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Cualquier aficionado del Bilbao Basket hubiera firmado a comienzo de temporada que su equipo estuviese, a falta de cinco jornadas, cómodamente instalado en la zona tranquila de la clasificación. Sin objetivos realistas mirando hacia arriba y sin amenazas que lleguen desde la parte baja, la ... ausencia de alicientes puede derivar en partidos como el de ayer. Este Bilbao Basket necesita dar su 100% en todas las facetas del juego para competir. Y si delante tiene un equipo con el talento y la profundidad de banquillo del Tenerife, todavía más. Ayer, la ausencia de esa tensión necesaria y la demostración de poderío del rival dieron como resultado una tormenta perfecta que arrastró a su paso a los bilbaínos.
El enésimo incidente con los marcadores de Miribilla retrasó el comienzo del partido y parece que desactivó al Bilbao Basket. Los de Ponsarnau tardaron más de trece minutos en cogerle el aire a un encuentro que hasta ese momento dominó el Tenerife con insultante superioridad. Primer cuarto para olvidar de los locales, con solo ocho puntos anotados y valoración grupal negativa, indicadores del nivel de desacierto de los bilbaínos. El 10-30 que lucía el marcador tras algo más de tres minutos de segundo cuarto hacía presagiar una tarde complicada en el Bilbao Arena, pero Radicevic y Ubal firmaron un parcial de 7-0 que preparó el camino para otro de 11-0 que devolvió las constantes vitales a los locales. Los triples de Sulejmanovic y Tsalmpouris encendieron a la afición de Miribilla casi tanto como varias decisiones arbitrales muy protestadas y la dinámica del partido cambió antes del paso por los vestuarios. Pese a todo, la enorme superioridad del Tenerife en el apartado reboteador y la gran distancia desde la que partían los bilbaínos dejaron a los locales a nueve puntos al descanso.
Los minutos de descanso enfriaron los ánimos y el acierto local se quedó en los vestuarios. Un triple de Bolmaro nada más comenzar el tercer cuarto y un recital exprés de Shermadini devolvieron a todo el mundo a la realidad. Esa que a día de hoy muestra una diferencia brutal de recursos entre el Tenerife y Bilbao Basket. Jaime Fernández tomó el relevo en el lado canario y en un abrir y cerrar de ojos el partido quedó resuelto. Sin acierto y dando muchas facilidades en forma de pérdidas de balón, los de Ponsarnau sacaron la bandera blanca a falta de muchos minutos para el final de un partido sin historia.
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