Carlos Olabarri

Director de la Comisión de Prevención de Abusos de la Diócesis

«Es mucho más doloroso cuando los abusos los comete alguien que dice representar a Dios»

– Se han reunido con 50 víctimas que han señalado a 34 abusadores. ¿Es lo que esperaban?

– Es difícil. No esperaba nada y esperaba todo. Teníamos la percepción de que no somos distintos a nadie y que también aquí habrían ocurrido casos de abusos sexuales a menores.

– En una de sus primeras entrevistas dijo que los abusadores tienen que saber que esto se va a conocer, pero se echa en falta más concreción sobre quiénes perpetraron esos actos.

– Uno va viendo que es importante no defender a los abusadores, pero sí defender a las víctimas, que muchas veces no quieren que haya una identificación muy concreta ni de las fechas ni de los lugares, porque entienden que eso les puede identificar. Llevan mucho tiempo sintiéndose culpables de lo que pasó, que es una cosa que a mí siempre me duele mucho pensar, y eso les lleva a que no quieren que sepa muy concretamente en qué lugar pasó.

– Pero muchas sí quieren que salga a la luz todo.

– Las víctimas tienen todos los datos de la investigación, pueden hacerlos públicos.

– ¿Las autoridades de otras épocas no sabían nada?

– En el Seminario hay un hecho, y es que uno de los abusadores fue enviado a Ecuador. Eso nos lleva a pensar que fue enviado porque se sabía algo. En otros casos, no. Incluso ha habido casos de víctimas, amigos que han descubierto ahora que fueron abusados por la misma persona. Y no tenemos constancia de más traslados.

– ¿Cómo pudo pasar algo así en el lugar en el que se forma a quienes van a transmitir la palabra de Dios?

– Para mí es incomprensible no solo en el seminario. Es incomprensible que alguien que un día dijo que sí a servir a Dios y a la comunidad, alguien que dijo que sí quería entregar su vida por los demás, y especialmente a los más débiles, haya podido hacer esto.

– Tenían una autoridad moral muy grande.

– Y, de alguna manera, es mucho más doloroso cuando estos abusos los comete alguien que dice representar nada más y nada menos que a Dios. No es que yo piense así, pero en un momento determinado se pensaba que el cura era el representante de Dios, de un Dios que decimos que es bueno, que protege a los débiles, que está al lado de los que sufren; pero esa persona, a ti que eres débil, que eres pequeño, te hacía daño.

– En la rueda de prensa ha dicho que «hay víctimas que no quieren saber nada de nosotros». ¿Es posible restablecer la confianza?

– En primer lugar, yo eso lo digo desde la comprensión absoluta. Yo entiendo que haya alguien que no quiera acudir a nosotros. La forma de mostrar que somos gente en la que se puede confiar es precisamente esta, que vean que hay un trabajo serio, que hay un trabajo de cercanía, que se les cree, que no se pone en duda lo que están diciendo y que se va a hacer todo aquello que sea necesario para de alguna manera sanar esas heridas.

– Además de sanar, ¿contemplan alguna reparación económica?

– Las víctimas nunca nos han pedido dinero. Es más, muchas de ellas rechazan expresamente recibir dinero; su dolor es tan grande y tan profundo que les parece sucio recibir dinero. Hablo de las víctimas con las que yo he tenido contacto, no de todas. En la Diócesis, en cierto modo, se está llevando a cabo dando terapia gratuita. Estamos prestando todo tipo de ayuda psicológica. No es algo que hayamos contemplado.

– La Fiscalía General del Estado señala al Obispado de Bilbao como uno de los que no ha contestado a su requerimiento de información.

– Cuando la Fiscalía hace este comunicado, el viernes pasado, es cierto que no habíamos remitido la comunicación. Lo hemos hecho durante esta semana. ¿Qué es lo que ha pasado? Bueno, pues básicamente que nosotros tenemos un contacto muy estrecho con la Fiscalía Superior del País Vasco, que tiene un perfecto conocimiento de los expedientes en los que trabajamos. Como estábamos preparando la memoria de actividad, se nos fue un poco el tiempo, pero esta misma semana se ha remitido