Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Ainhoa De las Heras
Lunes, 1 de febrero 2016, 00:44
La desaparición de Gaizka Echevarría, de 30 años y vecino de Santutxu, fue un misterio durante 15 días, aunque todo apuntaba a un desenlace terrible. El joven, casado desde hacía cuatro años, regentaba una 'growshop' (tienda de cannabis) en su barrio y era «buen amigo ... de sus amigos». El día de su desaparición, el 11 de noviembre de 2008, había quedado con Hatim, de origen magrebí, que entonces tenía 20 años, y Jonathan, de 21, clientes habituales de su negocio, a quienes reclamaba una deuda económica. Según la sentencia que les condenó, la «finalidad» del crimen pudo ser algo tan frívolo como que Hatim quería quedarse con el 'BMW M3' de Gaizka. De hecho, dos días después de matarle y cuando todavía no aparecía el cadáver ni se sabía qué le había ocurrido, tuvo la frialdad de acudir con la documentación del coche y el DNI del fallecido a hacer la transferencia a Tráfico.
El día de autos fueron juntos al chalé que Hatim tenía alquilado en el barrio La Baluga de Sopuerta y en el que vivía con su novia, de 19 años. Gaizka avisó por teléfono a su mujer de que llegaría después de comer, pero se equivocaba. La charla terminó en el txoko.
Allí, según declararon los autores del crimen en el juicio, sin que Gaizka se lo esperara, primero Hatim le disparó en la cabeza y después entre él y Jonathan le asestaron un total de 29 cuchilladas que le provocaron la muerte. Ambos limpiaron de sangre la escena y trasladaron el cuerpo hasta una vaguada cercana, junto al colegio San Viator de Sopuerta, donde cavaron una fosa y le enterraron. Después, compraron una garrafa de gasolina y prendieron fuego al coche para eliminar cualquier rastro. Jonathan sufrió una quemadura en la cara mientras daba fuego al vehículo que le delató.
En el coche con el asesino
Declaró como testigo ante la Ertzaintza y mantuvo durante dos semanas que Gaizka les dijo que había quedado con un tal Urko, de Muskiz. La mujer de la víctima llegó a montarse sin saber que era el asesino en el coche con Hatim para ir a buscarle por la zona de Encartaciones. Finalmente, dos semanas después del crimen, Jonathan se derrumbó y terminó confesando e indicando dónde habían ocultado el cuerpo, lo que le sirvió después para rebajar su pena de prisión.
En la casa, de cuatro plantas, la Ertzaintza localizó un auténtico arsenal de armas que Hatim guardaba en una caja fuerte: granadas de gas lacrimógeno y fumígeno, una porra eléctrica, defensas policiales... por lo que también fue condenado a un año de cárcel. El juicio con jurado se celebró en enero de 2012, más de tres años después de los hechos. Fueron encontrados culpables y condenados. Al final, el Tribunal Supremo elevó la pena y le impuso a Hatim 28 años y tres meses de prisión por los delitos de asesinato con enseñamiento, al haber aumentado deliberadamente el sufrimiento de la víctima, falsedad documental y robo con violencia. Su cómplice, Jonathan, fue condenado únicamente por el crimen, con la atenuante de confesión, a 14 años de cárcel.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.