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ITSASO ÁLVAREZ
Domingo, 7 de agosto 2016, 02:19
Sopla viento del sur en Bizkaia. Los cálidos y sentidos aires flamencos mezclan bien con los del norte y su síntesis conforma una corriente en ocasiones común que se asienta en la cultura popular y en teatros, tablaos y festivales temáticos en distintos puntos del ... territorio. Es un arte de ida y vuelta con múltiples expresiones y muy arraigado en algunas comarcas, que incluso sirve de forma de vida a un grupo de vizcaínos que ha hecho de él su profesión o un punto de encuentro semanal. Una docena de academias enseñan a bailar sobre un tablao y a tocar la guitarra española, hay un buen puñado de artistas con proyección, además de varios grupos de rumbas que actúan en fiestas locales. Está la Asociación de Flamenco Azahar, constituida en el barrio bilbaíno Rekalde este año, y la labor que ejercen los Centros de Andalucía y de Extremadura asentados en Bizkaia desde los sesenta. Los carteles también ofrecen flamenco porque tiene duende en taquilla, sobre todo el baile con esa música reconocible que tanto gusta al público local, una simbiosis de embrujo y quejidos potente y embriagadora. Pero hay alternativas para todos los gustos y son diversos los escenarios que sirven de plataforma para extender el cante jondo, o el sonido de la guitarra, o el del cajón, o el del taconeo, o el de las palmas acompasadas... Bizkaia siente la llamada del sur y acude a ella sin dudarlo.
«El flamenco es un arte muy expresivo. Se puede transmitir alegría, tristeza y otras emociones con los movimientos de las manos, los brazos, el zapateado y también la voz ronca», sostiene el bilbaíno José Luis Palazón. Este consultor de profesión y melómano hasta las cartolas empezó en 2004 a programar en la villa espectáculos de flamenco bajo el nombre de Asociación Cultural Farrabú, hoy reconvertida en Bilbao Flamenco. Como tenía afición y ganas, empezó «tocar puertas» para «hacer llegar a artistas de calidad» y «llenar el vacío que había». «Desde entonces, he visto que la afición ha ido creciendo y asentándose», subraya.
Palazón ha estado y está en el germen de prácticamente todos los eventos, ciclos y festivales que se han organizado en la capital vizcaína en la última década, entre los que a día de hoy destacan tres. Una ría con duende; encuentros Flamencos, promovido por el Ayuntamiento de Bilbao en el distrito de Ibaiondo, donde cada año son más las personas que aprenden la trilogía del flamenco (cante, toque y baile) con verdadero entusiasmo gracias a los talleres para iniciados y avanzados en la materia. El Ciclo Flamenco BBK, cuyas once ediciones han cosechado hasta la fecha «un éxito rotundo, llegando a colocar el cartel de entradas agotadas semanas antes», indica Úrsula López.
Y por último, el más importante, Bilbao Flamenco, que atrae a 8.000 personas cada año a sus conciertos concebidos como una «conferencia ilustrada o didáctica» y a sus actividades paralelas; exposiciones, talleres y veladas o trasnoches flamencos en hoteles, locales de hostelería y en sitios tan singulares como en los cruceros que atracan en Getxo, donde los teatros tienen un aforo de más de un millar de personas, como el Arriaga. La primera de estas citas tendrá lugar en octubre y el segundo celebrará en noviembre su novena edición, con la novedad de que cambia de patrocinio tras el abandono de la Fundación Bilbao 700, y busca pisar «escenarios diferentes» y «atraer al público infantil y familiar», explica el propio Palazón, su director.
Con nombre propio
Cante. Son varios los artistas que se dedican al cante jondo en el territorio. Juanjo Navas, Lander Maicenita, Eduardo Florido, José de la Picá y Antonio Carrión.
Baile. María Martín, que estuvo en la compañía de Joaquín Cortés, Eli Belmonte, Cristina Lindegaard, Carmen Díaz y su hija, Begoña Gredilla, enseñan a bailar sobre un tablao en Bizkaia.
Guitarra y percusión. Destacan los guitarristas Yago Santos, Gaizka Baena, Juantxin Osaba y Enrique El Vaka. En percusión, Ander Anandalan, profesor de cajón y de txalaparta.
Grupos. Norte Flamenco y La Mara y Gus tiran por las rumbas y tienen en verano varios bolos en fiestas y locales de hostelería.
Referencia mundial
«Hay festivales en todo el mundo que vienen a pedirnos asesoramiento, sobre todo desde el homenaje a Paco de Lucía que hicimos en 2014. Me llamaron para llevarlo a Rusia y a toda Europa», se regocija José Luis Palazón, que este año ha empezado a programar también en San Sebastián y pretende hacerlo próximamente en Vitoria y Pamplona, «siempre bajo la marca Bilbao Flamenco». «Este evento acerca a mucho público y llena plazas hoteleras. No tiene el tirón del pop rock y de citas como el BBK Live, pero atrae a otra audiencia que viene de todo el País Vasco y del norte de España, así como del sur de Francia focos fundamentales de la afición y del crecimiento del arte jondo, a la que éste no llega, y promociona a la ciudad con algo que tiene mucho nombre, el flamenco, que es Patrimonio de la Humanidad desde hace seis años», argumenta. El programador recuerda que, en la Semana Santa de 2008, «el Ayuntamiento me pidió que organizara algo. Bilbao estaba vacío y llovía a mares. Pues bien, los turistas que había en la ciudad acabaron en el Euskalduna viendo flamenco».
