Valencia 89-70 Bilbao Basket

Hasta que aguantaron las fuerzas

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El 1 a 1 del Valencia - Bilbao Basket

No estaba equivocado Jaume Ponsarnau cuando dijo en la previa que el Valencia era un monstruo disfrazado de equipo de baloncesto. «Por la entidad, por la potencia que tienen y por sus características, sin ninguna duda es el rival más difícil contra el que podíamos jugar», avanzó el entrenador de los vizcaínos. Porque enfrente estaba el equipo más valorado de la ACB (112,9); el que más anota (97,1); el que más rebotea (41); el que más triples convierte (13,8); el que más capturas acredita bajo el aro rival (14,1); y el que más asiste (21,9). Una máquina de matar que amenazaba al Surne. Lejos de empequeñecerse, los visitantes aceptaron el cuerpo a cuerpo y dieron la cara sabiendo que tenían muchas papeletas de que se la partiera el gigante. Era la única manera de desafiar la lógica y explorar terreno desconocido en busca de un milagro que no llegó.

El intercambio de golpes inicial estaba marcado por el desacierto, aunque ninguno de los dos equipos estaba dispuesto a levantar el pie del acelerador. Se jugaba a una velocidad de vértigo y a un ritmo infernal, en el que no se quemaron los bilbaínos. Ali encestó las primeras dos canastas bilbaínas y al Valencia le dio igual fallar sus seis triples iniciales. No dejó de explotar el perímetro porque así es su baloncesto: tiros de fuera, cargar el rebote ofensivo, correr como demonios y repartir más hostias que el cura en una misa de domingo. Con el 11-6 en el marcador apareció De Ridder y luego Rubén Domínguez con dos conversiones desde la línea mágica que permitieron a los de Miribilla ponerse tres arriba (11-14). Respondieron los taronja por medio de Puerto, quien facturó ocho puntos consecutivos y mandó el partido al segundo cuarto con un 19-14 en el luminoso.

El Bilbao Basket competía con criterio, intensidad y buenos porcentajes desde el perímetro. Tanto es así que se fue al descanso con un 6 de 15 en triples (40%), mientras que el Valencia ya había intentado 19 y metido 7 (36%). Kullamae saltó a la pista con una buena tarjeta de presentación con dos lanzamientos de tres tragados por la red, y De Ridder era un gigante en las luchas intestinas y también en la búsqueda del aro rival. De hecho, acabó como el máximo anotador del equipo (12). El Surne tomó forma de chicle y decidió pegarse en la suela de las zapatillas de los taronja, que sudaban a la hora de quitárselo de encima. Un parcial de 2-8 sellado con un mate de Hlinason puso a dos a los de Ponsarnau (32-30), quien observaba satisfecho cómo defendían y elaboraban los ataques sus jugadores. Marvin Jones también se unió a la fiesta, con un incansable carro de combate belga, quien convirtió dos tiros libres para mandar al equipo a los vestuarios cinco abajo (42-37). No se podía poner ni un pero al desempeño de los de Miribilla, que en muchas fases del encuentro rendían incluso por encima de sus posibilidades.

Quien más quien menos esperaba el despegue del Valencia en el tercer cuarto y el hundimiento del Bilbao Basket, pero los hombres de negro conservaron su calidad de chicle. Sobre todo gracias a los buenos minutos de Marvin Jones –seis puntos en este período–, afanado en machacar el aro valencianista. Una canasta de Ali puso a tres a los de Ponsarnau (50-47), pero los locales metieron un par de triples y un dos más uno de Jovic. Menos nueve a falta de los últimos diez minutos (63-54), a pesar de un mal día de Pantzar y peor de Cazalon.

Un triplazo de Gielo situó a seis al Surne al comienzo del período final, pero hasta ahí llegó la energía y la batería del equipo. Nunca se bajaron los brazos y pese a ello el Valencia martilleaba el aro bilbaíno y agrandaba la brecha hasta dejarla en una derrota exagerada. No la merecieron en esta dimensión los vizcaínos, que se quedaron vacíos en la recta de meta. Esperan Tofas y Tenerife, dos desafíos que pueden dar mucho a los de negro.