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José Mari Reviriego
Lunes, 22 de mayo 2017, 02:19
El Ayuntamiento de Bilbao ha declarado la situación de máxima alerta ante la oleada de incendios desatados en contenedores de la ciudad, especialmente virulenta este último fin de semana con la quema de 12 depósitos -seis en la noche del viernes al sábado en Santutxu ... y el resto en la madrugada de ayer en el barrio de La Peña, en un fuego que afectó además a tres coches y una moto-. El equipo de gobierno que lidera Juan Mari Aburto se confesó ayer «profundamente preocupado» por la escalada de actos vandálicos en el mobiliario urbano. Fuentes del Ejecutivo local temen incluso que esta sucesión de siniestros acabe «provocando una desgracia a alguien» si las llamas llegasen a afectar a algún edificio de viviendas. En colaboración con la Ertzaintza, el Consistorio mantiene en estado de alarma a la Policía Municipal para intentar capturar los pirómanos y ponerlos a disposición de la Justicia, con el fin de «actuar contra ellos con todas las de la ley», en palabras del alcalde.
Hasta la fecha, los agentes han detenido a dos personas por su presunta implicación en la quema de contenedores, un fenómeno que sólo en Bilbao ha calcinado o causado serios destrozos en más de 150 depósitos de basuras en lo que va de año. El último arresto tuvo lugar el pasado 17 de abril, pero el sospechoso, de 30 años, quedó en libertad con cargos.
El vandalismo ha afectado este pasado fin de semana a dos barrios. Seis contenedores ardieron en la madrugada del sábado en Santutxu, en las calles Iturribide y Zabalbide. Esa misma noche, otros tres fueron pasto de las llamas en Getxo, lo que revela una inquietante expansión de los siniestros por otras localidades de Bizkaia. El último sobresalto tuvo lugar en la madrugada de ayer en La Peña, donde otros seis containers quedaron inutilizados por el fuego: cinco calcinados -entre ellos, dos dedicados al almacenaje de vidrio- y uno dañado parcialmente. El fuego, desatado a la 1.40 horas, también afectó a tres automóviles y una moto aparcados en las inmediaciones.
El repunte en la quema de contenedores recuerda en el Ayuntamiento a los peores tiempos de la kale borroka, aunque los gestores municipales descartan que la lucha callejera esté en el origen de esta escalada de sabotajes. Sólo desde principios de año, recuerdan, se han quemado tantos depósitos como en todo el ejercicio anterior.
Alejados de las fachadas
El Consistorio ha decidido extremar el celo con todos los medios del servicio de Protección Civil que tiene a su alcance, liderados por la Policía Municipal y los Bomberos. Una patrulla formada por guardias urbanos y ertzainas recorre las calles por la noche en labores de vigilancia. Incluso, los equipos de limpieza y recogida de basuras han aumentado las medidas de prevención. Si se puede, suelen alejar los contenedores de vehículos y fachadas para evitar males mayores en caso de incendio. No sólo porque las llamas puedan propagarse por elementos sensibles, como toldos o la tela que recubre los andamios. El humo también tiene efectos nocivos si, por ejemplo, se colase por una ventana abierta.
En uno de los incidentes más graves, registrado el primer fin de semana de mayo en Getxo, los vecinos llegaron a temer por su integridad cuando el fuego se extendió a ocho vehículos aparcados. «Si explota un coche, volamos todos», declararon entonces.
El Ayuntamiento de Bilbao se ha volcado en las tareas de prevención y de búsqueda de los autores de los fuegos, aunque admite que el reto de localizar y detener a los pirómanos con las manos en la masa «es muy difícil». A juicio de un portavoz municipal, se trata de actos vandálicos que «no tienen lógica» y que afectan al parque de contenedores que se extiende por la ciudad, formado por más de 6.000 unidades.
Al parecer, los pirómanos podrían estar utilizando diferentes medios para darles fuego, desde gasolina, a pañuelos de papel en llamas y pastillas de barbacoa. Este último sistema, que garantiza la combustión durante varios minutos, facilitaría la huida de los autores.
«Preocupado» por esta situación, el alcalde consideró ayer que la ola de fuegos constituye además «una falta de respeto hacia el mobiliario urbano y el servicio de recogida de residuos», uno de los más valorados por la ciudadanía. Esta escalada del vandalismo toca la fibra sensible del proyecto Bilbao, ciudad de valores, una apuesta personal de Aburto con la que pretende mejorar el civismo.
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