Jon Ortuzar, director del Palacio de Congresos, confirma que, «en términos generales, la acogida de este tipo de espectáculos es buena en Bizkaia. No sólo no hay ningún miedo a planificar espectáculos que incorporen flamenco, en especial de ballet, sino que los promotores saben y conocen que aquí hay una buena recepción, siempre que sea bueno, claro». En este sentido, Ortuzar avanza que el 27 de diciembre el Euskalduna acogerá, tal y como hizo hace dos años, la ópera Carmen del dramaturgo Salvador Távora, un show de raíces andaluzas con cante, baile, la banda popular de cornetas y tambores de la Cofradía de la Esperanza de Triana, una de las más antiguas de Sevilla, y la irrupción de un caballo de alta escuela en el auditorio principal. Antes, el 12 de noviembre, habrá ocasión de asistir a otra representación titulada Dantzari, que fusiona las culturas vascas y andaluza.
«Mucha gente lo podrá considerar extraño, no vinculante, ya no voy a decir externo su cultura. Alguno podrá decir, y esto qué pinta aquí, que por otra parte es lo mismo que podríamos decir respecto al jazz o al folk irlandés, pero lo cierto es que los éxitos del flamenco en el ámbito internacional son arrolladores. Lo dice la crítica artística y los resultados de las giras de los grandes», apunta Ángel Asensio, director del Teatro Barakaldo. Esta sala lleva dos décadas organizando los llamados Viernes Flamencos, un ciclo que se desarrolla de enero a abril y que está integrado en la llamada Gira Flamenca del Norte, creada por la compañía Flamenco de Hoy, que lleva las actuaciones de los artistas y compañías del más alto nivel a los teatros y festivales más prestigiosos del mundo. Además de en la localidad de la margen izquierda, la tournée también recala en Vitoria, Logroño y Burgos. «Nuestra propuesta se dedica al contenido. A presentar líneas, nombres, estilos, procedencias, figuras, noveles... Toda esa gente que va conformando el universo flamenco junto con la danza, que es la que ha hecho natural la presencia de este arte en el territorio». Hasta ahora, parte de la programación de los Viernes Flamencos de Barakaldo tenía lugar a las once de la noche, pero para 2017 está previsto que se lleve a cabo a las ocho y media de la tarde en su totalidad. «Al extenderse el flamenco a más campos, tenemos que batallar por la conquista de los públicos. Hay más oferta y los grandes nombres pasan ya con regularidad por los diversos espacios escénicos», argumenta Asensio.
Para crecer y para evadirse
Hay otras propuestas interesantes para quienes, en lugar de dedicarse a contemplar, quieren probar en su propias carnes la expresividad que caracteriza al flamenco. Haceria Aretoa, un espacio dedicado a la creación y exhibición de las artes escénicas en Bilbao, ha estrenado en marzo de este año las «cenas flamencas», cuya demanda ha sido un «éxito inesperado; hasta nos vimos obligados a programar una última en julio». Eso los viernes, porque los sábados por la mañana han enseñado a padres e hijos a «descubrir el flamenco como herramienta educativa y de crecimiento personal» en un taller gratuito impartido por Mónica Núñez, pedagoga, formadora, animadora sociocultural y cantaora en diferentes compañías de baile y grupos de flamenco. La sala también organiza cursos regulares de baile desde 2014, a cargo de otra bailaora reconocida, Eli Belmonte, así como de cante y de cajón y ofrece una actuación cada segundo sábado de mes. «Después hacemos el ratico, para que los asistentes se animen a tocar las palmas y soltarse con los músicos», explica Tania Díez.
El Centro Andaluz de Barakaldo fue la primera casa regional que reunió en Euskadi, allá por 1959, a un grupo de inmigrantes que buscaban mantener y «dignificar» sus orígenes lejos de su tierra natal. Dispone de un grupo de baile compuesto por 22 jóvenes, otro infantil, con niñas de entre 8 y 10 años, y un coro Rociero, de gente más adulta. Manuel Muñoz, vicepresidente del Centro Andaluz de Barakaldo, dice ser «consciente de que, para mantener viva la llama y el interés por nuestra tierra andaluza, debemos abordar reformas con las que renovar nuestra imagen y atraer a nuevos adeptos», una tarea «difícil». Así y todo, cree que «los ayuntamientos podrían hacer más para promocionar el flamenco. Al turista le encanta y al local, cada día más», opina.
Poco más de un centenar de alumnas aprenden a bailar flamenco, «giro, danza estilizada, la colocación del cuerpo, la coordinación» y a tocar las castañuelas en la escuela que Carmen Díaz abrió hace cinco años en la Calle General Eguía de Bilbao. «Yo impartía clases de baile flamenco en siete gimnasios y no me daba la vida, cada vez se apuntaba más gente, así que abrí mi propia escuela», comenta esta «gaditana del barrio de Santa María, donde vivió Chano Lobato, considerado el mejor intérprete de los cantes de Cádiz», indica orgullosa. «Mis alumnas vienen de Bilbao, Algorta, Plentzia, hasta de Santander. Tengo médicas, juezas, enfermeras, abogadas... Muchas se apuntan porque han visto que ahora se lleva más que antes y hay más promoción. Otras, porque lo prefieren al gimnasio. Y bastantes vienen para evadirse o porque son tímidas y necesitan soltarse. Salen como nuevas», asegura Carmen Díaz.
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