Ana María Anguita, a la derecha, entrega una bolsa de almendras a una clienta. Yvonne Irutgaiz

Adiós a las almendras garrapiñadas de Indautxu

Ana María Anguita bajará el sábado la ventanilla de su pequeña tienda de dulces en la que vende desde hace 44 años chuches, juguetes y su producto estrella

Jueves, 26 de enero 2023, 01:41

Las famosas almendras garrapiñadas de Ana María Anguita, todo un clásico bilbaíno, están a punto de extinguirse. Tras casi medio siglo de vida, el popular comercio de Indautxu cesará su actividad el próximo sábado. Será el último día que trabaje antes de dar paso a ... Kento, una empresa valenciana especializada en la elaboración de comida japonesa para llevar. La dueña empezó a trabajar junto a Antonio, su padre, con solo 18 años. Ahora tiene 62 y muchas ganas de «prejubilarse».

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Durante 44 años ha hecho inmensamente feliz a una clientela incapaz de resistirse a probar sus almendras azucaradas, aunque también prepara bolsitas de cacahuetes y pipas. «¿Dónde hay otro sitio como éste?», pregunta Javier Ardanaz desde la ventanilla -desde donde compra casi todo el mundo- que da a Alameda Urquijo. Cuenta que él, al padecer «problemas de azúcar», no puede probarlas, pero que su mujer empezó un día «y se picó». «Es ella la que se las come», aclara.

¿El secreto? «Se elaboran artesanalmente y las preparo con agua y un 'bañito' de azúcar»

Ana María aclara que hay otro establecimiento parecido al suyo en el Casco Viejo, pero «no las hacen como yo», explica sin soltar prenda sobre la fórmula secreta de un producto que ha endulzado los paladares de miles de bilbaínos. Se limita a comentar que las prepara con agua, almendras y azúcar. «La almendra lleva únicamente un bañito de azúcar y por eso sientes que es almendra. En otros sitios queda como granizada», detalla. No parece haber más secreto. Pero a Natalia, una clienta de toda la vida, se le escapa un «'ay'» delator. «Yo venía con mi abuelo a comprar garrapiñadas todos los fines de semana».

Napolitanas de chocolate

Hay quien se lanza, en cambio, a por las napolitanas de chocolate, también elaboradas artesanalmente, y quien, simplemente, se detiene en la ventanilla a comentarle a la propietaria sus «problemas de rodilla. Al final, muchos acaban siendo casi como de la familia», se sincera Anguita.

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No deja de ser curioso que uno de los comercios bilbaínos más populares carezca de nombre. Empezó llamándose Confituras Fernando, nombre del hermano de Ana María, antes de ser conocido como Don Croissant. Después, ya nunca más volvió a tener nombre. Hoy todo el mundo conoce este negocio como 'la tienda de las almendras garrapiñadas'.

Durante muchos años Ana María abría incluso los domingos, hasta el punto de sentirse «culpable» por el cierre. El local presenta casi el mismo aspecto de siempre, aunque se ha retocado en tres ocasiones. El exterior, fachada y ventanillas incluidas lucen igual desde su fundación, lo que acentúa su encanto 'vintage', que se perderá en apenas dos días. Hasta entonces pocos podrán sustraerse al embriagador olor que despide el cuenco en el que Ana María calienta a todas horas agua con azúcar. «Me da mucha pena, pero ha surgido la oportunidad de alquilar la tienda y quiero aprovecharla».

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