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Eider Burgos
Jueves, 9 de junio 2016, 01:13
Apenas han pasado quince minutos de la medianoche y quién diría en Jardines de Albia que es viernes. La estampa es bien diferente a la que se podría encontrar hace unos años, cuando los bancos estaban a reventar de cuadrillas cargadas de botellas. Hoy, último ... viernes de mayo, no hay valiente que se atreva a asomar un litro al aire libre en el corazón de Bilbao, con un coche de la Ertzaintza apoltronado en medio de la zona ajardinada. Y eso que el tiempo acompaña. Solo una pareja de relaciones públicas se pasea alrededor de la fuente, repartiendo a los pocos que por allí pasan unos vales por un chupito en el 'Da Vinci'.
El incremento de la vigilancia en la zona ha complicado que los más jóvenes calienten la noche gracias al botellón. «Hoy hemos tenido que salir corriendo, y a cuatro amigos les ha caído una multa de 100 euros», explica Lucía que, ataviada con corona, varita y cinta -es su 22 cumpleaños-, apura un vaso de plástico a la entrada del 'New Bilbao', en Uribitarte Kalea, la mitad del local reservado para la fiesta de graduación de un instituto. Desde aquí hasta la sala doble 'Back & Stage' -con importante despliegue de seguridad-, la bolsas del 'súper' son algo común. Muchos han cambiado el verde de Jardines de Albia por las vistas a la Ría del Paseo Uribitarte. Esconden los 'litros', entran antes de las dos de la madrugada al local -tope para conseguir la entrada gratuita- y vuelven a salir hasta acabar con las existencias. «¿Quién va a pagar 8 euros por un cubata?», exclama Nerea, la más indignada del grupo. «¡Si estamos a dos velas! Deberían poner una zona como el 'botellódromo' de Granada donde no molestásemos a nadie». ¿Y la suciedad a la mañana siguiente? «No todos manchamos», promete.
Es la segunda semana que la cuadrilla se encuentra con una patrulla del Ayuntamiento que vela por que no se arme escándalo en la vía pública. Lucen una acreditación del Consistorio, son jóvenes y «van de buenas». «En vez de multarnos, nos piden que vayamos a otro sitio donde no molestemos tanto. Muy majos, así nosotros también respondemos bien», opina Edu. Lucía, estudiante de la UPV/EHU de origen riojano, da con una solución: «En otros lugares los estudiantes hacen sus fiestas en los Campus. Podría ser una forma de descargar estas zonas».
«Desde hace unos meses la policía se ha puesto seria con el tema del botellón. Seguimos a rajatabla la prohibición de no sacar vasos fuera del local», cuenta Sergio, dueño del 'Mistyk' en la Avenida Mazarredo, ya repleto desde la una de la madrugada al ritmo del «picky picky» de Joey Montana. La avenida, antes epicentro de la fiesta, presenta un aspecto muy diferente de cómo lucía hace un lustro. Al final de la calle, ni un alma. «Esa zona ha bajado muchísimo», opina Sergio. «Yo prefiero no tener a nadie que meter a cualquiera en el bar, y en ocasiones nos hemos expuesto a eso. Sobre todo en los años de la crisis». Según él, la crisis, la principal culpable del «bajón» nocturno: «Antes los chavales de 20 años tenían trabajo. Ya no, y hace falta dinero para salir. Ahora lo mismo estamos un jueves llenos que al siguiente no hay nadie». «Por suerte», a ellos les «va bien», con una clientela que ronda los treinta, «aunque hay de todo». Es uno de los pocos sitios a los que acudir entre semana hasta bien entrada la madrugada: de domingo a jueves sirven tragos hasta las cinco; viernes y sábados, hasta las seis.
¿Y ya viene alguien un martes?
Sí, gente de la hostelería, algunos que están de congresos, enfermeros que trabajan por turnos... Y muchos jugadores del Athletic. Es para ellos y la gente de negocios que tenemos botellas muy caras.
Van Morrison un viernes por la noche
Probamos a entrar a 'Back & Stage' -dedicadas al reggaeton y al pachangueo, respectivamente-, pero nos deniegan el paso a no ser que paguemos la entrada de 10 euros: «Está lleno», argumentan. La entrada da acceso a las dos salas... solo los viernes. Los sábados, los tickets de cada sala son independientes, así que cuidado con equivocarse. Ascendemos así las escaleras que conectan con Done Bikendi Kalea -incontables bolsas y cuadrillas- y llegamos a uno de los principales focos de la zona: el 'Kafe Antzokia' un clásico que acaba de cumplir veinte años y sigue en plena forma. Fuera, sobre el asfalto, su público se mezcla con los que toman algo en el 'Ambigú', restaurante de día, pub de noche y de perfil similar. Dentro, la platea del Antzoki está a reventar desde bien temprano gracias a la final del concurso Maketa Lehiaketa 2016, que proclama al conjunto de Maruri Jatabe 'Dekot' como vencedores. De una forma u otra, el lleno aquí es habitual: el café teatro hace de 'fregadera' de gran parte del público que vuelve del Casco Viejo, donde la mayoría de bares cierran alrededor de las tres de la madrugada. Junto a la sala 'Azkena', la principal apuesta de quien busca una noche de ritmos rockeros o alternativos.
«¿Quién más pone Van Morrison un viernes a la noche?», lanza Txopo, encargado del 'Azkena', en la calle Ibáñez de Bilbao, sala de conciertos y bar. Su mayor baza, la 'playlist': «Si buscas este tipo de música, no tienes mucho más a donde ir. La combinamos con otros estilos, como Pharrell Williams o Michael Jackson, pero aquí no escucharás 'La Gozadera'», advierte. También presumen de «no tener líos» y de contar con una clientela fija de todas las edades a la que gustan invitar a un chupito de vez en cuando. Su única pega, los horarios: «Los jueves abrimos hasta las 4.30 horas y los fines de semana hasta las seis. En verano nos dejan abrir treinta minutos más; puede que el Casco Viejo sí lo note, pero a nosotros no nos sirve para nada. Debería ser al revés, es en invierno cuando tenemos público», se queja.
Y los clientes, ¿son generosos?
Aunque nos mantenemos en una línea recta, no tiene nada que ver con hace ocho años. La gente no tiene ya la misma alegría, sobre todo las nuevas generaciones, que les cuesta más tener ingresos. Las tendencias de consumo han cambiado. Hace años era impensable beber en un portal.
Justo enfrente, en el 'Memorial', los clientes no suelen escatimar en gastos. «Aquí, se dejan lo que tienen. Y si no, tiran de tarjeta», explican sus encargados. Los que aquí acuden, trabajadores y universitarios con ingresos, cambian zapatillas por zapatos y a Kings Of Leon por Marc Anthony. Llevan doce años sirviendo copas entre sus columnas repletas de rosas blancas, y cuentan con fieles que no dejan escapar un fin de semana. En esta calle se hacen de rogar y tanto en el 'Azkena' como en el 'Memorial' apenas superan la decena a la una de la mañana; poco más de media hora después, deberán hacer cola en la puerta. Llegadas las seis, se encienden las luces y todos a casa. Ahora la 'fregadera' es Jardines de Albia, aunque sea previo paso a casa.
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