Una salvación histórica para cerrar un año durísimo
Miribilla ·
El RETAbet completa el milagro de la permanencia con una de las victorias más importantes en la historia del clubMiribilla ·
El RETAbet completa el milagro de la permanencia con una de las victorias más importantes en la historia del clubHubo hasta lágrimas. Sentimiento hecho agua. Por fin en la orilla, a cubierto, donde ya nada malo puede pasarle, al menos en la cancha, lugar en el que ha sufrido hasta la extenuación para continuar en la élite. El RETAbet obró ayer el milagro de ... la salvación, un imposible hecho realidad en forma de licencia para soñar compulsada por el Joventut. «¡Zorionak por la victoria y por la salvación! Nos vemos el año que viene. ¡Ojalá con público!», escribió la Penya en las redes sociales. Nadie daba un duro por los hombres de negro, por su capacidad de resurrección, clavados en los bajos fondos de la tabla durante toda la temporada, desahuciados pero contumaces en su determinación de continuar cobijándose bajo el techo de la ACB. Convivían con la depresión y la falta de confianza, con una mochila cargada de derrotas, pero siempre con fe en un futuro mejor. Incluso en las épocas más duras, cuando todo era oscuridad, el Bilbao Basket tenía pulso. Débil, irregular, pero pulso al fin y al cabo. Este pálpito se convirtió en estruendo y la película de miedo de ocho meses de duración terminó con final feliz.
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Dos horas antes del partido, aficionados del Bilbao Basket se acercaron a Miribilla para arropar al equipo. Transfusión de energía positiva, de los mejores deseos, que buscaban traspasar las paredes del pabellón. Ruido antes del silencio, que durante meses ha sido la cárcel de los hombres de negro. Una plantilla que volvía de entre los muertos para jugarse la permanencia en un duelo de infarto, en el que solo valía ganar para conservar el sello de la ACB en la ropa. La electricidad estática crepitaba en el aire, se dejaba notar hasta físicamente, consecuencia de la tensión que había en el parqué. Chispazos. Porque no era un mero encuentro de baloncesto, un domingo cualquiera, sino una batalla por la vida que iba a marcar el futuro del club. Palabras mayores, presión extrema, con el premio de la salvación al alcance de la mano y el abismo de la LEB abierto de par en par. El RETAbet lo cerró de un portazo gracias a un exhibición de juego y orgullo, dos ingredientes que compusieron uno de los platos más suculentos jamás degustados en Miribilla.
Resistir al límite
Invertir en la plantilla
Había varias efemérides anotadas en rojo en la agenda del Bilbao Basket, que conserva con celo algunas fechas para el recuerdo. En 2004, en León, el equipo consiguió el ascenso a la ACB. Fue un momento inolvidable que trajo el baloncesto de élite a la ciudad y a Bizkaia. En 2011 se alcanzó la final de la liga, después de eliminar en cuartos al Valencia y en semifinales al Real Madrid. El Barça fue una pared en los cruces por el título, pero aquel viaje conllevó el premio de la Euroliga. De hecho, en 2012 los hombres de negro llegaron a las puertas de la 'Final Four' y si no las abrieron fue porque el poderoso CSKA se interpuso en su camino, aunque también mordió polvo en Miribilla. Un año más tarde, los vizcaínos alcanzaron la final de la Eurocup en Charleroi (Bélgica), donde no pudieron con el Lokomotiv Kuban. En 2018 bajaron a la LEB y en 2019 recuperaron la categoría en un choque memorable ante el Palma. Y ayer, un 24 de mayo de 2021, resucitaron en el Bilbao Arena para conservar su plaza en la Liga Endesa. Otro apunte más para el almanaque.
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La 'final' contra la 'Penya' empezó con dos triples de Jenkins y uno de Serron. 9-0. Gasolina para el ánimo de un equipo golpeado hasta en el alma desde que hace 246 días comenzó a competir en Canarias. Entonces perdió en la prórroga y ha vivido de espaldas a la suerte, sacudido por las lesiones, contagios, confinamientos, cambios de calendario, idas y venidas de jugadores, errores y dramas en forma de partidos perdidos ya ganados. El viento cambió de dirección y empezó a soplar a favor cuando el Burgos echó una mano en el WiZink Center ante Estudiantes. Suficiente para convertirse en tormenta. Todos estos recuerdos sobrevolaban Miribilla durante uno de los compromisos más importantes en la historia del club. Los hombres de negro sacaron el choque con una solvencia inusitada, con una exhibición coral que dejó sin aire al Joventut.
