El aeropuerto encarrila después de 5 años la obra estrella para descongestionar sus parkings

La iniciativa, que permitirá aumentar en 565 plazas la infraestructura ubicada frente a la terminal y aliviar así algunos momentos de tensión que se dan de forma puntual por la alta ocupación en determinadas fechas, comenzó a proyectarse en 2018. En aquella primavera, se produjo una saturación de los estacionamientos al coincidir las vacaciones escolares en el sur de Francia con la semana de Pascua, lo que provocó un aluvión de clientes en un espacio muy corto de tiempo. Hubo que cerrar accesos y desviar el tráfico hacia la zona industrial, entre otras medidas.

Fue entonces cuando Aena, la sociedad que gestiona los aeródromos públicos españoles, decidió poner en marcha un plan de contingencia para evitar que este lleno total volviera a suceder. En este marco, la ampliación del citado P1 era la medida estrella. Los propios ingenieros de Aena se encargaron de buscar una solución relativamente sencilla para que el proyecto fluyera lo más rápido posible. La propuesta era aprovechar la azotea como una planta extra y ganar así un 20% más de capacidad con respecto al total de plazas de las que entonces disponía Loiu (unas 3.000).

Los cálculos estructurales y del coste de los materiales del recrecido del P1 se llevaron a cabo un poco antes del coronavirus (el proyecto básico se entregó el 5 de marzo de 2020). De esta forma, se pensó que con 7 millones sería más que suficiente para elevar una altura el edificio diseñado por Santiago Calatrava y habilitar varios ascensores y ocho núcleos de escaleras para conectar el espacio de nueva construcción con el resto del parking, así como un acceso rodado nuevo y directo desde el vial principal.

Todo parecía ir sobre ruedas, pero la irrupción del Covid-19 hizo que en los despachos del aeropuerto de Bilbao se detuviera prácticamente toda actividad administrativa que no estuviera relacionada con la pandemia. Los esfuerzos se centraron entonces en intentar reflotar 'La Paloma' ante una situación inédita: hubo días en los que no se operó ni un solo vuelo. El tráfico cayó de forma dramática y no había luz al final del túnel. No tenía sentido invertir una fuerte cantidad de dinero en la ampliación de un parking de un aeródromo que en ese momento recibía cero pasajeros.

En el otoño de 2021, pasadas las primeras oleadas del coronavirus, en otro contexto ya más optimista, se retomó el plan de ampliación. El problema fue que, para cuando se convocó el concurso (en noviembre), los cálculos económicos habían quedado obsoletos. Estas estimaciones se revelaron aún más desfasadas cuando tres meses después, en febrero, estalló la guerra en Ucrania. El enfrentamiento bélico a las puertas de la Unión Europea acentuó la crisis energética e inflacionista. Ninguna compañía se presentó a la convocatoria. Las constructoras no querían arriesgarse por un tajo cuyo presupuesto estaba por debajo de mercado. Algo que en ese 2022 sucedió en Bizkaia con otras 76 obras públicas de cierto calado.

Aena se tuvo que dar por vencida y anunció que reharía los pliegos del contrato para adaptarlos a la nueva realidad. En abril, el aeropuerto aumentó en dos millones el presupuesto (un 28%) de la obra y lanzó un nuevo concurso. La convocatoria ha sido ahora adjudicada a Contratas Vilor por un importe muy cercano a los 9 millones previstos (la sociedad que gestiona el aeródromo de Bilbao se ahorrará menos de 100.000 euros).

Por delante quedan ahora 18 meses para que la ampliación sea una realidad. El aeropuerto ha crecido de manera espectacular en este 2023 y se espera que cierre el año por encima de los seis millones de pasajeros, lo que supondría un récord histórico. Con todo, la buena noticia es que parte del incremento de demanda de los parkings ha sido reabsorbida por dos obras que eran secundarias en el plan original pero que sí se han ejecutado. Se trata del Bloque Técnico, que ha permitido dejar en el P1 hasta 250 garajes libres por el traslado de los coches de los trabajadores al nuevo edificio, y el relativamente nuevo estacionamiento al aire libre 'low cost' (el que se ubica a mano derecha en la carretera de acceso a la terminal), que ha aportado otras 180 nuevas plazas.