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Europa contra Terminator

Europa contra Terminator

Los androides deberán llevar un botón de la muerte por el bien de la humanidad y porque John Connor tenía razón

jon uriarte

Sábado, 18 de febrero 2017, 02:04

«Con un Terminator no puedes dialogar, es una máquina de matar». Se trata de una de las míticas frases que los seguidores de 'Terminator' recordarán. Y parte del Parlamento Europeo debe pertenecer a este grupo. O, al menos, vieron la película. Porque la propuesta que han realizado tiene que ver con ella. Piden que los futuros robots y androides lleven incorporado un «botón de la muerte». Objetivo: desconectarles cuando puedan resultar letales para el ser humano. La razón hay que buscarla en la frase del principio. La de Kyle Reese, sargento de la resistencia enviado al pasado para proteger a Sarah Connor y ser el padre de John, el hombre que salvará al mundo de las máquinas asesinas. Lo que parecía una historia de ficción del siglo XX empieza a ser una realidad en el XXI. Confieso que el titular me provocó una sonrisa inicial. Pero se borró al recordar las cosas que nunca creí que vería y hoy contemplo.

Con 396 votos a favor, 123 en contra y 85 abstenciones, se aprobaba el jueves una resolución que invitaba a la Comisión Europea a preparar una propuesta llamativa. Por un lado dotar de leyes que faciliten el desarrollo de esa industria. Por otro proteger a los ciudadanos ante los avances en materia de privacidad y seguridad. Hasta aquí nada extraño. Pero también pidieron que se aborden los aspectos éticos de la robótica. Clavadito a, por ejemplo, lo que planteaba 'Blade Runner' y películas como 'Inteligencia Artificial' o 'RoboCop'. Diferentes tratamientos de esa línea, cada vez más fina, que separa a humanos y máquinas. Los eurodiputados también han pedido que se reflexione sobre los derechos y obligaciones de los robots y se deje claro lo que no deberían hacer con ellos los usuarios. Además, aquí viene lo gordo, piden que los androides cuenten con un sistema de desconexión, por si en un momento dado amenazan la vida de un ser humano. ¿A que puesto en papel y tratado por políticos suena inquietante?

«¡Valiente chorrada!», dirán. «Con la que está cayendo y hablando de gilipolleces», añadirán otros. «Mejor harían en pensar en los humanos», proclamará la mayoría. «Menos preocuparse por máquinas y más por animales», sentenciarán los defensores de la fauna. Y todos llevan razón. Servidor pensaba lo mismo hasta que leí algo más. En los 22 folios de la resolución solo se menciona una vez la palabra «militar». Pero a nadie se le escapa que las guerras actuales se parecen a lo que el cine aventuraba. Máquinas-soldado que matan seres humanos. Ahora un militar estadounidense puede, de hecho lo hacen, vivir guerras con horario de oficina. Para ello sale de su casa por la mañana, se va a la base militar de Creech, situada a 40 kilómetros de Las Vegas en el desierto de Nevada, y se planta ante una pantalla. Una vez está todo preparado y el café de máquina a su lado, bombardea un enclave yihadista o lo que le manden. Y todo, como si fuera un video-juego. Terminado el curro, regresa a casa. Besito de buenas noches a los nenes, un rato en pareja viendo la tele y a dormir, que mañana toca otro bombardeo.

Aunque sea una patada a los derechos humanos, y políticamente incorrecto, la mayoría pensaremos que siendo terroristas yihadistas como si les lanzan misiles desde el 'Chitti chitti bang bang'. Pero imaginemos que ese dron mata a inocentes. ¿De quién sería la culpa? ¿Quién asumiría ese crimen de guerra? Algo de eso pasa hoy en día con los coches que conducen solos. Ya ha habido accidentes, incluso mortales. Y aseguradoras y juristas no tienen claro cómo se debe aplicar la ley. Ni cuál. De momento son coches sin conductor y drones más o menos sofisticados. Pero en unos años serán máquinas más parecidas a nosotros de lo que podríamos imaginar. Y ese miedo a que actúen mal ha llevado a los eurodiputados a plantear un estatus jurídico para ellas de «persona electrónica con derechos y obligaciones». Para que se aplique, al menos, a los robots más sofisticados. Un debate que ya planteaba 'El hombre Bicentenario'. Todavía no existen androides así, o eso creemos, pero llegarán. Y nadie asegura que serán tan simpáticos como el que interpretaba Robin Williams.

Hace cosa de dos años, Stephen Hawking soltó una de esas frases que suenan a sopapo con la mano abierta. «Las máquinas acabarán con la raza humana». Eso proclamó el salado. Teniendo en cuenta que soy un torpe integral con los aparatos tecnológicos tengo claro que seré de los últimos en caer. No me fío de las máquinas. Las miro con recelo y a cierta distancia. Como Will Smith en 'Yo Robot'. Me cabrea hasta que una voz neutra sustituya en el surtidor a la persona que ponía antes gasolina. Pero me engaño. Cada día hay una nueva máquina en mi vida. Y lo asumo. Las aspiradoras son ahora robots que recorren la casa, esquivando obstáculos mientras limpian y la domótica es cada vez más poderosa. Además, muchas de las operaciones quirúrgicas actuales pueden ser practicadas por una máquina de alta precisión, sin manos humanas de por medio. Los coches ya no son vehículos de transporte. Los anuncios no hablan del motor. Sino de que lleva wifi de serie y aparca solo. Total que vamos dependiendo cada vez más de la inteligencia artificial. Hasta el punto de necesitar su permanente compañía.

Se dio a conocer hace unos días un informe según el cual el 92% de los ciudadanos usa el móvil en el baño. Y el 60% se ha hecho un selfie en el retrete. Llevar una revista pasó a mejor vida. Pero hay más. Conozco a quien habla con 'Siri' más que con su pareja. Lo que nos lleva otro asunto. La Eurocámara abre la puerta a debates sobre el sexo o el matrimonio con robots. Como lo leen. Pasar una noche apasionada con un androide lo veremos en breve. Y prometer amor eterno a uno se prevé que suceda en tres décadas. Es la fecha que señaló el experto en inteligencia artificial David Levy durante la conferencia 'Amor y sexo con robots' en la Universidad Goldsmiths de Londres. Según él los matrimonios, o si lo prefieren «unir a un humano y un androide como pareja legal», será posible en 2050.

Nos quejamos de que las leyes van por detrás. Y que eso genera injusticias y caminos alegales para gente perversa. De ahí que preocupe esta resolución. Si están hablando de ello los eurodiputados puede que sea tarde. Y bastante tenemos con algunos dirigentes de carne y hueso como para sumar robots letales. Esperen que Trump no sea un Terminator vestido de Luis Aguilé. Pinta rara tiene. No se le ve sensibilidad. Y, como decía Schwarzenegger en una de las entregas de su cíborg: «Ahora sé por qué lloráis, pero es algo que yo nunca podré hacer». Esa falta de lágrimas es lo que hace de las máquinas unos inquietantes compañeros de viaje. Sobre todo en el camino hacia un futuro que cada vez es más extraño y, sobre todo, más presente.

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