Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Josu García
Domingo, 11 de junio 2017, 00:58
El plan para erradicar de forma definitiva las goteras en el edificio terminal del aeropuerto de Bilbao se complica. La obra -cuya fase final arrancó en julio del año pasado- lleva varias semanas parada, según ha podido saber EL CORREO. El principal problema tiene ... que ver con que la cubierta diseñada por el arquitecto valenciano Santiago Calatrava está en peor estado de lo que se creía. En las últimas meses, los técnicos se han centrado en analizar su deterioro y han propuesto una solución complementaria a la que se planteó inicialmente para acabar de una vez por todas con las filtraciones.
Los trabajos, que se reanudarán este verano, serán finalmente más complejos y supondrán un sobrecoste de medio millón de euros con respecto al presupuesto base de adjudicación. Además, el contratiempo va a provocar un retraso destacable en el cronograma previsto. Serán necesarios aún nueve meses adicionales de esfuerzo. En total, las arcas públicas tendrán que invertir más de cuatro millones de euros (unos 4,3) en reparar las anomalías detectadas en el tejado con forma de paloma que alumbró en su día Calatrava.
Algunos de los proyectos de este profesional levantino han estado azotados por la polémica en los últimos tiempos, a raíz de sus deficiencias y defectos. En el caso de Loiu, la terminal ha sufrido humedades desde el mismo día de su inauguración, en noviembre de 2000, después de una inversión de 90 millones de euros. Las filtraciones han sido persistentes y han obligado a los responsables de Aena -la entidad que gestiona los aeropuertos públicos españoles- a agudizar el ingenio.
Al principio, el agua se recogía en cubos de fregona. Posteriormente se comenzaron a utilizar recipientes más grandes de color amarillo y que llevaban ya incorporada la señal de peligro ante la posibilidad de que los viajeros sufrieran resbalones. Finalmente, se compraron varios maceteros de gran tamaño con ruedas para recoger el líquido de manera efectiva y discreta.
Hace tres años, tras probar varias soluciones insatisfactorias, Aena decidió que ya era suficiente y encargó un plan para acabar de forma definitiva con el problema. Lo primero que advirtieron los expertos del Instituto Técnico de Materiales y Construcciones (INTEMAC) fue que había que variar algunos elementos estructurales ideados por Santiago Calatrava. La jugada se volvía arriesgada, ya que el arquitecto acababa de enfrentarse en los tribunales al Ayuntamiento de Bilbao por alterar la pasarela Zubi-Zuri, conocida por el suelo deslizante que tuvo hasta su definitiva reparación.
La conclusión de los especialistas fue que la cubierta con forma de ave era muy estética pero nada adecuada para soportar las fuertes rachas de viento y la intensa lluvia que, con cierta frecuencia, azota el valle del Txorierri. En febrero de 2014, corrientes huracanadas levantaron una parte del techado.
Variar la estructura
En este contexto, los especialistas recomendaron instalar «remates, faldones y baberos» en algunos puntos del tejado, aunque supusiera una ruptura con el boceto original del profesional valenciano. Aena se puso manos a la obra y de Calatrava no se tuvieron noticias. En una primera fase se actuó en las zonas donde se requería una intervención más urgente. Con esta medida se logró paliar considerablemente las goteras, tras una inversión de cercana a los 300.000 euros. La siguiente fase, en la que precisamente ahora está inmerso el aeropuerto, iba a ser más cara: los trabajos fueron adjudicados en casi 3,4 millones (IVA incluido).
Pero hace unos meses, al levantarse las planchas metálicas que iban a ser sustituidas, los ingenieros se dieron cuenta de que «el estado de la chapa existente no garantizaba a largo plazo el correcto soporte para la nueva cubierta». En este sentido, advirtieron de que había que retirar los enganches interiores y sustituirlos por nuevos. Sin embargo, esta actuación resultaba del todo imposible, dado que habría afectado a los techos de la terminal. Habría sido necesario cerrar varios meses el edificio para ejecutar las labores. Por este motivo, lo que los ingenieros han decidido finalmente es colocar nuevas chapas sobre las ya existentes y reforzar también los aleros. Una solución más cara y costosa, pero se supone que definitiva para acabar al fin con el quebradero de cabeza que constituye aún La Paloma de Calatrava.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.