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Había ganas de abrazar aunque solo fuese por entrar en calor... humano. Con la lluvia dando una tregua y los termómetros simplemente frescos para la época del año en la que estamos, la ciudadanía vizcaína acaba de dar esta mañana el mayor y afectuoso abrazo ... que se puede dar al Museo Guggenheim. Medio millar de personas, entre las que se encontraban una significativa representación de familiares y afectados de cáncer infantil, han formado una entrañable cadena, han juntado y estrechado sus manos, con la ayuda de los simbólicos y elásticos 'buff', y las han levantado al aire, justo en la cara más simbólica y famosa de la pinacoteca de Gehry, para acariciar una de las causas más solidarias que se pueden protagonizar: la ayuda a los pequeños enfermos.
La invitación de la Diputación de Bizkaia ha llenado la explanada del museo de una marea de camisetas rojas reivindicativas y 'buff', esas significativas prendas que se ponen las niñas y niños para cubrir sus cabezas tras ser sometidos a los tratamientos de quimioterapia. Ese era el objetivo de la Maratoia de EITB: concienciar y recaudar el «máximo dinero posible» para vencer al cáncer infantil y profundizar en los procesos de investigación. «Hay que ganar esta batalla y ver más cerca una buena investigación. Necesitamos el abrazo solidario de todas y todos para conseguir nuevos tratamientos», ha pedido el 'speaker' de una carrera a la que le queda un largo recorrido por cubrir.
La causa ha coincidido con la popular 'Desde Santurce a Bilbao', bastante más larga. La del cáncer han sido 300 metros de longitud, los que van desde la explanada hasta la araña de Bourgeois. Pero suficientes para dejarse ver y notar y, sobre todo, «visibilizar» una enfermedad que sigue «dejando solos» a los familiares de los afectados cuando les comunican el peor diagnóstico, según ha reconocido Susana del Amo, integrante de La Cuadri del Hospi, organización que trabaja en la normalización de la imagen y vida de los niños oncológicos. «Es necesario visualizar que el cáncer infantil existe. Porque esta enfermedad existe, pero te sientes muy solo cuando te lo comunican los médicos», ha asegurado. Ekaitz, uno de sus hijos, enfermó a los 4 años y «murió dos después» a causa de una leucemia. «Tres de nuestros niños (de la asociación) ya no están: Gonzalo no está y Julen, víctima de un tumor, tampoco», ha subrayado Del Amo. Pero, «por suerte», el cáncer infantil también «tiene cura. Kepa y Alex sí están «, ha expresado emocionada.
A su lado, María José Martínez, presidenta de Aspanovas, asociación de niños con cáncer de Bizkaia, incidía en la necesidad de dedicar más recursos. «Porque los tratamientos y secuelas de la enfermedad son muy distintos», Habla con conocimiento. A sus 17 años, Ibai, uno de sus hijos, sonríe como cualquier otro chaval. Está sano. Y ha estado en el abrazo. Con cinco años le diagnosticaron una leucemia. Ha sido sido intervenido dos veces de trasplante de médula. «Las secuelas que tiene no serían las mismas de haber sido tratado hace muchos más años. Está bien», se felicitaba su madre.
Por eso, Sergio Murillo, diputado de Acción Social, y Lorea Bilbao, titular de Cultura, se han enfundado la camiseta roja solidaria, han participado en una gigantesca ola y han cantado el histórico 'Lau teilatu', de Itoiz, que se ha convertido en el himno matinal contra el cáncer infantil. «Si el Guggenheim es un símbolo, este abrazo debe significar un empujón a la investigación y una transformación en la lucha contra la enfermedad. Hay niños que lo han superado y hacen una vida normal. Como este chaval que quiere ser marino mercante», se congratulaba mientras charlaba con un joven que quiere estudiar en la Escuela de Náutica de Portugalete. Lorea Bilbao era puro entusiasmo: «Bizkaia siempre ha sido solidaria con las causas que lo necesitan y ha hecho frente a los retos más comprometidos», ha subrayado junto a Beatriz Marcos, la exconcejal del Ayuntamiento de Bilbao que no se pierde un acto en favor de las mejores causas: «Estos pequeños gestos son muy importantes para dar visibilidad a esta realidad y apoyo a estos niños», ha reflexionado.
«Y si no se saben la canción, no pasa nada», ha enfatizado el presentador del acto al final del mismo. «Abran la boca y hagan como en misa, donde nadie se sabe las canciones. Hoy hay que darlo todo por los 'pelones', estos 'calvitos' y 'calvitas'», ha remarcado. Para ellos fue el abrazo solidario del Guggenheim.
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