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El Área de Movilidad, liderada por la socialista Nora Abete, había anunciado que tras años de retrasos este mes de febrero iba a cortar al tráfico privado la Gran Vía entre Plaza Circular y Urquijo. Se haría poniendo señales, pintando líneas en el asfalto e ... instalando jardineras. Es decir, no era una obra urbanísticamente ambiciosa pero sí suponía una reordenación del tráfico. De hecho, se iba a haber procedido en este sentido el día 1, pero desde el Ayuntamiento dijeron que no había sido posible porque había llovido; en todo caso la actuación era inminente, sostenían. Sin embargo, según reveló ayer Abete, en el último momento el alcalde pisó el freno porque «no ve» la actuación. Tiene dudas. Ella, sin embargo, defiende su plan y esgrime estudios tanto internos de su departamento como de firmas externas. «La medida es viable y la seguiré defendiendo».
Hoy ha hablado Juan Mari Aburto para decir que estamos ante una «polémica artificial», que Movilidad «para nada ha hecho mal el trabajo» que él mismo ha cuestionado, y que en ningún caso el haber ejercicio su derecho a impedir la ejecución los planes de sus socios socialistas es un veto, pese a que esa es precisamente la definición de veto. «No hay ningún veto. Mi forma de trabajar es en equipo, de forma transversal, que quizá no era la forma habitual de trabajo en este Ayuntamiento».
En cuanto al fondo del asunto, el alcalde ha insistito en que «me surgen algunas dudas» sobre las afecciones al tráfico en distintas ubicaciones. ¿Son subsanables? ¿Cuándo se llevará a cabo el plan de darle más protagonismo a los peatones en este tramo de Gran Vía? «Es un proyecto previsto en el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) y en algún momento algo, en ese entorno, hay que hacer». Tras años hablando del asunto y posponiendo un proyecto para el que ya había partidas presupuestarias en ejercicios anteriores, Aburto apunta ahora que «hay que ver cuál es el proyecto más adecuado, las afecciones, analizarlo con tranquilidad, con sosiego, sin prisas. No pasa nada. El PMUS va hasta 2030. Tenemos tiempo».
Preguntado concretamente por lo que le genera dudas, menciona el comportamiento del tráfico en el cruce de la plaza Venezuela y en la intersección de Mazarredo con Gran Vía. ¿En todos estos años no ha habido tiempo de analizar todo esto? Dice Aburto que a él el informe le llegó recientemente y que, además, el nuevo proyecto tenía cambios con respecto al inicial. Por ejemplo, en el anterior «creo que estaba planteado un cambio de dirección en Canciller Ayala, insisto, creo que es el cambio que estaba previsto según lo que yo conocía». Se trata de un punto estratégico porque así se daría acceso directo al parking de El Corte Inglés desde Hurtado de Amézaga. Sin embargo, desde el Área de Movilidad sostienen que esta opción únicamente se había analizado en un momento muy inicial y que desde hace años se había descartado, con lo cual ni estaba en el actual proyecto ni en el anterior. De hecho, vistos los flujos de tráficos, el plan del área de Nora Abete no contempla ningún cambio de dirección en ningún punto, simplemente el cierre de Gran Vía a los coches, que deberían bajar por Buenos Aires para luego tomar Ibáñez de Bilbao y Mazarredo. Y todas las calles, según sus estudios, están en condiciones de asumir el exceso de tráfico, que sería mínimo. Según revelaba ayer la concejala socialista, en hora punta supone unos sesenta coches extra cada hora en Mazarredo.
También apuntó el alcalde a una diferencia fundamental entre el proyecto actual y el anterior: ya no hay un reforma en condiciones, aumentando las áreas peatonales y alumbrando un espacio público similar al que hay en el gramo de Gran Vía desde Urquijo hasta Moyúa. Como queda dicho, ante las limitaciones presupuestarias se opta por ese 'urbanismo táctico' que se basa en poner señales y pintar el asfalto. «El proyecto que había antes ganaba mucho espacio para los peatones» ensanchando aceras, cosa de la que se había prescindido; lo que se contemplaba ahora era un espacio peatonal en el centro de la calle, una especie de isleta entre los carriles destinados al transporte público.
Quizás aquí está la clave. «El PMUS habla de una transformación en la Gran Vía y me temo que lo que se plantea en el proyecto actual no se puede considerar una transformación», ha lanzado el alcalde. En este sentido no hay que perder de vista el momento actual, previo a las elecciones de mayo. Es un tiempo poco propicio para asumir riesgos. Y quizás no es el mejor para exponerse a las críticas que siempre llegan por un cambio circulatorio en el centro de la ciudad, sin poder presentar como contrapeso una renovación urbana ambiciosa.
De un modo implícito Aburto también ha afeado un poco a Nora Abete desvelar las discrepancias en el seno del equipo de gobierno: «No he sido yo quien ha hecho público lo que yo creo que debe ser un trabajo interno en el que llevamos ocho años», tiempo que, a la vista de lo ocurrido, no ha sido suficiente para dejar claras las afecciones al tráfico.
Desde el PSE no han querido valorar las palabras del alcalde.
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