«La rueda del tractor le aplastaba las piernas, lo levanté a pulso como pude»

«Estaba boca abajo, como enterrado, lleno de barro, las pasó canutas el pobre». Javier, ertzaina destinado en la comisaría de Vitoria, paseaba a 'Neska', una preciosa hembra de pastor alemán, por las inmediaciones de su casa, en el barrio Batiz de Fruiz. Una zona idílica de pinos y prados verdes, aislada en el monte, por donde «sólo pasan coches y desde donde no se ve nada, así que el hombre podría haberse quedado allí. Ha tenido mucha suerte».

Javier hizo el hallazgo cuando regresaba a casa sobre la una del mediodía del pasado 11 de mayo. Trazaba una curva de la carretera cuando vio a lo lejos un tractor en medio de la cuesta, justo sobre un cuadrado de tierra. «Escuché el motor acelerado a tope y eso me mosqueó». Sin embargo, desde aquella distancia, no apreciaba nada extraño. Se le ocurrió silbar por si contestaba alguien y decidió llevar a Neska a casa para regresar más tarde y comprobar lo que ocurría.

Ascendió campo a través hasta que vio al hombre «debajo del tractor, a unos cincuenta metros de distancia». Llevaba allí una hora y media y el sol azotaba con fuerza. «Levantaba la cabeza de arriba abajo y le pedí que no se moviera». Ya no tenía fuerzas ni para gritar. «La rueda izquierda le aplastaba las dos piernas y parte de la cadera». De inmediato, el agente fuera de servicio llamó al 112, que activó el protocolo de rescate. Mientras llegaban los equipos de emergencia, Javier se puso manos a la obra.

«Apagué el motor y, como por allí no había nada con lo que alzar el tractor, metió las manos por debajo del neumático y lo fui levantando a pulso poco a poco, me costó mucho. Cuando yo subía, él iba sacando las piernas hasta que me dijo que ya no podía más. Estuve así un cuarto de hora, hice un montón de alzadas». Ha pasado ya casi una semana y aún se le aprecian en el hombro las heridas que le produjo «una chapita» del tractor en la que se apoyaba para izar el vehículo.

El ertzaina, destinado en Seguridad Ciudadana, lleva doce años en el cuerpo y ha sido miembro de la Brigada Móvil. El agente no es de la zona, sino que se encuentra de paso, y no conocía al hombre, aunque sabe que vive por allí con su mujer, también de edad avanzada, ajena por completo a lo que le ocurría a su marido. El hombre había salido a arar la tierra con su pequeño tractor, tipo 'Pasquali'. «Le pregunté si sabía lo que le había pasado, pero no me contestó».

«¿Sientes las piernas?».

Javier suspiró al escuchar un 'sí'. Le palpó los pies y no apreció ninguna fractura. Finalmente, logró rescatarle.

Felicitación del 'nagusi'

Al poco llegaron los primeros ertzainas de la comisaría de Gernika, que cubre la zona de Fruiz, además de bomberos y sanitarios. Entre todos, le inmovilizaron en una camilla y le bajaron hasta la carretera, donde aguardaba la ambulancia de Osakidetza, que le trasladó a un hospital. Le pusieron oxígeno porque apenas podía respirar. Después del esfuerzo, el hombre se había quedado como «aturdido».

Después de haber salvado la vida a una persona, Javier admite que se siente «bien», aunque «no quiero darle demasiado bombo». «En nuestro trabajo estamos acostumbrados a hacerlo a diario». Ayer por la mañana recibió una llamada del nagusi de la comisaría de Gernika en la que le transmitía la «felicitación» del Departamento de Seguridad por su actuación fuera de servicio.

El pasado domingo, una hija del hombre al que salvó acudió a su casa, probablemente con la intención de agradecerle que ayudara a su padre, aunque él no estaba. Le alegra saber que se encuentra bien y se va recuperando del susto, que de no haber «mosqueado» a Javier, podía haber tenido peores consecuencias.