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«Si yo tuviese que diseñar ahora Zorrozaurre, daría más espacio a la actividad económica y menos a las viviendas». Con esta declaración de intenciones, el alcalde de Bilbao concretó ayer su idea de ciudad en una charla mantenida con el exregidor Josu Ortuondo ... sobre la transformación urbana. Con más profundidad que la empleada hasta ahora en la presentación de los presupuestos o en el propio debate sobre el estado de la villa, Juan Mari Aburto ‘se mojó’ en algunas operaciones estratégicas y cuestiones sensibles. En la futura isla de Zorrozaurre, anunció «un gran proyecto vinculado al conocimiento en el edificio de la papelera», en línea con su apuesta por combinar formación especializada y empleo, aunque evitó desvelar más detalles. En principio, podría presentarse en enero.
Aburto dejó dos ‘perlas’ más en la conferencia, moderada en el Euskalduna por el ingeniero de caminos y Premio Nacional de Urbanismo Miguel Aguiló. Confesó que le parece «horroroso» el cambio peatonal de la calle Ledesma, donde han proliferado las terrazas. Pese a ser usuario, dijo que ese paisaje provoca en los vecinos la sensación «de acoso de la hostelería». De nuevo, insistió en que la peatonalización de Iparraguirre, cuestionada en el vecindario, no tiene nada que ver con eso. A él, dijo, el modelo que le gusta es el de Ercilla.
La segunda píldora la colocó en la operación urbanística que se va a desatar con la construcción de la estación subterránea de Abando. Dijo que no ha querido «pasar a la historia» como el alcalde que, por andar con prisas para acelerar la llegada del TAV, dejaba sin soterrar la trinchera de vías. Ha preferido esperar «dos o tres años» más para amarrar un proyecto que conlleva poner fin a esa barrera entre Abando y Bilbao La Vieja. En un momento en el que avanzan las conversaciones con Fomento, dejó caer que en la zona se podrían levantar 1.200 viviendas.
Hasta ahora, los estudios previos manejaban una horquilla de 887 a 1.370 pisos. Parece que la operación inmobiliaria se va concretando. Con esas viviendas, Aburto se mostró confiado en atraer a nuevos habitantes a la ciudad para compensar su progresiva pérdida de población y envejecimiento. Reconoció que la demografía es «un reto»y que Bilbao debe corregir la tendencia regresiva -hoy está en 342.000 vecinos, 12.000 menos que en el año 2000-, pero «nunca ir» hasta las 500.000 personas.
Aburto aboga por «seguir avanzado» cuando le preguntan «qué mas hay que hacer» en Bilbao. «Me dicen alcalde continuista. Pues claro, con mucho orgullo. Continuista de Areso, Azkuna y Ortuondo», declaró ayer sobre sus predecesores desde 1991. Ortuondo fijó la recuperación en cuatro pilares: el Concierto que rescató Alfonso Basagoiti, los pagarés forales de José Alberto Pradera, los planes de reconversión de Jon Azua y el pacto PNV-PSE que alumbró Bilbao-Ría 2000.
«Si viene gente a estudiar, más de uno y de dos se quedarán a vivir entre nosotros», declaró Aburto, que confía en que esa ‘repoblación’ aflore en Zorrozaurre, donde están previstas 5.500 viviendas. En todo caso, son menos que las proyectadas en el Master Plan de Zaha Hadid de 2004. En ese «nuevo Ensanche», renovó su apuesta por la creación de una ciudad tecnológica y el proyecto de emprendimiento As Fabrik, del que recordó que una de sus patas es la «formación universitaria», desarrollada por la Universidad de Mondragón.
Para el alcalde, Bilbao debe afrontar también «el reto universitario», tras ver cómo la UPV «se nos fue hasta Leioa» en su momento. Por eso manifestó su deseo de recuperar los campus en el centro de la ciudad «como Burdeos o Belfast», y defendió la llegada de dos facultades de Medicina, una pública en Basurto y otra privada, en alusión al proyecto que maneja la Universidad de Deusto vinculado con el IMQ.
Ortuondo, que tomó en 1991 las riendas de un Bilbao «sucio y desmoralizado» y las dejó en 1999 con las semillas de su regeneración, declaró que soñaba «con extender la facultad de Ingenieros por Basurto» y que tiene clavada «una espinita»: los puentes sobre la ría no son levadizos y eso impide la llegada de veleros. «Los puentes tienen que tener la altura suficiente para dejar pasar la gabarra (con la que se festejan los grandes triunfos del Athletic)», ironizó Aburto.
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