![«Rezo por los jugadores de los dos equipos, que no haya lesiones». Los 'hombres de negro' descubren sus 'manías' antes de los partidos](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/02/15/Pantzar2-kJlC-U2101541219379fs-1200x840@El%20Correo.jpg)
![«Rezo por los jugadores de los dos equipos, que no haya lesiones». Los 'hombres de negro' descubren sus 'manías' antes de los partidos](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/02/15/Pantzar2-kJlC-U2101541219379fs-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Suelen salir a la cancha hora y media antes del partido. Algunos. Otros apuran más allí dentro, entre el vestuario y la camilla de los fisios. Cada uno tiene sus ritmos, costumbres, tiempos, rituales. Más o menos complejos, complicados o simples, pero quien más quien menos se ajusta al cumplimiento de una serie de liturgias previas que, de acuerdo con sus códigos y preparativos, sirven para entrar bien al partido y acabarlo mejor. Los jugadores del Bilbao Basket hablan en EL CORREO de hábitos y manías que llevan a cabo antes de que el balón vuele por los aires. Hay un poco de todo, desde la afición por la fruta de Keith Hornsby hasta el rezo de Melwin Pantzar –también de Adam Smith– y la ducha de Alex Renfroe previa al baño en sudor en la pista. También están los que no hacen nada especial, como Denzel Andersson, Tryggvi Hlinason –se bajó de este carro– y Unai Barandalla. Llegan, se cambian, calientan y juegan. Pero son la minoría.
Primero, uno por uno:
Alex Renfroe: Tiene que ducharse antes del partido.
Melwin Pantzar: Reza antes de los partidos. Reza por los jugadores de los dos equipos, luego por el suyo y finalmente por sí mismo. «Creo en Dios y me ayuda».
Adam Smith: Reza y luego se pone los cascos con su música para calentar. Tiene una playlist con temas de «Atlanta, Georgia, de donde soy yo».
Kristian Kullamae: Elige melodías diferentes en el calentamiento en función de las sensaciones. «A veces escucho música estonia, otras hip hop y también española. Cada día puede ser diferente».
Tomeu Rigo: Entra con el pie derecho en la cancha. «Cuando me acuerdo», precisa.
Xavi Rabaseda: Después de la charla prepartido, siempre sale primero, encabezando el equipo para ir a calentar.
Álex Reyes: Sale con las zapatillas desatadas y se las ata en el banquillo. Al igual que Rigo, entra en la pista con el pie derecho.
Keith Hornsby: Tiene que comer una manzana o media manzana antes del partido. «Si no la acabo, lo hago en el descanso».
Thijs de Ridder: Sale con las zapatillas desatadas y se las ata en el banquillo, al igual que Reyes.
Gio Tsalmpouris: Mide todos los tiempos. Se cambia y hace los estiramientos a la misma hora. Es el último en ir y en salir del vestuario.
Tryggvi Hlinason: Ya no hace nada. Antes solía amagar con poner un tapón al jugador que iba a dejar una bandeja en el calentamiento. «Dejé de hacerlo. No quiero pensar que si una cosa sale mal, el partido irá mal.
Sacha Killeya-Jones: Sale con los cascos y calienta con la música.
Unai Barandalla y Denzel Andersson: Sin rituales.
Jaume Ponsarnau: Tiene rutinas que le «ordenan». Llegar al pabellón como mínimo hora y tres cuartos antes, cosas de la ropa...
Resulta curioso y hasta hipnótico verles cumplir con sus protocolos personales e intransferibles, ajustados a un guion milimétricamente medido. Algunos jugadores los ejecutan en público y otros en privado, en la intimidad de la caseta. Como por ejemplo Hornsby, quien hace su ritual en el vestuario. «Sé que esto puede sonar raro, pero antes de cada partido tengo que comer una manzana o media manzana. Si no la acabo, lo hago en el descanso», confiesa el último fichaje de los hombres de negro. Pantzar tiene una costumbre más espiritual. «Rezo antes de entrar en la cancha. Rezo por todos los jugadores, de los dos clubes, que estén sanos y no haya lesiones», se confiesa el base sueco. Y añade: «Luego lo hago por nuestro equipo, para que ganemos, y al final por mí, que tenga una buena actuación individual. Lo he hecho toda mi vida. Creo en Dios y me ayuda», explica el internacional de Valsta.
