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La referencia interior del Bilbao Basket está de vuelta. Jaume Ponsarnau podrá contar con el pívot Tryggvi Hlinason para el trascendental partido de este viernes (19.00 horas) en Miribilla ante el Bàsquet Girona. Los hombres de negro recuperan así músculo y centímetros para sellar ... el aro cuando más aprieta la necesidad. El islandés ha acortado ligeramente los plazos de recuperación -se preveía que se perdiese seis partidos- del esguince de ligamento lateral externo del tobillo izquierdo que sufrió en la dura derrota en casa ante el Unicaja (43-67) el pasado 25 de noviembre.
Ese día, a una de las peores actuaciones que se recuerdan de la franquicia de Miribilla -la anotación más baja de su historia-, se sumó un doloroso parte de guerra que los de Ponsarnau han tratado de capear como han podido. Hlinason se ha perdido cinco compromisos, tres de la Liga Endesa -Valencia, Breogán y Gran Canaria- y dos de la FIBA Europe Cup -Gottingen y Oporto- con un balance de tres victorias y dos derrotas.
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Partidos se ha perdido el internacional islandés desde que se lesionó ante el Unicaja.
El equipo, como era de prever, ha echado mucho de menos la alargada figura -2,15 centímetros- del nórdico, pese a que sus números, por el momento, no son tan brillantes como los que alcanzó la campaña anterior en el Casademont Zaragoza. Con los maños promedió 7,4 puntos, 5 rebotes y 1,7 tapones por encuentro en los 33 duelos disputados el curso pasado, logrando 11,8 créditos de valoración. En el apartado taponador sólo se vio superado por el center del Real Madrid, Walter Tavares.
En los once duelos que ha jugado hasta la fecha con el Surne, suma 6,5 puntos con un porcentaje del 46,7% en tiros de dos y 5,9 rebotes para un 8,1 de valoración. Pero, con independencia de las estadísticas, que no cabe duda de que son importantes, también hay imponderables que no aparecen reflejados y que son también relevantes para el equipo como, por ejemplo, todos los lanzamientos que obliga a modificar a los rivales por su capacidad intimidatoria en la zona.
El islandés se reintegró a los entrenamientos en grupo la semana pasada y este viernes, en el primero de los tres duelos consecutivos ante rivales directos por la salvación que le restan al conjunto bilbaíno para acabar la primera vuelta, dispondrá ya de sus primeros minutos. Los de Jaume Ponsarnau necesitan dos victorias ante Girona en casa, Zunder Palencia fuera y Baxi Manresa en Miribilla para colgar el cartel de siete triunfos en su casillero y encarar la segunda mitad de liga con mayor tranquilidad.
Durante el mes que ha estado Hlinason de baja, Sacha Killeya-Jones se ha encontrado demasiado solo en la pintura, salvo por la aportación del belga De Ridder en algunos encuentros. El pívot norteamericano con pasaporte británico ha dado un paso al frente, pero no ha contado con un relevo de garantías en la rotación. Georgios Tsalmpouris -dos metros y dieciséis centímetros- ha sido el encargado de hacerlo, pero el internacional griego no atraviesa por su mejor momento. Y ello unido a que, pese a su envergadura -2,16 centímetros-, es un jugador al que le gusta más moverse por fuera que por dentro ha generado problemas.
La vuelta de Hlinason, por tanto, en un momento en el que se puede definir cómo será el camino de los hombres de negro de aquí a final de temporada en la ACB, además de rearma el 'tocado' juego interior, supone una importante inyección anímica para la tropa -una victoria en los últimos nueve compromisos ligueros-. Ganar al Bàsquet Girona -desembarcará en Bilbao por delante en la tabla, pero tras encajar también dos derrotas consecutivas- es fundamental y la marea negra pueden jugar un papel importante.
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