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Octavio Igea
Lunes, 10 de abril 2017, 00:40
Tras inaugurarse la Línea 3 los usuarios del metro se hacen ya la pregunta de siempre. «¿Y ahora, qué?». Tiene sentido, porque desde su inauguración en 1995 el suburbano vive en un constante proceso de ampliación: Gobela, Bolueta, Barakaldo, Etxebarri, Santurtzi, Basauri... Se han estrenado estaciones puntualmente cada tres o cuatro años, pero lo cierto es que esa etapa dulce puede darse ya por finiquitada. La infraestructura se asoma a una nueva era en la que toca tener paciencia. Y si usted reside en el barrio bilbaíno de Rekalde o en Galdakao, puede que mucha. Ni la Línea 4 ni la 5, el Gobierno vasco tiene como prioridad a partir de ahora extender el trazado hasta el aeropuerto, aunque el proyecto está en una fase muy incipiente y la situación económica no augura acelerones. Al contrario. Llega el mayor parón de la historia para el ferrocarril metropolitano, cuyo trazado no va a sumar nuevas paradas al menos hasta 2025.
El mejor ejemplo del impasse de espera que se abre es que hasta la fecha la construcción de los ramales del metro siempre se había solapado, algo que ahora no va a ocurrir. Las obras de la Línea 2 arrancaron en 1997, cuando en la 1 aún no funcionaban el intercambiador de San Mamés, Basarrate y Etxebarri, y las de la 3 en 2009, sin que la anterior estuviera extendida aún a Mamariga, Ariz y Kabiezes. Los expertos consultados explican que la crisis económica y las dudas en torno a los nuevos recorridos han frenado las siguientes expansiones, pero también que los ramales 4 y 5 y la prolongación al aeropuerto no forman parte del proyecto original de Metro Bilbao. Son «apéndices» planteados en época de bonanza y con cierto aroma electoral.
Pero pese a las crecientes reclamaciones vecinales desde Galdakao y Rekalde, el siguiente hito será alcanzar La Paloma. Porque se da prioridad a conectar el centro de Bilbao con el aeropuerto de Loiu en diez minutos y porque el coste de la operación es menor. Hablamos de un trazado de 5 kilómetros cuando las líneas 4 y 5 tendrán al menos 7 cada una, y una complejidad técnica infinitamente superior. No es lo mismo horadar el valle del Txorierri que el centro de la capital vizcaína o Galdakao, los márgenes de la N-634, el entorno del Nervión o el del hospital de Usansolo.
«No es acuciante»
En todo caso, tener clara la lista de objetivos tampoco garantiza nada ahora mismo. La consejera de Desarrollo Económico e Infraestructuras, Arantxa Tapia, aseguró el pasado enero que los trabajos para ampliar la Línea 3 se iban a reactivar esta legislatura, aunque solo para adelantar trámites burocráticos y tener listos los proyectos constructivos, que en ningún caso empezarían a ejecutarse antes de 2021. La mayor parte del presupuesto que Lakua destinará durante el próximo lustro a transportes está reservado para dar el empujón definitivo al trazado del Tren de Alta Velocidad y sus estaciones. Ese es realmente el objetivo prioritario.
La concejalía de Sostenibilidad y Movilidad de Bilbao ha iniciado un estudio para determinar el impacto de la Línea 3 del metro en los servicios que presta el Bilbobus en los mismos barrios. El departamento que gestiona Alfonso Gil no descarta la adopción de reajustes de autobuses en los cinco puntos de la zona norte de la ciudad que sirve también el nuevo ferrocarril metropolitano. En ese caso, el Ayuntamiento destinaría ese eventual excedente de bilbobuses a otras líneas de la capital vizcaína necesitadas de un refuerzo por carretera. La concejalía de Transportes confía en tener completado el estudio en septiembre.
Cuando llegue su turno, la idea es ampliar la Línea 3 hasta el aeropuerto por fases. La primera (1,9 kilómetros) llevaría el trazado desde Matiko a Sondika, que contaría con una nueva estación soterrada, por el túnel de Artxanda (ya construido) y una variante alternativa al actual recorrido de Euskotren que se ejecutaría desde el barrio de La Ola, que también estrenaría apeadero.
El estudio informativo, ya redactado, señala que las labores se prolongarían al menos durante 3 años y 4 meses y que tendrían un coste de 53,6 millones de euros. La extensión posterior desde Sondika al aeropuerto (2,8 kilómetros) está aún por definir -y sus plazos-, pero se estima que costaría otros 50 millones y que debe recibir el visto bueno de Fomento porque llegaría a la terminal por debajo de las pistas de aterrizaje.
Mientras, los proyectos de las líneas 4 y 5 están virtualmente paralizados hasta nueva orden. En el pacto presupuestario que el PP ha alcanzado con el Gobierno vasco hace unos días se incluye una partida de 400.000 euros para redefinir los trazados de ambos recorridos, pero, si se llegan a hacer, quedarán en un cajón hasta que Lakua decida recuperarlos.
Actualmente «no son una prioridad», reconocían recientemente portavoces del Departamento de Desarrollo Económico e Infraestructuras. Podrían serlo cuando se finiquite el TAV y se encarrile el tema del aeropuerto. El problema es que el orden preestablecido tampoco gusta a todas las instituciones, lo que genera aún más incertidumbre. El diputado vizcaíno de Transportes, Vicente Reyes, cuya consejería debería sufragar una parte de cualquier línea que se ejecute, aseguró la pasada semana que no ve «acuciante» promover la extensión del suburbano al aeropuerto de Loiu.
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