Los últimos 72 segundos que llevaron el éxtasis a Miribilla

Pongamos el reloj en 1'12. 72 segundos para la conclusión del encuentro. Tres abajo el Bilbao Basket. Atacaba para ponerse a uno o a empatar. El balón le llegó a Rabaseda, esquinado, y los árbitros señalaron que había pisado la raya lateral. Pérdida. Un escalofrío recorrió el espinazo de Miribilla. Balón para el Barcelona. Acabó en las manos de Mirotic, quien falló desde los 6,75. Suspiros de alivio. Hubiese sido la sentencia. La pelota –o mejor dicho el rebote– le llegó a Radicevic, quien echó a correr y anotó contra el cristal. A uno a falta de 51 segundos para el final (76-77). Los blaugrana fueron a por todas, pero este vez fue el 'asesino' Abrines quien erró el triple. Kyser capturó el esférico. Miribilla de pie. Entonces apareció de nuevo el base serbio para clavar una de tres y poner a los suyos dos arriba (79-77). Quedaban 20 segundos y la posesión era del rival.

Acierto y delirio

Laprovittola manejaba la bola, colocaba las piezas y dibujaba la jugada. Se metió en la pintura y justo cuando iba a dejar la bandeja emergió la figura de Kyser para ponerle un señor tapón. Ya no se oía nada en el pabellón. 14 segundos para el final y el Barça seguía con la posesión. Entonces el trío arbitral vio una falta de saque de Andersson y castigó a los hombres de negro con un tiro libre. La marea negra amenazaba con inundar la pista. Laprovittola se fue a la línea de castigo... y falló. Noticia. Fue su único error desde los 4,60. Los culés fabricaron una acción fantástica y dejaron a Abrines solo en la esquina, con Rabaseda y Ubal sin opciones de llegar. Esta vez acertó. Triple limpio. 79-80 en el marcador con seis segundos por disputarse.

Ponsarnau pidió tiempo muerto. Seis segundos para atacar. Un suspiro, una eternidad. Salieron a la cancha Reyes y Smith. Cortina de humo. Se la tragó al Barça. Los hombres de negro sacaron de banda y la pelota la tenía Radicevic. Cinco. La gente estaba de pie. Cuatro. La seguía teniendo el serbio. Tres. Se clavó en el parqué, armó el brazo y tiró. Desde Serbia con amor. Entró limpia. Delirio en la grada. El Barça sacó rápido y Abrines lanzó desde su campo. Agua. Bocina. El milagro se hizo realidad en Miribilla.