Caramelo, en Máximo Aguirre, echa hoy la persiana.

La crisis se lleva por delante a Pedro del Hierro, Caramelo y la joyería Luxenter

La Masía, el más taurino de los restaurantes bilbaínos, también baja la persiana en un inquietante arranque comercial de año

Luis Gómez

Domingo, 5 de febrero 2017, 01:54

Cuatro de un golpe. El tímido despegue del consumo y la carestía de los alquileres está a punto de borrar de un plumazo de las calles bilbaínas a tres importantes enseñas de la moda y joyería españolas. A partir de este sábado serán historia Pedro del Hierro, perteneciente al grupo Cortefiel; Luxenter, una joyería de gama media que seduce a jóvenes de medio mundo con unos diseños modernos y unos precios relativamente accesibles; y la gallega Caramelo, que entró hace meses en suspensión de pagos tras afrontar sin éxito un concurso de acreedores.

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A la inquietante cascada de cierres acaecida en este nefasto arranque de año, se suma La Masía, unos fogones especializados durante décadas en setas, chuletón a la piedra y pescados. El más taurino de los restaurantes de la ciudad, junto con el Rimbombín de Hurtado de Amézaga, ha rematado una histórica faena ante la jubilación de sus propietarios y la falta de un relevo generacional que tomara el testigo de un rincón gastronómico que elevó a los altares al matador Enrique Ponce. «Es lo que tocaba», se escudan sus dueños. Por último, la tienda de moda Lemon, que cesará la actividad a la conclusión del actual periodo de rebajas, añade mayor incertidumbre a un sombrío panorama comercial

Del Hierro cerró este sábado sus puertas al público a las ocho de la noche, aunque sus dependientes seguirán trabajando hasta finales de la semana que viene en la reorganización del stock pendiente de venta. Tras disfrutar durante años de una de las fachadas más espectaculares de la capital vizcaína -en la confluencia de Alameda Recalde y Rodríguez Arias-, se despide de una clientela a la que se ha ganado en otros mercados españoles, pero que en Bilbao ha pinchado en hueso. Ha sufrido un revés muy similar al vivido hace años por la vecina firma de complementos italiana Furla. Ambas desembarcaron con las mejores expectativas, pero el público les dio la espalda. Los clientes pasaban de largo, pese a disfrutar de una privilegiada localización, según destacados agentes inmobiliarios. Aguantaron la sacudida hasta que los números rojos hicieron insoportable su continuidad. Nada hacía presagiar el cierre de Pedro del Hierro. En la visita que giró hace casi dos años a la villa, el director general del Grupo Cortefiel, Ignacio Sierra, destacó a Bilbao como «la mejor plaza de España». La marca se traslada ahora a la tienda de Gran Vía de Cortefiel dentro «de un plan de mejora de la rentabilidad».

«Ercilla cotiza a la baja»

Caramelo también ha puesto este sábado punto final a su aventura bilbaína. La firma gallega intentó aprovechar el tirón de Indautxu, pero su complicada situación económica ha terminado por asfixiarla. Es el caso contrario de Luxenter, que, con más de 1.300 puntos de ventas en 35 países, ha fracasado con estrépito en uno de los puntos más calientes de Ercilla tras cerrar sus puertas hace un par de semanas. Ha aguantado poco más de un año. La marcha de la compañía propiedad de la empresaria y diseñadora bilbaína Carmen Lizarriturri ha pagado el mal momento que atraviesa actualmente esta calle. Ha pasado de ser uno de los puntos más cool de la ciudad a ser colonizada por ópticas que «erosionan» la imagen de una arteria que «cotiza a la baja» y busca recuperar viejos bríos con la atracción de negocios lujosos.

Detrás de la fuga de tantas marcas subyace el importante coste de los alquileres y la resistencia de los propietarios a abaratar las rentas. Algunos de estos establecimientos soportaban alquileres mensuales de 10.000 euros. Jorge Aio, gerente de BilbaoCentro, resta importancia a estos cierres, que interpreta como «un reajuste» del sector. «Negocios que no funcionan -remarca- enseguida son sustituidos por otros». Aio aprecia, por el contrario, un «cambio de mentalidad» empresarial con respecto a los comercios tradicionales. «Antiguamente existía una voluntad de mantener a toda costa un negocio, mientras que ahora se da paso rápidamente a otros proyectos. Pero estos relevos confirman la pujanza de la actividad comercial y, especialmente, del segmento de la moda, que vive a golpe de cambios y vaivenes», sentencia.

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