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La justicia social de un país puede medirse por su capacidad para no dejar a nadie en la cuneta. Por sus mecanismos de protección. Eso sí, cuantas menos personas tengan que recurrir a ellos, más sano será su desarrollo económico. Es como los hospitales: tienen ... que ser buenos, pero cuanto menos se usen, mejor. En Euskadi la principal herramienta para evitar que la gente se quede en la indigencia es la renta de garantía de ingresos (RGI). Pues bien, en Bilbao la cobraron 14.588 personas el mes pasado. ¿Es mucho o poco? Es la cifra más baja desde el lejano año 2009. ¿Todo bien, entonces? Pues no.
«La situación va mejorando, pero lo hace muy poco a poco», certifica con cierta amargura el concejal de Acción Social, Iñigo Pombo. Por supuesto, que se reduzca el número de perceptores a medida que se crea empleo tras la peor crisis de las últimas décadas es una buena noticia. Significa que vamos a mejor. «Pero lo que más nos preocupa es la gente que ni siquiera ahora, cuando la situación económica mejora, es capaz de salir de una situación de pobreza». Son aquellos –y fundamentalmente, 'aquellas'– que se han cronificado en el desempleo y no logran reengancharse en el mercado laboral.
«Esa es la gente que está en una situación más difícil», razona también Juan Ibarretxe, director de Formación para el Empleo y Garantía de Ingresos del Gobierno vasco. Durante los últimos años ha habido muchos trabajadores que entraban y salían del sistema a medida que iban encontrando y perdiendo empleos temporales. Esa es la gente que ahora, cuando regresan las contrataciones, logra acceder a un trabajo. Quienes se mantienen en la RGI son, entonces, las personas que ya vienen cobrando de seguido la prestación; vamos, las que lo tienen peor, según analiza el director de Lanbide. Los expertos de distintos ámbitos consideran que en el conjunto de Euskadi hay unos 55.000 parados con posibilidades casi nulas de volver a ser contratados (por su edad, por su formación, por encontrarse en situación de exclusión...).
En la parte del vaso medio lleno está el hecho de que los 14.588 perceptores de la RGI del mes pasado son dos mil menos de los que la cobraban en los momentos más duros de la crisis. Claro, hay que recordar que en los momentos más difíciles llegó a haber en Bilbao más de 31.000 parados, mientras que el mes pasado eran 24.839. Pero también hay que tener en cuenta que desde el inicio de la primera recesión hasta ahora la ciudad ha perdido más de 10.000 habitantes. Así pues, en todo este proceso ha habido gente que ha encontrado empleo y otra que, directamente, se ha ido.
Como siempre, la situación va por barrios. «Las diferencias entre unos y otros son muy notables», admite Pombo. Algo que reflejan muy bien las estadísticas de Lanbide. Aquí no hay sorpresas: San Francisco es el vecindario de Bilbao donde más gente vive de la RGI, en concreto, un 14,1% de sus 6.507 habitantes. Le sigue Otxarkoaga (13%) y Bilbao La Vieja (10,4%). Mientras, los barrios con más nivel adquisitivo (fundamentalmente, Abando e Indautxu) no llegan al 2%.
En cuanto al perfil de beneficiario las estadísticas del Servicio Vasco de Empleo correspondientes al mes pasado también son reveladoras: mayoritariamente, una mujer de nacionalidad española con estudios básicos y sin pareja. El 61% de los perceptores son nacionales (8.989 de los 14.588 mencionados), y de ellos la mayoría (5.437) son mujeres. Se confirma así un fenómeno creciente como es la feminización de la pobreza. Y también queda claro que a menor formación, más posibilidades de pasarlo mal porque buena parte de quienes reciben la RGI –siete de cada diez– únicamente cuentan con la enseñanza obligatoria, o ni eso.
Queda claro que, pese a los prejuicios machacones y poco informados, la mayoría de los perceptores de RGI son nacionales. Pero también hay una cifra notable –algo más de 5.000– de personas nacidas en el extranjero. Normal. «Las personas que vienen a trabajar aquí desde otros países son las más necesitadas, así que es natural que sean parte de quienes necesitan la RGI en algún momento», reflexiona el concejal de Acción Social. En fin, que las ayudas son para quien las necesita, independientemente de su origen.
En este punto también hay datos reveladores por sexos. Entre los perceptores procedentes de Sudamérica (2.519), la inmensa mayoría casi 2.000, son mujeres. El motivo es que de estos países llega población esencialmente femenina orientada al trabajo doméstico, cuidados, etcétera. Sin embargo, entre los africanos, ya sea del Magreb o de países subsaharianos (suman 2.417), ellas son minoría (756).
Por último, también hay que recordar que la RGI sale al rescate de un buen número de pensionistas con prestaciones bajas; suman 3.560 en la ciudad, (la cuarta parte del total). Y, sí, la mayoría (2.339) también son mujeres.
Además del descenso del paro, el director del Gobierno vasco encargado de la RGI apunta otro factor que explica una pequeña parte del descenso en el número de perceptores en Bilbao y en el conjunto de Euskadi. «Las mejoras en los sistemas de control» hacen que emerjan «incumplimientos», lo que provoca ciertos abandonos, explica Juan Ibarretxe. «No estamos hablando de fraude», matiza, sino de situaciones que provocan la suspensión de la ayuda como «no renovar la demanda de empleo, no comunicar ciertas circunstancias, la incorporación de otras personas a la unidad convivencial...».
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