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Cuesta 120.000 euros y es increíblemente real. Son tres pantallas gigantes que envuelven a un coche descapotable de plástico duro. Al automóvil no le falta detalle: embrague, freno, acelerador, retrovisores, limpiaparabrisas, freno de mano, claxon... El vehículo se mueve e incluso pega un respingo ... si uno se choca o mete la marcha equivocada. Se trata del nuevo simulador que el aeropuerto de Bilbao ha comprado para que sus trabajadores puedan practicar y sacarse el carné de conducir especial que se requiere para manejar coches y camiones en el campo de vuelos del aeródromo.
Hasta la fecha, los empleados hacían prácticas y se examinaban en la vida real, lo que obligaba a poner un cuidado extremo. Hay que tener en cuenta que un avión de pasajeros al uso (un 'Airbus 320', el más común de los que recalan en Loiu) cuesta más de 70 millones de euros. Una colisión contra su fuselaje puede provocar pérdidas millonarias y un lío operativo tremendo.
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Ahora, con el simulador activo, ya no habrá un solo conductor novel en las pistas. «Es una mejora importante porque nos permite dotarle de una mayor seguridad al campo de vuelos», explica el director de Loiu, Iván Grande.
El simulador ha sido construido por la empresa gipuzcoana Lander. Estuvieron varias semanas tomando datos y grabando imágenes de la zona de los 'fingers' (pasarelas de embarque) y de las pistas. El resultado es fabuloso. Los aviones están recreados con todo lujo de detalles. Incluso los montes que rodean el valle del Txorierri están perfectamente perfilados.
La práctica comienza junto a la terminal. Conducimos un coche de señaleros. Se trata de un oficio que consiste en guiar a los aviones cuando aterrizan hasta zona segura. Llevamos unas luces y hasta una sirena. También debemos controlar un rótulo luminoso que va dando indicaciones a los pilotos. Y, además, hay que estar atento a la radio para hablar con la torre de control. Vamos, que no es tan fácil como parece.
«En teoría, para conseguir el certificado sólo hace falta tener el carné normal de conducir pero la experiencia nos dice que no resulta tan sencillo aprobar porque hace falta saber muchas cosas que no enseñan en las autoescuelas comunes», dice el director. Y es cierto, porque, aunque muchas señales son iguales, hay normas muy específicas, como por ejemplo conocer por qué vial puedes meter el coche o no.
Circulamos en segunda marcha a 30 kilómetros por hora. El simulador se mueve ligeramente y la sensación es muy envolvente. A punto estamos de chocar con un coche de servicios porque hemos ido un poco apurados en un ceda.
Jesús, responsable del Departamento de Operaciones de Loiu, hace las veces de instructor y controla el simulador desde un ordenador. «Ahora vamos a ponerlo un poco más difícil», dice. Comienza a tronar. Los limpias no dan abasto para repeler el agua que cae a chuzos de punta. Y se ha hecho de noche. Además, ahora hay niebla. «No vemos nada, ni siquiera dando las largas. El desastre es inevitable: chocamos contra un cartel a pie de pista. Algo así en la realidad habría provocado, seguro, el cierre del aeropuerto y la pérdida de mi carné especial aeroportuario. Este certificado tiene 20 puntos y se van descontando en función de las infracciones e incidentes. Se hacen recurrentes controles de alcoholemia, por ejemplo. «Los aeropuertos fuimos pioneros en establecer el carné por puntos», concluye el director de 'La Paloma'. Si pierdes todo el crédito, te quedas un año sin poder renovar el certificado y durante ese tiempo no puedes trabajar.
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