Georgios Tsalmpouris propone quedar en el restaurante Grecocina, situado en el centro de la ciudad y a un paso de su casa, donde suele almorzar ... cada vez que no le da tiempo a hacer la comida. «Cocino todos los días», dice con una simpatía contagiosa el techo del Bilbao Basket, un griego de 2'17 que vino hace dos meses para cubrir la baja del lesionado Jeff Withey. «Somos dos jugadores muy diferentes», comenta en una charla informal en una de las mesas del establecimiento regentado por Dinos Angelidis, un histórico del baloncesto heleno. «Era muy bueno, otro nivel, de la Euroliga», le alaba 'Gio', como le gusta que le llamen. Mientras posa para la sesión fotográfica en su «trozo de Grecia» -así se refiere al local abierto por sus compatriotas hace seis años-, Dinos invita a Retsina, vino típico de su tierra, recuerda sus triunfos con el Aris -dos Copas, una liga, una Copa Korac...-, la selección -plata en el Eurobasket de 1989 en Zagreb- y los tiempos en los que compartió vestuario con dos leyendas como Nikos Galis y Panagiotis Giannakis.
Tsalmpouris habla con ellos en griego, se atreve con un castellano más que digno -«doy clases»- pero prefiere hacer la entrevista en inglés. Eligió Grecocina porque es un amante de la gastronomía de su país y un cocinillas, pegado a los fogones y encantado de elaborar sus propios platos. Para abrir la conversación, se le presenta una lista de diez platos típicos griegos y se le pide que elija los que más le gustan. «Del uno al nueve, todos», dice entre risas. Solo deja fuera Retsina -«sabe a pino», se le oye comentar a Dinos-. «No tomo alcohol», aclara el pívot. Entonces se le pide que aconseje a los bilbaínos y les invite a degustar cuatro de ellos. No duda. «Para empezar, recomiendo Horiatiki». Es una ensalada que, entre otros ingredientes, lleva tomate, cebolla, pimiento, pepino, aceitunas negras y «queso feta, mi preferido». Luego sigue con «Dolmadakia», un alimento envuelto en hojas de vid, parra o repollo que contiene carne picada, arroz y verdura -«lo hacían mis dos abuelas»-; Souvlaki, unas brochetas de carne; y termina con el postre «Loukoumades». Se trata de un postre típico heleno parecido a los buñuelos. «Son de mi zona y somos famosos por ellos».
Tras un buen rato repasando la gastronomía griega, un ejercicio en el que opinan con discreción los dueños y algunos empleados del restaurante, el pívot abre el baúl de los recuerdos para hablar de su infancia, sus ídolos de pequeño, aficiones deportivas, vida en Bilbao, Miribilla. «Nací en una cancha de baloncesto. Mi padre era jugador profesional y también entrenador, así que mis recuerdos más tiernos están vinculados a una pista de basket. Digamos que vine al mundo con un balón naranja». Sigue pegado a él, apasionado de los aros, de los que se cuelga menos de lo que hacen pensar sus 217 centímetros. ¿Es un cuatro o un cinco? Dibuja una amplia sonrisa. «No sé qué pensar. Cuando juego de cuatro echo de menos el cinco, y al revés. Da igual la posición; lo que importa es jugar. Me encanta».
Djokovic y Toni Kukoc
Dice Tsalmpouris que con «13 o 14 años no era el más alto de la clase. Había chicos más grandes». Pero llegó su momento y se fue a las nubes. «Entre los 16 y 17, pasé del 1'97 al 2'09. Ahora mido 2'17». Una torre al servicio del Surne, donde está «a gusto. La gente ha hecho que me sienta como uno más desde el primer día. El año que viene quiero seguir en el extranjero y me encantaría hacerlo en el Bilbao Basket. Me gusta el equipo y Miribilla, donde se nota la pasión de la afición. Me han regalado dibujos con banderas griegas y hasta comida», relata agradecido.
Fuera del basket, a 'Gio' le encanta el tenis. Lo ve siempre y su jugador preferido no es el que uno imagina al tratar con un griego. «Me gusta Stefanos Tsitsipas, pero mi preferido es Novak Djokovic. Respeto a la leyenda, al más grande de todos los tiempos». También vibra con la Fórmula Uno y confiesa que creció viendo a Toni Kukoc, su ídolo. «Era zurdo y delgado como yo». También habla de referencias como «Fotsis, Mavrokefalidis, Diamantidis y Spanoulis», y en estos momentos señala a Mirotic como el jugador «más completo de Europa». Cuando fichó por el Surne, Tsalmpouris se lo dijo primero a sus dos grandes amigos: Ioannis Athinaiou y Dimitrios Mavroeidis, ambos exhombres de negro.
- ¿Qué le dijeron?
- Athinaiou estuvo poco tiempo, pero Mavroeidis jugó dos años aquí. Siempre me hablaba de Bilbao. Le encantaba.
Ahora es él quien le habla de la ciudad y de Miribilla. ¿Objetivos? «Pelearemos por el play-off. Sabemos que es complicado, pero hemos ganado al Barcelona. Hemos demostrado que podemos lograr grandes victorias». Sueña con más milagros bajo el techo del Bilbao Arena.
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