El crimen de Irala, una mordaza y un esqueleto

Había enviudado recientemente, sus dos hijos cayeron en la droga y padecía una cojera provocada por una trombosis. Su última pareja sentimental fue una toxicómana a la que conoció en Frías, donde él veraneaba y ella trabajaba como camarera. El hombre quedó prendado de la mujer y pese a las advertencias de su círculo, él se la trajo a Bilbao a vivir a su casa, en el barrio de Irala, con sus dos hijos menores. 'Juanito' necesitaba cariño. «Con mi dinero, hago lo que quiero», contestaba él cuando le insinuaban que tal vez ella no era sincera.

Huida a Cáceres

La relación no duró mucho. La propia mujer, acusada del crimen aunque finalmente fue absuelta por un jurado, confesó que el hombre le compraba droga, pero un día «harta de vejaciones» decidió hacer las maletas y dejarle. Llamó al que siempre había considerado su marido y con el que seguía en contacto, Julio M., consumidor como ella y con antecedentes delictivos -fue condenado a cuatro años de prisión por un robo-, para que la ayudara.

Durante el juicio, alegaron que «le dieron un empujón, se cayó y empezó a sangrar». El jurado no creyó esta versión edulcorada del crimen y Julio M. fue condenado por homicidio a 19 años de cárcel al entender que le mató de forma intencionada para apoderarse de su dinero. Ella, sorprendentemente, fue absuelta. 'Juanito' murió asfixiado por la mordaza, aunque el forense durante el juicio tampoco descartó un posible infarto, ya que llevaba colocadas dos válculas en el corazón. La mujer admitió en la sala de vistas que aquel día discutió «con el viejo», como se refería a él despectivamente, porque la había llamado «puta», por lo que le cogió la cartera, la tarjeta de crédito y el número clave. Sacaron 3.700 euros en cajeros en distintos puntos de España. También se llevaron su coche, un 'Peugeot 206' rojo.

Ambos, que ya estaban fichados por la Policía, fueron detenidos en enero de 2008 en Cáceres. Tras ser trasladados a Bilbao y puestos a disposición del juzgado que instruía el caso, ingresaron en prisión provisional, donde permanecieron hasta el juicio, del que la mujer salió libre y Julio M. en un furgón que le condujo de nuevo a prisión.