto los tornillos, le faltan las piezas», detalla su hijo. La clausura de la clínica de Barakaldo a la que asistía fue tan precipitada que tuvo que recurrir a Osakidetza para que le quitasen los puntos y todavía padece «dolores». «Comer una pera un poco madura ya es un suplicio», relata su progenitor.
Cerdeño, impulsor de la plataforma, afronta por su parte el pago de 2.200 euros por un tratamiento del que únicamente le han completado el 15% de lo pactado.
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