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solange vázquez
Lunes, 1 de junio 2015, 01:45
¿Puede la música hacer viajar en el tiempo? Ayer, en el Teatro Arriaga empezó a oírse el aria Cielo e mar de la ópera La Gioconda. Exactamente igual que ocurrió aquel lejano 31 de mayo de 1890 cuando se inauguró el coliseo bilbaíno, todo ... un acontecimiento social que reunió a la flor y nata de la sociedad de la época. La gala de aniversario celebrada ayer también fue multitudinaria: las entradas para el acontecimiento se habían vendido a velocidad de vértigo y la sala estaba a reventar. Todo el mundo quiso asistir al cumpleaños de este emblema de la villa, que no sólo es uno de sus referentes culturales, sino que se ha convertido a lo largo del tiempo en el punto neurálgico donde todo empieza y todo termina en la ciudad, da igual que sean fiestas, protestas o espectáculos.
En la gala -dirigida por el propio director artístico del Arriaga, Emilio Sagi, y las actrices Gurutze Beitia y Enriqueta Vega- se recordó a los insignes artistas que habían actuado a lo largo de los años sobre sus tablas: Sara Bernhardt, María de Los Ángeles, Montserrat Caballé, Rostropovich, Zubin Metha, Lorin Mazel... «Todos los géneros han tenido y tienen cabida en este escenario. Como el rock o el flamenco. Aquí han enardecido a los aficionados Camarón de la Isla, Loquillo o Enrique Morente», repasaba Sagi.
Carreras, Domingo y Bayo
En las casi dos horas que duró la gala -donde se utilizaron diferentes escenografías de producciones propias del Arriaga-, los espectadores tuvieron oportunidad de disfrutar de las actuaciones de grandes artistas, como la soprano Ainhoa Arteta y el músico Joaquín Achúcarro. La Sociedad Coral de Bilbao y el Coro Rossini también pusieron la nota musical a una velada emotiva en la que no faltaron mensajes enviados por algunos de los grandes del mundo de la lírica, como Josep Carreras, Plácido Domingo y María Bayo.
Con la canción Zorionak Arriaga se puso broche al aniversario del teatro. Una ocasión para recordar, como aquella otra de hace 125 años cuando los bilbaínos, ávidos de un coliseo de nivel, lo estrenaron con sus mejores galas, ataviados, como recogió la prensa de la época en un alarde de chulería, «igual que si fuesen al Real de Madrid».
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