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Hasta en los confinamientos hay fugas. De información. El RETAbet llevaba días con la escopeta recargada en sus sigilosos movimientos con los que trata de pasar desapercibido entre la maleza del mercado de jugadores.
La receta de asumir riesgos, ejercer un influjo de convencimiento y ... adelantarse al tempo marcado por otras franquicias le dio un rendimiento extraordinario la pasada campaña. Pese a la incertidumbre reinante -que incluye la confirmación pendiente de la continuidad de Álex Mumbrú en el banquillo de Miribilla-, el técnico barcelonés y Rafa Pueyo están en modo ON aprovechando este parón pandémico para ahorrarse colas e inflacciones a la hora de hacer la compra. Y ya tienen la primera compra a buen recaudo. Ludde Hakanson.
Antes de hablar del base sueco, que nadie espere confirmaciones oficiales. No está previsto que las haya de inmediato porque, con buen criterio, y aunque todos los profesionales saben de qué va el negocio, se autoimpone la franquicia un respeto hacia sus jugadores enclaustrados, leales a la cauda del confinamiento.
Lo exigen los contratos, cierto. Pero en el caso de este grupo crean que todo lo llevan más allá de los límites standard de la implicación. Que ahora vean la luz futuras llegadas así a quienes se mueven en demarcaciones y funciones similares puede derivar en molestias, decepciones o frustraciones. Pero bien mirado no deja de ser también un modo de poner las cartas sobre la mesa y favorecer que quien se crea 'amenazado' por estos movimientos a su vez pueda entender que tiene carta blanca para avanzar en sus planes de futuro fuera de Bilbao.
Ludde Hakanson es uno de esos jugadores que suenan mucho, que los aficionados del Bilbao Basket le han visto en varios equipos adversarios y sin embargo sólo tiene 24 años de edad. ¿Algo falla cuando siendo tan joven y reclutado por el Barcelona no ha proyectado su carrera sino que la entidad de sus hogares dibuja una gráfica bajista? Porque tras llegar a dirigir al transatlántico culé como tercer base fue cedido al Riga, recaló en Sevilla, Fuenlabrada y Estudiantes y este año dejó la Liga Endesa para enderezar sus números y el rumbo en el Zielona Gora polaco.
Si alguien puede arrojar algo de luz al respecto es un exhombre de negro, compañero en la selección sueca, al que pidió informes cuando comenzó a madurar la negociación para arribar al Bilbao Arena. Tobias Borg define a su amigo como «un buen jugador, joven aún. Así que tiene mucho recorrido por delante. Tiene mentalidad de tirador, también pasa cuando se necesita, hace muchas cosas en ataque, es muy fuerte para ser un base y en el último año le he visto que su físico ha mejorado mucho. ¿Buen defensa? Yo soy un buen defensa», bromea, para añadir que «es un tremendo triplista, sobre todo tras bote».
Sobre esas idas y vueltas en su carrera, Borg parece no querer meterse en jardines. Hace bien. «No sé lo que le pasó, pero ha tenido situaciones incómodas en algunos equipos en los que ha estado. Pero en Polonia ha encontrado este año la confianza que quizá necesitaba. Lo bueno de todo su proceso es que ha ido madurando y tiene una experiencia impropia de un jugador de 24 años».
Con 193 centímetros, hablamos de un jugador grande para el puesto de uno. «También puede jugar como escolta, pero es base. Si quiere ser un líder puede serlo desde ese puesto de base», añade Borg, que se mantiene confinado como el resto de la plantilla del Real Betis en Sevilla y añorando Suecia «porque allí la situación no es tan extrema y la gente puede salir a la calle».
La última vez que compartieron selección fue en las ventanas de febrero tras la Copa del Rey. «Contra Turquía hizo una barbaridad de partido». Los números cantan. Anotó 23 puntos con una serie de 7 de 12 en triples, y repartió 8 asistencias. Todo ello ante una multitud (11.390 espectadores) enloquecida en Estocolmo con el 87-80 final.
Borg reconoce que ha hablado varias veces con Hakanson a raíz del acuerdo con el RETAbet Bilbao Basket. «Está muy ilusionado. Le he explicado lo impresionante que es allí la gente, la afición. Le he hablado de un club muy profesional y sabe que va a ser un buen sitio para él. Además, aunque no le conozca como entrenador, le he dicho que va a crecer junto a Mumbrú. Estará en buenas manos».
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