María DE CASTRO
Viernes, 17 de febrero 2017, 02:31
Los aniversarios siempre son un momento para echar la vista atrás. En el caso del Colegio Alemán de Bilbao, que celebra hoy su centenario, este ejercicio de memoria individual se funde con el de los principales acontecimientos históricos del siglo XX, que fueron moldeando con ... sus vaivenes el devenir del centro. En esta jornada profesores y alumnos festejarán la conmemoración con una suelta de globos mientras siguen recibiendo las felicitaciones procedentes de cientos de exalumnos y del resto de colegios alemanes del mundo, desde Singapur a Boston.
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La escuela fue impulsada en 1917, en plena Primera Guerra Mundial, por un grupo de familias germanas ante la creciente llegada a Bizkaia de alemanes que huían del conflicto bélico. Desde entonces, los acontecimientos que estremecieron al mundo en el siglo XX han tenido resonancia en sus muros. Según rememora Jacobo de la Sierra, adjunto a la dirección del colegio, la subida de Hitler al poder condicionó décadas más tarde la actividad del centro. «En 1944 tuvieron que adelantar los exámenes finales para que los alumnos pudieran ir antes al frente», remarca de la Sierra, quien recuerda cómo el colegio fue cerrado tras la derrota de Alemania en la guerra. Sin embargo, la voluntad de los profesores, que siguieron dando clases en la clandestinidad, permitió que el proyecto siguiera adelante hasta que en 1961 se inauguró su sede actual, en el barrio de Begoña después de haber pasado por otras ubicaciones de la capital vizcaína.
«Vivíamos en una isla»
Para Teresa Azcarate, quien fue alumna del centro en los años sesenta y actualmente es subdirectora, el inconformismo y afán de progreso que demostraron los tutores entonces es extrapolable a la línea educativa que mantuvo el colegio durante la dictadura. «Vivíamos en una isla», asegura. A su juicio, la independencia que el centro demostró frente a la rígida educación del régimen franquista fue una bocanada de aire fresco para los alumnos. Y, a modo de prueba, subraya: «Nosotros estábamos mezclados, chicos y chicas. Era algo impensable en la época».
Una idea con la que coincide Sonia Beascoa, directora de Administración, quien también fue alumna. «Mi padre decidió que estudiara aquí porque había viajado por Europa y veía que los colegios aquí eran muy cerrados. Quería que sus hijos conocieran lo que era el mundo abierto».
Una vocación de apertura y tolerancia que, a juicio de Jacobo de la Sierra, conecta con una de las prioridades del sistema educativo alemán: priorizar el espíritu crítico frente al aprendizaje memorístico. «Está completamente orientado a que el alumno piense y argumente», asegura.
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Quizás en ello resida la clave que explique el elevado número de alumnos que han pasado por el Colegio Alemán. Periodistas como Adela Ucar que condujo el programa televisivo 21 días, deportistas como el jugador de baloncesto Borja Mendia y músicos como la violinista Maite de Aguirre han crecido entre sus aulas.
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