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Su pasado es ilustre, pero para el PAOK Salónica es un verdadero milagro deportivo formar parte del cartel de la final de la FIBA Europe ... Cup. Así lo asimila un club que acredita en su palmarés dos títulos de Liga y tres de Copa griegas, una Copa Saporta y una Copa Korac. El Bilbao Basket peleará por el título continental con un clásico del baloncesto heleno de presente modesto, con un presupuesto destinado a salarios que no supera los 600.000 euros y que, en caso de triunfo ante los vizcaínos, recibirá una prima de 250.000 euros a repartir entre jugadores y cuerpo técnico.
Es la economía de guerra de un PAOK que ha encontrado en la FIBA Europe Cup una vía para sacudirse la intrascendencia que vive en Grecia, donde gigantes como el Panathinaikos y el Olympiacos no dejan ni las migas. El club de Salónica asoma ahora la cabeza con un equipo que es pura química, la lograda por el técnico italiano Massimo Cancellieri, y que lideran sobre la cancha el escolta estadounidense Frank Bartley y el ala-pívot Dimitris Katsivelis. La final ante el Bilbao Basket es un regalo y un escaparate para una plantilla sin estrellas rutilantes, reconstruida casi al completo el pasado verano. Mientras, el club sanea sus finanzas de la mano de su presidente, Thanasis Hatzopoulos, empresario de éxito en el negocio de la paquetería y mano derecha de Ivan Savvidis, el magnate ruso de raíces griegas propietario del PAOK Salónica de fútbol, fundado en 1926 y del que dos años más tarde nacería la sección de baloncesto.
600.000 euros
es la partida presupuestaria destinada a gasto en sueldos para jugadores y técnicos del PAOK
En realidad, la buena salud del PAOK futbolero eclipsa a su rama baloncestística, que ahora encuentra terreno para reivindicarse. La presencia en la final de la FIBA Europe Cup permite al seguidor del club griego rememorar aquellos tiempos de grandeza de las décadas de los ochenta y noventa del pasado siglo. Fue la era gloriosa del baloncesto en Salónica, el apogeo de una rivalidad histórica que se mantiene entre el Aris y el PAOK, con derbis incendiarios y proyectos capaces de relegar a los clubes poderosos de Atenas. Durante aquel tiempo, el PAOK recoge la casi totalidad de su cosecha de títulos nacionales y continentales, pero también se gana el sambenito de segundón. Su estrella brilló al máximo, pero el Aris, eterno enemigo, refulgió aún más de la mano de leyendas como Nikos Galis y Panagiotis Giannakis y una recolecta de diez ligas y ocho copas griegas, además de una Korac y una Saporta. El arranque del presente siglo y la nueva Euroliga centralizaron de nuevo el poder en Atenas.
La herencia del club de Salónica cuenta con un puñado de apellidos imborrables en la memoria del baloncesto europeo. La grada del PAOK Sports Arena presume de un héroe unánime en la figura de Branislav Prelevic, escolta y líder del equipo del águila bicéfala en sus tiempos de gloria y que más adelante ejercería de entrenador y presidente. Formado en el Estrella Roja, el exterior serbio hizo las maletas con destino a Salónica para comandar el PAOK durante ocho temporadas (1988-1996) y echar raíces en esa ciudad, donde volvería en su última temporada en activo (1999-2000).
De Prelevic a Fasoulas
Prelevic fue la respuesta ante el reinado de Nikos Galis en el Aris, el hilo conductor del PAOK ganador en Europa. Es el corazón del equipo en la Copa Saporta ganada en 1991 al Zaragoza de Manel Comas (76-72) en aquella final de tintes bélicos en Ginebra. El club de Salónica estrenó su palmarés continental tras un partido convertido en batalla campal en las gradas tras los fallos de seguridad que permitieron a la hinchada griega campar a sus anchas tras agresiones y robos a los seguidores aragoneses.
El escolta serbio miraba a la zona y encontraba a otro mito del PAOK. Panagiotis Fasoulas, natural de Salónica, alimentó el palmarés del club con ese estilo de pívot ochentero, tosco de movimientos y escaso de coordinación, pero intimidador y canchero. Entabló una relación tensa con una afición atraída por su carácter, pero también implacable a la hora de recriminarle errores como aquella pérdida de balón que cometió en los instantes finales de la Recopa de 1992 y que sirvió en bandeja el título al Real Madrid. Aquel mismo año, el PAOK ganó la liga griega y 'Pani' dejó el club en el que había militado desde 1981 para fichar por el Olympiacos, un movimiento con mucho de destierro.
Sin Fasoulas, el depósito de carisma recayó en exclusiva en Prelevic, de nuevo héroe en la Korac de 1994 ganada al Trieste de un joven Dejan Bodiroga. El PAOK todavía tendría una oportunidad más de ampliar su palmarés europeo, pero un Baskonia emergente le frenó en seco en la final de la Recopa de 1996 disputada en el pabellón Araba (81-80). Era el desquite de Manel Comas por el 'atraco' de Ginebra'91, el adiós continental de un Prelevic secundado por jóvenes de la talla de Pedja Stojakovic y Efthinios Rentzias y el cierre de la brillante trayectoria europea del PAOK, que retoma ante el Bilbao Basket tras una espera eterna de 29 años.
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