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«La droga ha penetrado profundamente en nuestro pueblo. Por débil que sea la sensibilidad del observador, nadie podrá negar que este problema constituye uno ... de los peores males de nuestra sociedad, una tragedia que mina a nuestra juventud y, por lo mismo, cae como una sombra de muerte sobre el futuro y la supervivencia de nuestra comunidad». Así arrancaba la declaración fundacional de Etorkintza. Era 1984 y la heroína y el VIH hacían estragos. Cuatro décadas después, la entidad sigue ayudando a los vizcaínos con adicciones. Y lo hace, reconoce su presidente, Juan Pablo Aia, en un escenario en el que los estupefacientes no tienen «ese impacto social» de los 80, pero que es «muy grave» por la «diversidad» de drogas y el «acceso a edades más tempranas».
- ¿Cómo nació Etorkintza?
- Fue en diciembre de 1984 y fue casi una acción espontánea de un grupo de personas, siete personas que, por responsabilidad como ciudadanos de este pueblo, tenían que dar una respuesta a la amenaza de las drogas, que estaba causando estragos en la sociedad vasca.
- Han pasado 40 años. ¿La droga es un problema social tan grave como entonces?
- Entonces lo que causó es mucho impacto social. Era lo que llamaron la pandemia de la heroína, que se habla de una generación perdida, porque apareció también el VIH, que entonces no tenía cura. La combinación de ambos tuvo unas consecuencias fatales. Hoy en día es distinto, la problemática es distinta, no tiene ese impacto social, pero es muy grave. Se complica muchísimo porque hay más diversidad de drogas y el acceso es muy fácil, incluso económicamente, y a edades más tempranas.
- Se ve menos.
- Claro. Ahora no tenemos esa visión de gente con la jeringuilla en el suelo. El problema es distinto, pero muy grave, porque va asociado a problemas de vulnerabilidad y de salud mental.
- ¿Han desaparecido las jeringuillas?
- Siguen, pero menos. La heroína ha quedado de alguna manera desplazada por otros consumos.
- Ha cambiado el mercado.
- Y es muy variado. Aquí llegan más problemas con cocaína y sustancias similares, se ha exponenciado ese consumo, y lo del cannabis es tremendo, es un consumo que, igual que el alcohol, parece que se ha normalizado.
- Más del 60% de los vizcaínos que el año pasado tuvieron un brote psicótico fumaban porros.
- Nosotros tenemos en el patronato a Iñaki Eguiluz, que ha sido hasta hace poco jefe de Psiquiatría de Cruces, y nos dice que es tremendo, que ven jóvenes de 13 o 14 años, en un momento de formación del cerebro, que sabían que iban a tener problemas de salud mental por los consumos que hacían. Es la triste realidad.
- ¿Cómo se puede contrarrestar esa imagen inocua del cannabis?
- Como no hay ese impacto social que hubo ahí hace 40 años, pues parece que esto es más tibio, que no es tan grave. Uno de los objetivos clave de la celebración de este 40 aniversario es precisamente visibilizar el problema.
- ¿Y cómo? Porque la marihuana también tiene beneficios, y parece que están mejor asumidos en la sociedad que los problemas que puede generar.
- Se tiene que informar a la sociedad, generar ese debate social para hacer ver la realidad, y estamos en eso; era uno de los objetivos fundamentales que hemos tenido este 40 aniversario.
- En los años 80 está claro el perfil del usuario de Etorkintza. ¿Y ahora?
- Pues el más numeroso dentro de las adicciones es el alcohol. Sale en todas las estadísticas. El 80% de la sociedad consume y está muy normalizado. Y también se ve mucho la cocaína y sus derivados, que son las sustancias que más están dañando la salud mental.
- ¿Se está normalizando también esa droga?
- Sí. Es tremendo, porque se está asociando ese consumo a algo de éxito, cuando realmente es todo lo contrario.
- El acceso es cada vez más temprano. ¿Cómo puede consumir cocaína un chaval de 13 ó 14 años?
- Cocaína y sus derivados, pastillas, 'speed'... Parece increíble, pero consumen. En las discotecas corre la droga y el coste es mucho más accesible, y pueden encontrar además drogas más adulteradas, con lo cual hacen muchísimo mayor efecto a la salud y a la salud mental. Por eso una obsesión nuestra es apostar por la prevención y la detección precoz.
- ¿Están generando estas situaciones problemas de comportamiento?
- Por supuesto, y luego se manifiestan en la sociedad. Nosotros trabajamos muchísimo en temas de colegios, institutos... También en la calle, en las lonjas, en plazas... donde pisas la realidad y donde se detecta.
- ¿Han detectado consumos de fentanilo?
- Ahora parece que todo el mundo está con las alarmas con el fentanilo, pero es precipitado decir que está aquí. De momento, el fentanilo suena mucho más de lo que realmente está.
- ¿Cuánta gente ha pasado por Etorkintza en estos años?
- Hablamos de más de 200.000 personas. Los datos son abrumadores. Cada vez se trabaja más en proyectos transversales, porque hay un eterno debate que debe ser abordado ya por las administraciones públicas, que es el tema sociosanitario. ¿De quién es la competencia y quién lo paga? Porque los proyectos ya no van dirigidos al abordaje del tratamiento puro de la droga, sino que es muchísimo más amplio porque va directamente asociado a problemas de vulnerabilidad social y de salud mental.
- Si se deja a alguien que se ha desintoxicado en el mismo entorno, es posible que recaiga.
- Exactamente. A la persona no se la puede trocear; es clave para el éxito el tratamiento integral.
- ¿Y se tiene éxito?
- Se obtienen buenos resultados, aunque a veces son difíciles de cuantificar. ¿Cómo se mide que esa persona realmente esté recuperando su dignidad? Esa persona que ha caído en lo más bajo, porque la droga es una enfermedad muy cruel, y con una gran estigmatización porque la sociedad no quiere ver al drogadicto, al que asocia con delincuencia, con marginación...
- También hay adictos más invisibles.
- Sí, porque la enfermedad no tiene colores, ni tiene capas sociales, ni tiene nada. Requiere la implicación de absolutamente toda la sociedad, porque afecta a todo el mundo.
- Hace años, o salías de la droga o te morías. Ahora los toxicómanos acaban en residencias de mayores y, en algunos casos, con problemas de salud mental...
- Efectivamente. Y es cierto que tenemos un perfil de personas con problemas de una edad más avanzada, porque antes la combinación con el VIH era un certificado de defunción. Es muy importante trabajar el tema de la salud mental, para que estas personas lleguen menos deterioradas.
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