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Parecía imposible hace unas semanas, una utopía solo sostenida por las matemáticas, algo parecido a un sueño prohibido que ha cristalizado en una oportunidad de oro. A falta de una jornada para el cierre de la fase regular de la Liga Endesa, el RETAbet depende ... de sí mismo para obrar el milagro de la salvación. Un equipo desahuciado por casi todos, castigado por las lesiones y el virus, por los confinamientos y la falta de entrenamientos, por los fichajes que no han respondido y las salidas que han dolido, ha cogido las riendas de su futuro y está a 40 minutos de convertir el agua en vino. La victoria del Burgos ante el Estudiantes resucitó a los hombres de negro, pegados a la pantalla con los ojos fuera de las órbitas, que continuarán en la élite si ganan mañana a un Joventut que no se juega absolutamente nada. De conseguirlo, el Bilbao Basket firmaría una de las grandes proezas de su historia, una prueba de que tiene parte de inmortal.
Los muchachos de Álex Mumbrú han pasado por un pequeño infierno en una temporada que nació torcida y que ocho meses después pueden enderezar con un puñetazo encima de la mesa. Les ha pasado de todo y no precisamente bueno, desde las lesiones de gente importante hasta los contagios pasando por los confinamientos e idas y venidas de jugadores, cambios con los que se buscaba la regularidad sin conseguirla. Las derrotas pesaban en la mochila, ralentizaban el paso de un tropa cansada y con la confianza hecha pedazos, pero el funambulista conservó el equilibrio caminando en el alambre. Ganó al Fuenlabrada y al Burgos, pero perdió contra el Real Madrid. Su destino pasó a depender de otros. Concretamente del Estudiantes y del propio Burgos. Un triunfo de los colegiales le mandaba a la LEB, pero el flamante campeón de la Champions hizo los deberes y dejó a los hombres de negro ante el examen de su vida. Aprobarlo es cosa de todos para dejar un legado imborrable.
Domingo, 12:30 horas 😎
RETAbet Bilbao Basket 😎 (@bilbaobasket) May 21, 2021
⚫️ RETAbet Bilbao Basket vs Club Joventut Badalona 🟢
NOS QUEDA UNA BALA 💪 pic.twitter.com/z5o7oDeKiy
Hace unos meses, varios jugadores del Bilbao Basket confesaban en privado que firmarían con sangre jugarse la permanencia en la última jornada contra el Joventut. Tienen el documento en blanco para rubricarlo. Entonces nada les salía, vencer costaba un mundo y hasta perdían partidos que tenían ganados. Como aquel en Miribilla frente al Estudiantes, su rival directo, cuando iba uno arriba a falta de 13 segundos para el final y disponía de dos tiros libres para sentenciar. No entró ninguno y los madrileños se llevaron el triunfo con una canasta de Arteaga casi sobre la bocina. La derrota por la mínima (77-78) hizo muchísimo daño a la plantilla, que en aquel momento llevaba apenas dos triunfos en 11 jornadas. También cayeron en la prórroga contra el Herbalife, perdonaron al Andorra y al Valencia -llegaron a ir 21 arriba-, se les escaparon vivos Unicaja, Obradoiro... No había manera de ponerse de pie, pero a pesar del dolor de brazos el equipo no dejó de remar.
El coronavirus ha alterado el normal desarrollo de la competición. Aplazamientos, reubicaciones, partidos pendientes jugados luego con un mes de retraso, confinamientos. De todo ello salió el Bilbao Basket y llegó con vida a las últimas dos semanas de la liga, con una hoja de ruta en la que figuraban cinco 'finales' en apenas 11 días. Solo queda una y puede ser canjeada por un milagro. El vocablo se usa con mucha ligereza en el mundo del deporte aplicándolo a cualquier hazañita, pero en esta ocasión sería de justicia usarlo y escribirlo en mayúsculas si finalmente se materializa en el parqué de Miribilla. La victoria de anoche del Burgos no solo abrió las puertas del cielo a los bilbaínos, sino que privó a los de Badalona de la posibilidad de pelear por la sexta plaza y evitar así al Barça en los cruces. De esta manera, los entrenados por Carles Duran, extécnico de los hombres de negro, no se juegan nada.
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Pablo Ariza Martín
El partido disputado en el WiZink Center mantuvo al RETAbet Basket en vilo. Tensión máxima. La franquicia de Miribilla jugaba sin jugar, celebraba y sudaba cada canasta, cambiando por un día la Basílica de Begoña por la Catedral de Burgos. Sus plegarias fueron escuchadas. Dependen de sí mismos para salvarse en la última jornada de la fase regular. Ver para creer. Ahora será el Estudiantes el que rece a Santa María, patrona de Badalona, jugando sin jugar. Pero este milagro viste de negro. Color esperanza.
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