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José Luis López Cabezuelo tiene muy claro cuál fue el peor momento de su vida: el 12 de noviembre de 2015, a las diez y media de la mañana, le diagnosticaron un neuroblastoma a su hijo Pablo, que entonces tenía 2 añitos. «Ese es el ... día más amargo, ahí no ves salida», resume este albaceteño. En realidad, salida sí había, pero estaba al final de un trayecto marcado por la incertidumbre: el niño tenía una probabilidad de curación del 30% y, por eso, hoy José Luis insiste una y otra vez en «la suerte» de tener a Pablo vivo y sano, con 9 años ya. Aquellos dieciocho meses de hospitalización, primero en Madrid y después en Barcelona, tuvieron mucho de pesadilla y de montaña rusa emocional, pero hubo un momento más o menos intrascendente que se quedó grabado en la memoria del padre. Un día, Pablo le preguntó: «Papá, ¿por qué hemos dejado de ir a carreras de bicicleta de montaña?».
Esa frase ha acabado teniendo un eco inesperado en sus vidas. «Las cosas fueron bien y queríamos devolver a la sociedad la suerte que habíamos tenido, con un tratamiento que había sido posible gracias a las iniciativas y las aportaciones de otros padres», explica. Así nació El Reto de Pablo, que ha recaudado ya más de 120.000 euros. En su primera edición, en 2017, José Luis recorrió en BTT los 651 kilómetros que separan el hospital barcelonés Sant Joan de Déu de su domicilio en Albacete, como símbolo de la vuelta a casa después de los meses de ingreso. Tardó 51 horas. En la segunda, al año siguiente, cubrió en 60 horas los 679 kilómetros entre Sevilla y Albacete. Y a las ocho de la mañana de este miércoles, después del parón por la pandemia, inicia en Zamudio una tercera ruta de unos 1.100 kilómetros que le llevará, una vez más, hasta su ciudad. Serán 80 horas, incluidas tres noches. «Hasta ahora, no he tenido ese momento de decirme 'no puedo más', pero lo cierto es que esta vez lo voy a rozar. Dos noches las aguanto bien, tres no lo sé», admite José Luis, un entusiasta de la bici de montaña que solía participar en competiciones de aficionados: esas eran las carreras que tanto añoraba Pablo durante su interminable hospitalización.
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Se trata de viajes de una tirada, sin dormir, aunque sí incluyen breves paradas –«la más larga, de hora y media»– para comer, ducharse, cambiarse y organizar pequeños eventos solidarios en colaboración con los ayuntamientos de algunos pueblos: «¡La cuestión es reunir dinero y no te van a ir metiendo billetes en el maillot!», se ríe José Luis. Por ejemplo, rifan cestas con productos donados por distintas empresas, o venden boletos para sortear al final la bici que les ha regalado la empresa Berria.
Lo que se recaude en esta edición se va a destinar, a través de la asociación NEN, a dos proyectos de investigación del cáncer infantil en el Hospital de Cruces y la Clínica Universidad de Navarra. «Trabajamos con moléculas que pueden ofrecer nuevas esperanzas de curación a estos niños», aclaran Caroline Nunes-Xavier y Rafael Pulido, los investigadores principales del proyecto del Instituto Biocruces Bizkaia. ¿Y a qué se debe la salida desde Zamudio? En esta ocasión, el recorrido va a enlazar las cuatro sedes de Ingeteam, una empresa vinculada al proyecto desde sus inicios y que este año va a donar un porcentaje de la venta de equipaciones ciclistas: desde el Parque Tecnológico, José Luis va a dirigirse a Beasain (Gipuzkoa) y después a Sarriguren (Navarra) y Albacete.
¿En qué va pensando, tanto tiempo solo en la bici? «Pienso en por qué hago esto, en la suerte que hemos tenido, en esas cuatro familias españolas a las que les han dicho hoy mismo que sus hijos tienen cáncer... Pienso en mis hijos, Pablo e Israel, los tengo siempre en mente y también los llevo en una foto. Y nunca se me olvidan los dieciocho meses en el hospital: no con rencor, ni con angustia, sino por saber de dónde venimos», enumera. «Eso sí –añade–, también voy pensando en que me espera una subida bonita, en el monte Aralar, en el sabinar que me voy a encontrar pasando Vinuesa o en esa escuela de ciclismo que se me va a unir en Sarriguren, de niños como mi hijo que montan en bicicleta». El momento más emocionante será la llegada a Albacete, ya que el propio Pablo se va a sumar al reto en los treinta últimos kilómetros: «Es una forma de mostrar que lo que pedimos funciona, que con suerte, con los tratamientos pertinentes y con una investigación que siga avanzando es posible salir».
Esta tercera edición será la última..., al menos de momento. «Decir que dejamos de hacerlo puede sonar muy tajante, pero nos supone un esfuerzo grandísimo: hoy nos vamos a mover quince personas que tienen sus trabajos, sus familias...», detalla José Luis. «Eso sí, Pablo me dice que será el último reto hasta que él mismo haga el suyo propio. ¡Se pone al mando!».
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