También Adam Smith reza antes de cada partido, un momento de recogimiento que cumple a rajatabla, y luego se pone sus cascos. «Tengo mi playlist, con temas de Atlanta, Georgia, de donde soy», desvela el escolta americano. Se le ve en el calentamiento con ellos puestos, en su mundo, al igual que Sacha Killeya-Jones y Kristian Kullamae, metidos en las melodías elegidas con cuidado. «Rituales como tales no tengo, pero en función de las sensaciones escucho un tipo de música u otro. A veces es estonia, otras hip-hop y también española. Cada día puede ser diferente», precisa el 'dos' de Tallin. Smith suele escoger también el balón con el que se juega. En más de una ocasión se lo ha entregado a Txipi, delegado de campo, para que se lo dé a los árbitros. Esa bola suele estar marcado.
Dice Tomeu Rigo que entra en la cancha «con el pie derecho... Cuando me acuerdo». No es muy supersticioso el capitán. «Hago mis rutinas con el ruso –así llaman al preparador físico Cristian Lambrecht– y ya está». Tampoco es de liturgias Hlinason, quien confiesa que antes «tenía algo, poco, nada especial». ¿Qué era? «Veía a un jugador que iba a dejar una bandeja –en el calentamiento– y le hacía la finta de taponarle. 'No, no, que tengo que meter la primera (canasta)', me decía. No quiero pensar que si una cosa sale mal, el partido irá mal. Así que dejé de hacerlo», argumenta la torre islandesa. Los que siguen con sus cosas son Álex Reyes y Thijs de Ridder. Los dos salen del vestuario con las zapatillas desatadas y atan los cordones en el banquillo. El belga se queda ahí, mientras que el extremeño aporta un extra. «Después de la charla del equipo entro en la pista con el pie derecho». Como Rigo. Espejos.
Lo que hace sin embargo Gio Tsalmpouris es funcionar como un reloj. «Tengo una serie de tiempos marcados. Me cambio siempre a la misma hora, hago los estiramientos a la misma hora y soy el último en ir y en salir del vestuario», revela el griego.
Todo lo contrario que Xavi Rabaseda.
«Después de la charla prepartido –desvela el alero–, cuando faltan unos veinte minutos para calentar, soy el primero en salir». Se le ve encabezando al equipo, saludando a los chavales que se acercan al túnel por donde aparece la plantilla antes de saltar al parqué. «Tras el grito de 'bat, bi, hiru, Bilbao' me pongo al frente del grupo. Lo hago desde que estoy aquí. He cogido el hábito. No es superstición. Como lo hice el año pasado, y nadie ha pedido hacerlo ahora, lo he mantenido», aclara el catalán.
Y luego está Renfroe, quien confiesa que hace «muchas cosas» previas a la batalla en la pista. Descubre dos. El base admite que le gusta «meter la primera canasta» en el calentamiento y que debe pasar por agua antes de romper a sudar. «Tengo que ducharme antes de los partidos», descubre el americano, quien se encarga de elaborar el baloncesto del Bilbao Basket.
¿Y qué pasa con Jaume Ponsarnau? El técnico esconde sus cartas. «Tengo rutinas que me sirven para estar concentrado ¿Cuáles? No se pueden decir», comenta entre risas. Abre un poco la mano. «Llegar al pabellón como mínimo una hora y tres cuartos antes... Son cosas que me ordenan. Después de la reunión con los entrenadores voy al vestuario y escribo el plan de partido en la pizarra. Luego regreso al despacho... Y hay temas de ropa y cosas así para mantener la rutina», remata.
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