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Agentes de la Ertzaintza intentan localizar alguna pista.

El crimen de Pedro Mari, 'el bendito'

Un hombre con una discapacidad intelectual fue asesinado a puñaladas por un compañero del taller al que acudía en Gallarta y con el que compartía novia, en junio de 2000

Ainhoa De las Heras

Lunes, 21 de marzo 2016, 03:23

Pedro Mari Benito de la Cruz, de 47 años, «era un buenazo, eludía cualquier conflicto, jamás se metía con nadie y por no ofender ni hablaba». Así le describía el director del taller para personas con discapacidad intelectual al que acudía en Gallarta. El hombre, ... que padecía una minusvalía de entre el 33 y el 50% llevaba cinco años saliendo con una joven, que estaba embarazada. El hallazgo del cadáver cosido a puñaladas de Pedro Mari en una zona de huertas en el barrio de Loredo el 31 de mayo de 2000, conmocionó a la localidad minera. Su madre había denunciado ante la Policía su extraña desaparición un día antes. El vecino que encontró el cuerpo avisó a la Policía Municipal de Abanto y a la Ertzaintza.

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«Quien le haya hecho esto no tiene corazón», clamaban sus vecinos. Nadie se explicaba quién podía haber querido hacerle daño. «Era un bendito, una persona maravillosa, nunca discutía ni se metía con nadie». Unos meses antes del crimen, unos encapachudos le habían pegado una paliza cuando salía de trabajar para apoderarse de las 60.000 pesetas de entonces por su labor en el taller de carpintería para la integración de estas personas con minusvalía psíquica, por lo que todo el mundo pensó en que podía haber sido víctima de nuevo de delincuentes comunes.

Sin embargo, la investigación de la Ertzaintza concluyó que el autor del homicidio había sido un conocido, un compañero del centro para personas con discapacidad intelectual que, llevado por los celos, acabó con su vida. Al parecer, también pretendía a la novia de Pedro Mari. Tras el crimen, el hombre ocultó el arma blanca en un agujero en el baño del taller, donde durante un registro fue localizada por los investigadores.

Inimputables

El detenido, vecino de Ortuella de 32 años que sufría una discapacidad del 47%, reconoció ante el juez de guardia de Barakaldo su participación en los hechos y fue puesto a disposición de sus familiares, que colaboraron con la Policía. Al registrar su vivienda, los agentes encontraron prendas de ropa del arrestado manchadas de sangre. En una nota de prensa, la Ertzaintza atribuyó el móvil del crimen a «una enemistad entre ambos por una cuestión sentimental».

Al parecer, ambos, que habían trabajado juntos durante 9 años, se encontraron el día de autos en una campa cercana al campo de fútbol y a la estación de tren del barrio de Gallarta. Allí, presa de los celos, le asestó varias puñaladas en el pecho y la espalda, alguna de ellas mortal.

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Los homicidios cometidos por un niño o por una persona con una discapacidad intelectual plantean dudas de tipo legal. En función de la edad del menor y del grado de minusvalía pueden llegar incluso a ser considerados inimputables penalmente, y se aplicaría un eximente completo, por lo que podría no llegar a celebrarse un juicio. En otros casos, la pena de prisión puede ser sustituida por una medida de seguridad de internamiento en un centro psiquiátrico o similar.

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