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José Mari Reviriego
Martes, 6 de junio 2017, 12:03
El Ayuntamiento de Bilbao, a través de su concejalía de Movilidad, ha abierto el debate sobre la posibilidad de cobrar un peaje urbano a los vehículos privados que entran a la ciudad cada día. Esa tasa, que se aplica ya en grandes urbes como Londres, ... forma parte de las propuestas que baraja el Consistorio para reordenar en profundidad la circulación de la capital vizcaína en los próximos quince años. El departamento municipal que dirige Alfonso Gil ha decidido dar prioridad al peatón y restringir el uso del vehículo privado, especialmente notable en los accesos de entrada a primera hora de la mañana. En esa franja horaria estima que hay un volumen de coches considerable ocupados por una única persona y con plaza de aparcamiento garantizada en la villa que podrían quedarse en casa.
El avance del Plan de Movilidad Urbana Sostenible recoge drásticas medidas de restricción del tráfico para mantener a raya las emisiones contaminantes de los vehículos privada. El documento, aún un borrador de trabajo, es el fruto de un importante contraste de ideas llevado a cabo con los sectores implicados desde taxistas a ecologistas, las asociaciones vecinales de Bilbao y los partidos representados en la Corporación. Liderado por la concejalía de Movilidad, el debate llega ahora al Ayuntamiento, después de que las conclusiones fueran presentadas ayer por la tarde a una representación de los ocho consejos de distrito de la ciudad.
La condición para que las ideas que contiene el documento, algunas no exentas de polémica, se conviertan en medidas de aplicación práctica es el consenso. Si se da un acuerdo lo más plural y amplio posible, sobre todo en el pleno municipal, las alternativas que plantea el plan de movilidad tienen visos de hacerse realidad. En un borrador sobre el período 2015-2030, destaca como propuesta la posibilidad de establecer un peaje urbano de entrada a la ciudad, con una atención especial al acceso al centro, entre las 7.30 y las 9.30 horas durante los días laborables.
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El objetivo es «disuadir» a los conductores que utilizan el automóvil para entrar en la ciudad por motivos de trabajo. En su lugar, se apuesta por el uso del transporte público. Bilbao soporta la entrada a diario de 180.000 coches. Al menos 20.000 de ellos, según cálculos del Ayuntamiento, tiene plaza de parking asegurada en la capital.
Ese es el público objetivo en el que se ha fijado la concejalía de Alfonso Gil (PSE), partidario de endurecer las condiciones de acceso al vehículo privado, sobre todo a los de más baja ocupación. El sistema propuesto para cobrar una tasa se basaría en un lector de matrículas.
Los fondos obtenidos por el paso de turismos se destinarían a sufragar mejoras en el transporte público. Pero no se trataría tanto de una medida recaudatoria como de una forma de intentar desviar conductores al metro, el Bizkaibus o Renfe, entre otros medios públicos.
Las restricciones se amplían en el avance del Plan de Movilidad Urbana a los vehículos más contaminantes, en función de su potencia y el tipo de combustión de su motor. Apoyándose en la catalogación establecida por la Dirección General de Tráfico, el Ayuntamiento aspira a distinguir los automóviles en función de sus emisiones.
De esta forma, el documento que ya ha sido presentado a partidos y vecinos apuesta por mayores restricciones en el centro de la ciudad; prohibición de la circulación a determinadas horas en zonas céntricas; diferentes tarifas de peajes urbanos; y distinto precio de la OTA.
A 30 kilómetros
Estas alternativas encajan en la «ambiciosa» propuesta de los gestores municipales de la circulación para hacer de Bilbao una ciudad a 30 kilómetros por hora. Es decir, en la que se rebaje de forma sustancial la velocidad del tráfico rodado, compatible con la expansión de la bicicleta. El Ayuntamiento aspira a combinar la obligación de levantar el pie del acelerador con la apertura de vías rápidas, con el fin de agilizar el tráfico y evitar colapsos.
El nuevo Plan de Movilidad Urbana Sostenible plantea soluciones concretas en vías neurálgicas. Una de las medidas de mayor impacto afecta a la plaza Moyua, donde propone una reformulación integral: uso exclusivo para peatones y transporte público, una opción que obligaría a reordenar todo el tráfico de la zona. Asimismo, se apuesta por apear al coche del tramo de la Gran Vía entre la plaza Circular y la esquina del Corte Inglés, recorrido que sólo sería apto para taxis y autobuses. Los ciclistas contarían con una vía «exclusiva» en la calle Rodríguez Arias, aunque abierta a residentes y la carga y descarga, según el documento.
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