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pello zupiria
Lunes, 2 de septiembre 2019, 00:14
El euskera ha sobrevivido durante siglos gracias a su capacidad de superar varias adversidades, entre las que destacan la prohibición y la persecución. Hoy en día, cuando cuenta con estatus de idioma oficial y más de la mitad de los residentes de la comunidad autónoma ... lo conocen, se enfrenta al que quizás es el reto más difícil para garantizar su supervivencia: el uso que le dan los hablantes. Según la última encuesta sociolingüística realizada por el Gobierno vasco, en colaboración con el Ente Público del Euskera y el Ejecutivo navarro, un 63% de los habitantes de la CAV se comunica únicamente en castellano, frente al 13% que lo hace sólo en lengua vasca.
El rompecabezas de los agentes sociales que trabajan para la perduración del idioma es qué hacer para que no desaparezca y sea utilizado y transmitido a las siguientes generaciones. Una propuesta interesante son los barnetegis familiares que ofrece AEK, donde padres e hijos se internan durante dos semanas con el único objetivo de aprender y hablar euskera entre ellos. El único de Bizkaia está en Forua, al lado de Gernika.
Los gasteiztarras Ilari y Laura son una de las parejas que han decidido sumergirse junto a sus hijas gemelas, June y Nora, de cinco años, en el reto de hablar sólo euskera durante su estancia. Laura estudió de pequeña en una ikastola de Donostia, pero con diez años se mudó a la capital vasca y perdió el «contacto» con el idioma. Con el tiempo se le olvidó buena parte del léxico que había interiorizado, pero nunca dejó de lado la intención de seguir aprendiendo, y al formar una familia, se dio cuenta de que quería que «la comunicación» con sus hijas fuera en esa lengua. Su marido, Ilari, no tomó clases hasta los treinta. Se apuntó a un euskaltegi para hacer un curso intensivo y sacarse el título necesario para su trabajo, pero el euskera le sedujo. «Iba a la academia muy a gusto. Luego hubo un tiempo en que lo abandoné un poco, no lo usaba. Pero me daba pena perderlo una vez realizado ya el esfuerzo. Las pequeñas estudian en la ikastola, pero entre ellas y entre las amigas no hablan en euskera. Ahí decidimos que teníamos que intentarlo. Queremos ser un ejemplo para ellas», explica.
Ambos aseguran que no se han apuntado para aprender. El objetivo es otro, cambiar las hábitos lingüísticos. «Nosotros teníamos claro qué queríamos conseguir viniendo aquí. Llevábamos tiempo pensando en hacer algo, pero teníamos claro que la manera más eficiente era esta, porque es muy difícil cambiar de costumbres de un día para otro, y con el ajetreo del día a día aún más. No sé si he aprendido mucho, pero desde luego he soltado el nudo que tenía», relata Laura.
Otros ocho adultos y catorce niños han compartido la experiencia junto a ellos este pasado agosto. Por las mañanas los mayores asisten a cinco horas de clase, mientras que los menores juegan y realizan actividades bajo el cuidado de dos monitores de tiempo libre. «Para ellos esto es como un campamento, pero con padres», cuenta la pareja. «La convivencia ha sido excelente. Todos teníamos ganas de que saliesen bien las cosas, y así ha sido. A los pequeños les ha costado más hablar en euskera entre ellos, pero poco a poco lo están consiguiendo», prosiguen.
A Ilari lo que más le preocupaba era «volver a las clases», pero como se trata de fomentar el uso de la lengua, son las actividades de fuera de clase las que más importancia tienen. «Hacemos excursiones. Hemos ido a Sukarrieta, al bosque de Oma, al mercado de Gernika... Los días se pasan muy rápido», detalla. Nerea Rodríguez, profesora de euskaltegi, participa por tercera vez en los barnetegis familiares, y asegura que es «el método más efectivo para fomentar el uso y la transmisión». «Cambiar de registro cuesta mucho, pero se les explica de antemano en qué va a consistir, y vienen mentalizados. Todas las actividades están diseñadas para impulsar la comunicación entre padres e hijos. Pero tienen que venir aprendidos de antes, sino es imposible», relata. Para la profesora, es un método que está sin explotar, «quizás por falta de información». «Debido a la convivencia, se cosechan amistades que luego perduran. Y lo importante es que se han conocido en euskera, por lo que seguirán utilizándolo cada vez que se vean», concluye.
63% de la sociedad vasca se comunica sólo en castellano, frente al 13% que lo hace únicamente en euskera, por lo que el reto de los agentes que trabajan por garantizar la supervivencia del idioma es impulsar el uso y la transmisión familiar.
Falta de información Los profesores de los barnetegis familiares opinan que es «uno de los mejores métodos para impulsar el uso del euskera». De todas formas, sienten que está sin explotar, «quizá porque son poco conocidos».
Amistades Las familias conviven durante doce días en la misma casa. Se reparten las tareas diarias, realizan excursiones y disfrutan del tiempo libre juntos, por lo que muchas veces se forjan amistades en euskera.
Dinámico Aunque durante la estancia los adultos tengan que acudir a clases diarias de cinco horas, el método es más dinámico de lo que suele ser en las academias, y las excursiones son las actividades más importantes.
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