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El Bilbao Basket clausuró un año durísimo, en el que nada había salido como estaba previsto. Hasta ayer. Con uno de los presupuestos más bajos de la ACB -apenas un millón para confeccionar la plantilla-, el club ha cerrado un total de 13 fichajes y varios de ellos llegaron durante la temporada. Algunos han funcionado y otros no, algunos se han ido y otros se han quedado, pero el milagro se hizo realidad y el equipo seguirá en la Liga Endesa. Deja atrás meses de sufrimiento, una escuela de vida que debe servir para no caer en los mismos fallos. Ha sido una enseñanza salvaje, un espejo en el que mirarse para rearmarse de cara a una nueva campaña. Ir al límite puede ser una excepción, nunca una regla.
Cuando ya no quedaba arena en el reloj, con un 94-73 en el marcador, el Bilbao Basket se hizo piña. Jugadores abrazados, sonrisas, gritos de alivio, saltos en el círculo central. Fuera esperaban centenares de aficionados. Dejaron sus hogares para acercarse a su segunda casa. Los hombres de negro salieron de nuevo y se regalaron aplausos y palabras de apoyo, separados por unos metros y unidos por un color. Lejos quedaba aquel mal inicio de liga con una sola victoria en diez partidos, o dos en 13, encuentros en los que llegó a competirse sin bases, jugar en la cancha del Betis sin entrenar, encerrarse en casa durante diez días por un brote de Covid y luego disputar cinco choques en 11 días. Se fueron Aaron Jones, Kinglsey Moses, Alade Aminu y Goran Huskic. Lo intentaron y no pudieron. Llegaron Kljajic, Jenkins, Athinaiou y Toté, pegamento para un puzle roto. Los pedazos encajaron, soldaron.
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Pese a nadar en un mar de adversidad, el club intentó no volverse loco en ningún momento, pendiente de las finanzas y fichando sin comprometer una tesorería exigida al límite. Sobrevivió las marchas de gente tan importante como Bouteille, Lammers, Sulejmanovic y Rafa Martínez, entre otros, pero lo ha hecho con un sufrimiento extremo que no puede volver a repetirse. Hay que buscar el dinero debajo de las piedras -conviene recordar que el RETAbet podría decir adiós en breve por imperativo legal y dejar de ser el patrocinador nominal- para armar una plantilla acorde a la exigencia de la ACB. Un sponsor fuerte es más necesario que nunca, una garantía de vida. «Gracias por creer, por los aficionados, por Bilbao, por Bizkaia, por todo», dijo Mumbrú a sus hombres en el vestuario. El futuro se tiñó de negro. En Miribilla lo llaman color esperanza.
El RETAbet aseguró ayer su decimoséptima temporada en la ACB. Jugó la primera en 2004, cuando acabó decimocuarto salvando la categoría en el año de su debut. Solo ha habido un borrón en su hoja de servicio en la élite, el descenso en la campaña 2017-2018. Entonces el equipo terminó penúltimo y bajó a la LEB Oro, donde apenas estuvo una campaña para lograr el ascenso en la 'Final Four' de Miribilla. El balance de los hombres de negro en la Liga Endesa se traduce en siete play-off y en una final por el título, que en 2011 le enfrentó al Barcelona. No hubo nada que hacer, pero el cruce permitió a los vizcaínos disputar la Euroliga. La posición media del Bilbao Basket en sus 16 concursos en la ACB es décima, zona templada de la tabla y cerca de los ocho primeros. Su mejor clasificación en la fase regular fue el cuarto escalón al que se subió en el curso 2014-2015, mientras que la peor, sin contar la temporada del descenso, es la que acaba de firmar (17º). Eso sí, ha sabido a gloria porque conseguir la salvación después de un sinfín de contratiempos otorga un valor extraordinario a una de las plantillas más baratas del campeonato. Los hombres de negro despidieron ayer la campaña con una cena, en la que más de un jugador dijo adiós a Bilbao.
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