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Javier y Naiara tuvieron que pagar la comida que dejaron en la mesa. A. H.
La advertencia a unos clientes de un restaurante del Ballonti tras el aviso de bomba: «Sin pagar no os podéis ir»

La advertencia a unos clientes de un restaurante del Ballonti tras el aviso de bomba: «Sin pagar no os podéis ir»

Sábado, 22 de junio 2024

Cuando Javier y Naiara se disponían a abandonar el local, la misma mujer que les apremiaba a irse les advirtió de que «antes» tenían que pasar por caja. «Sin pagar no os podéis ir», les soltó. «Y sin comer, tampoco», respondieron, indignados. El matrimonio se ofreció a dejar sus DNI y regresar al día siguiente a abonar la factura, pero les insistieron en que pagaran la comanda. «Hemos tenido que esperar un rato. Teníamos a cinco por delante». Javier reconoce que no le gustó el gesto, pero entiende que «no lo hizo a mala fe. Igual si no nos cobra, se las tiene que ver con el jefe. Ha sido una circunstancia que nos ha superado a todos», comprendía. «Cuando ya nos íbamos, sacaban cajas para poder llevarse la comida».

El aviso de bomba se produjo este sábado por la tarde. Una voz distorsionada al otro lado del auricular que alertó de la colocación de un artefacto explosivo obligó a desalojar a cientos de clientes del centro comercial Ballonti, ubicado en Portugalete. El hecho de que la comunicación estuviese manipulada hizo sospechar a la Ertzaintza, que dio credibilidad a la amenaza de bomba y desplegó a varias de sus unidades.

También se movilizaron Policía Municipal, Bomberos y ambulancias, se acordonó la zona y se cortaron los accesos a una de las grandes superficies con más tirón de la margen izquierda. Cientos de personas, entre dependientes y público, fueron evacuados del complejo y se concentraron en grupos en los aledaños, algunos de pie detrás del cordón policial, otros sentados en bancos...

La alarma había saltado unos minutos antes de las cuatro de la tarde, a la hora de la comida de un sábado, el día de la semana con mayor asistencia. Había colas para sentarse a la mesa en los restaurantes de la segunda planta. «Por megafonía han avisado de que por motivos técnicos había que desalojar el edificio, pero que no se podía bajar al parking a por los coches», explican Javier y Naiara, una pareja de Santurtzi que en ese momento se disponía a comer en el Foster.

Justo les acababan de servir la costilla con patatas y el plato combinado que habían pedido. Se habían sentado en la terraza exterior. «Pero ahí se ha quedado. Al minuto ha salido una chica diciendo: 'por favor, hay que irse ya. Todos fuera'». La insistencia con que la empleada les animaba a evacuar la gran superficie les preocupó. «¿A ver si va a haber un tío de Al Qaeda con una ametralladora pegando tiros por el centro comercial? Con los tiempos que corren...», reconocía Javier, en el exterior del complejo, en un ambiente ya más relajado. «Lo primero es salvar el pellejo».

«Gente llorando y corriendo»

En otra punta del cordón policial, sentados en el poyete de un establecimiento, se juntaron los cerca de una treintena de empleados del supermercado Eroski, con sus llamativos chalecos rojos. «Yo estaba en el almacén sola y cuando me han avisado de que saliera corriendo, me he alarmado. Nunca había vivido una situación así», confesaba Andrea, de 22 años. La joven vio a gente «llorando», algunas familias con niños «muy preocupados» y a otros mirando para atrás mientras avanzaban apresurados. «Antes esto era lo más típico», le comentó una compañera más mayor, en referencia a los tiempos del terrorismo, en los que las amenazas de bomba eran frecuentes. «He visto la cara de preocupación de los responsables y me he asustado», admitía.

Fotos: Luis Calabor
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«Un señor me decía que tenía pescado en la bolsa. 'Déjalo ahí y sal'», le indicó uno de los dependientes. Muchos salieron sin sus bolsos, teléfonos móviles ni ropa. El desalojo se prolongó durante varias horas. Hubo un momento en que se puso a llover y a medida que avanzaba la tarde la temperatura bajó y la gente comenzó a ponerse nerviosa.

Los agentes de una furgoneta de los Bizkor, Patrullas de Respuesta Inmediata (PRI), especializados en intervenciones con armas, se colocaron los cascos. Agentes con perros adiestrados en detección de explosivos accedieron al centro comercial, donde se ubican además una gasolinera y un parking lleno de vehículos, para descartar riesgos.

Se instaló un puesto de mando avanzado y durante la tarde fueron entrando uno a uno con responsables de cada comercio para revisar de manera minuciosa las instalaciones. También se controlaron las matrículas de todos los coches estacionados en el parking. Finalmente, a las nueve de la noche se confirmó que se trataba de una falsa alarma. Ballonti envió un mensaje anunciando a sus clientes que podrían sacar sus vehículos hasta la una y media de la madrugada o ya, hoy, a partir de las nueve de la mañana.

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