El Euromillones del viernes: comprobar resultados del 31 de enero
Teatro. Antonio Gala siempre estrenaba en el Consulado.

Donde la fiesta se apagó

Recintos que en su día congregaron multitudes hoy son ajenos al jolgorio

Luis Gómez

Domingo, 28 de agosto 2016, 01:01

Pocos meses antes de morir, Irene Gutiérrez Caba, una de las grandes actrices de este país, ponía de pie al público del Astoria junto a su hermana, Julia, y la también desaparecida Amparo Baró con la inolvidable Siempre en Otoño. A la salida del ... teatro de la Plaza Campuzano, donde tenían lugar la mayoría de grandes estrenos de la época, era un encanto verlas dirigirse, ya de madrugada entonces se estilaba la doble función al cercano hotel en el que se alojaban. Siempre las tres juntitas.

Publicidad

A Eusebio Poncela, uno de los artistas más transgresores de la escena, y una por entonces jovencísima Amparo Larrañaga tiraban de chupa y pantalones de cuero en pleno agosto de 1994 y, entre función y función, corrían desde el Consulado, donde contabilizaban llenos diarios con Los bellos durmientes, al Ercilla a tomar un tentempié. Pedro Osinaga y algunas de las primeras actrices cómicas que le reían las gracias en sus desenfadadas comedias sólo tenían que cubrir un par de metros para reponer fuerzas en la histórica cafetería Isla de Loto generalmente tomaba un sandwich vegetal y un rioja antes de afrontar la sesión de noche en el Gran Vía.

Ya bien entrada la noche era una temeridad intentar acercarse a la Plaza del Gas, escenario habitual de los grandes conciertos de la Aste Nagusia antes de que la explanada de Abandoibarra le arrebatara todo el protagonismo musical. El lugar se ponía de bote en bote. Daba lo mismo quién actuase. Ya podían ser Los Manolos, que arrasaron en 1991 con el All my loving, Amaral o un Manu Chao que reventó el lugar en 2001 gracias a su exitazo Me gustas tú.

Lo peor, no obstante, eran los estrechísimos accesos, donde se formaban unos tapones y embotellamientos de miedo que atrapaban a multitud de personas, tanto al inicio como a la conclusión de las actuaciones. El Ayuntamiento cortó por lo sano y trasladó la música a otras zonas ante la falta de medidas de seguridad.

Recintos que en su día congregaron multitudes hoy son ajenos al jolgorio. Han perdido por completo el aire festivo y muestran otro mucho más cotidiano. Y comercial. Resulta un ejercicio melancólico para varias generaciones de vizcaínos pasar por Campuzano y recordar que en el interior donde Forum despacha ropa y toda clase de material deportivo, el genial José Luis López Vázquez cosechó los últimos éxitos de su prolífica carrera teatral. O que el Bershka, una de las enseñas de Inditex, de la calle Rodríguez Arias, era el escenario que solía elegir Antonio Gala para las adaptaciones teatrales de sus exitosas novelas. Casi siempre de la mano de Concha Velasco. «Ya podía Amancio Ortega invertir en teatros en lugar de seguir abriendo más tiendas de moda», ironiza el actor Santi Millán. Por no hablar de lo disputadas que andaban las mesas de la terraza de Isla de Loto para cenar en fiestas. Ayer, las dependientas de la popular firma italiana Calzedonia apuraban las rebajas de verano mientras vendías medias y algún que otro traje de baño.

Publicidad

En la Plaza del Gas también reinaba la tranquilidad. Muchos turistas enfilaban al mediodía hacia el Kokken, un restaurante de inspiración nórdica y estilo vanguardista que se mantiene como una de las principales referencias gastronómicas de la villa. Pero fiesta lo que se dice fiesta había bien poca donde antiguamente los decibelios sonaban hasta límites insospechables. En todos estos lugares se apagó.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad