«Vamos a anunciar algo que les va a sorprender». Jonathan Rousselle no ha perdido ni un ápice del sentido del humor que le viene de serie y con el que llegó a Bilbao en 2019. Con una amplia sonrisa, acompañado por la presidenta Isabel ... Iturbe y el director deportivo Rafa Pueyo, el ya excapitán de los hombres de negro ha comparecido este miércoles en Miribilla para despedirse de la que ha sido su casa durante las últimas tres temporadas. Lo ha hecho con palabras de agradecimiento y cariño, convencido de que había encontrado su lugar en el mundo. Un trozo de él lo llevará a Dijón, ciudad en la que proseguirá con su carrera. «Han sido tres años inolvidables para mí y mi familia», ha asegurado el base en un acto en el que también ha estado presente Javi Salgado. El francés, con 84 partidos en la ACB y 627 puntos anotados, muchos con ese particular estilo de arquero que arrastra desde niño, ha cerrado un capítulo hermoso de su vida. Tanto que no ha dudado en subrayar que regresa a su país siendo «mejor jugador y mejor persona».
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Con un cartel conmemorativo a sus espaldas, en las que se le veía por cuadruplicado con distintas camisetas del Bilbao Basket, Rousselle ha hecho un breve repaso de su carrera y lo ha enmarcado en la consecución de una serie de objetivos con los que se ilusionaba desde pequeño. «Al inicio, el objetivo era jugar mejor que mis dos hermanos mayores. Esto lo he conseguido. Luego quería llevar mi baloncesto a un buen nivel, también puedo decir que lo he logrado, y ser profesional en Francia. Era un sueño». Poco a poco cumplió con los retos fijados, y al final dio el paso decisivo. «Lo que no me puedo creer es que he podido competir fuera de mi país, encima en España. No sé cómo ha pasado, pero estoy aquí despidiéndome después de tres años y no me parece algo real. Pero lo es, y doy las gracias a todo el mundo», ha comentado mientras recorría la sala con la mirada y conectaba de forma personal con todos los asistentes. «Tengo suerte de haber vivido esta experiencia, este viaje», ha recalcado el base galo.
A diferencia de otros muchos profesionales de la canasta, cuya presencia en una ciudad se limita a sus actuaciones en la cancha, Rousselle se ha sumergido en la vida de Bizkaia. Ha aprendido el idioma -«lo hablo correcto»-, se ha volcado con el club y el vestuario y, según ha precisado Pueyo, «siempre ha puesto por delante el colectivo a sus intereses personales». El francés ha dado las gracias repetidas veces al Bilbao Basket por haberle permitido probarse en la ACB, «la mejor liga de Europa», una competición en la que le hubiera gustado seguir. ¿Y en el Surne? También, pero ha reconocido con toda la naturalidad del mundo que no se ha ganado la continuidad. «Estaba claro que esto era un fin de ciclo; y con la marcha de Álex (Mumbrú), más. No ha sido mi mejor temporada. Es ley de vida y del deporte. Si no estás a tu mejor nivel... El club tiene que contar con los mejores». Una declaración impregnada en honestidad, una característica que le ha acompañado desde el primer día en la capital vizcaína.
Rousselle ha hecho un balance positivo de sus tres tempordas en el Surne, con una clasificación para el play-off, una salvación milagrosa y un casi. «Hemo estado a una bandeja de acabar octavos», ha dicho en referencia al tiro fallado por Rafa Luz ante el Betis. Su momento más feliz como hombre de negro tuvo lugar en su temporada de estreno, cuando el equipo se metió en la Copa ganando al Barça en el Palau. «Era increíble. Me acuerdo de todo perfectamente». Lo peor ha sido el tiempo que pasó lesionado, una etapa que recuerda con amargura. «Lo peor es no poder jugar ni ayudar a los compañeros». No teme por el futuro del Bilbao Basket, en pleno proceso de reconstrucción. «El club está en buenas manos. No tengo miedo. Saben cómo hacer las cosas con poco dinero. Ahora es un momento clave -ha comentado en referencia al banquillo y los fichajes-, pero confío en el club al cien por cien». Pueyo e Iturbe han sonreído y le han trasladado todo su cariño. «Es un MiB con mayúsculas. Buen jugador, compañero y excelente persona. Espero que el baloncesto nos vuelva a juntar en Miribilla», ha deseado el director deportivo. «Es uno de los nuestros. Su compromiso ha sido total», ha añadido la presidenta.
Entonces se le ha preguntado por el Dijón, su nuevo destino. «Es un contrato de cinco millones...». De nuevo Rousselle en estado puro, sonriente, socarrón y cercano. Se marcha a un buen equipo, consolidado en Francia, consciente de que a sus 32 años tocaba mirar al futuro. «Lo hago por mi familia, por mi mujer y mis hijos». Una parte de ellos quedará para siempre en Bilbao, donde fueron felices. Sobre todo el arquero francés, un profesional con mayúsculas.
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