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josé manuel cortizas
Domingo, 17 de diciembre 2017
RETABET BILBAO BASKET
87
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77
MOVISTAR ESTUDIANTES
Era cuestión de tiempo. Y trabajo. Y adecuación a la filosofía de juego que desde hace semanas trata de imponer Veljko Mrsic. Había pasado mucho, demasiado, desde aquel 15 de octubre que permanecía como única ocasión en la que el personal salió sonriendo de Miribilla. ... La victoria era necesaria por cuestiones obvias. Clasificación en mano, la línea roja estaba tan cerca que asustaba. El proceso se había cobrado ya la cabeza de Carles Duran y los visos de reanimación no comenzaron a tomar forma hasta la visita del pasado miércoles al Pionir de Belgrado. Cada bala gastada en un momento tan delicado tiene consecuencias. Ante un posible rival directo en el trayecto liguero como el Estudiantes, el tópico y real valor doble de la muesca conceptuaba el choque como un triunfo imprescindible en el plan de viabilidad deportiva de los hombres de negro. Huelga definir la sensación de alivio, trufada de rabia desatada, que se leía en los rostros de los hombres de negro cuando volvían a romper filas dirigiéndose a sus familias y aficionados con ese olvidado gusto a éxito.
Y no se vio nada claro, que vaya por delante. Porque Salva Maldonado tiene perfectamente engrasada su maquinaria estudiantil para su forma de ver el juego, que pasa por sumar de tres en tres si no hay una opción evidente de anotar de cerca. Así empezó el partido, con un intento de triple y rebote en ataque para los madrileños. Repitiendo Mrsic de salida con Mumbrú de alero y Hervelle de cuatro, el partido arrancó con el freno de mano echado para los de casa. 0-5 que circulaba paralelo a las pérdidas del RETAbet. El ‘Estu’ había sentado las bases de su apuesta y le iba de perlas. De sus primeros once lanzamientos, nueve llegaron desde la línea mágica, con cinco aciertos.
El Bilbao Basket estaba aturdido. Sólo lograba ver aro con tres jugadores (Fischer, Todorovic y un motivado e intenso Thomas) y perdía el paso en un intervalo de soberano repaso de los del Maeztu: 1-10 para llegar a su cota máxima de 13-24 a minutos y medio del final del primer cuarto, que cerró con cuatro canastas de dos sin fallo y 5 de 10 en triples. Otro dato que no dejaba bien parados a los anfitriones era la solitaria falta que campaba en su estadística. Cero en intensidad y defensa. Mal asunto.
El técnico croata les fue poniendo las pilas hasta que el equipo recobró el contacto. Sin estar haciéndolo mal Fischer en la dirección (al contrario, llegó al intermedio con criterio y todos sus lanzamientos anotados para aportar 11 puntos), el RETAbet necesitaba otro patrón, otra vía de acceso al corazón de los de la calle Serrano. El despertador lo activó Javi Salgado, a la postre uno de los héroes de la jornada. El de Santutxu descerrajó dos triples sobre la bocina de posesión y Redivo le siguió en idéntica situación con otra canasta de dos. Parcial de 13-4 y la marea negra que iba recuperando su color y con él la presión sobre los actores. Hammink era el referente en un listón defensivo que los hombres de negro superaron sobrados. Hervelle era el señor del rebote y ya no había barra libre para los visitantes, aunque con la inclusión postrera de Vicedo la lista de triplistas llegaba ya a las seis unidades. Y el base bilbaíno repartía como los pajes de los Reyes Magos. Estaban en la pomada pero no acababan de voltear por completo lo que reflejaba el marcador. Parecía cuestión de paciencia y defensa.
Efectivamente, aunque la necesidad incluyó seguir sudando hasta el final la gota gorda. Porque el partido se precipitó tras el descanso en un tuya-mía de complejo resultado final. Con una contra culminada por Redivo llegó la primera ventaja (41-39). Pero se desató el efecto Landesberg. Cuando un jugador es el máximo anotador de la mejor liga de Europa no es por casualidad. El norteamericano rememoró su estancia en el ejército israelí (nacionalidad adoptada por parte paterna) y desde su puesto de francotirador ensartaba dianas como quien maneja el mando de la ‘play’. Cinco empates se llevaban contabilizados cuando el 15 de los madrileños mostró su generosidad con el gatillo. 10 puntos en cuatro minutos que acabaron siendo 14 en 7.
Rema que te rema, el Bilbao Basket consolidaba su buena labor de zaga, salvo en la contención del estadounidense. Para entonces, Gladness había sucumbido a un corte de juego que para él era a contra beta, incapaz de seguir a los cincos del Ramiro en sus excursiones hasta la línea de tres. Pero Thomas afloró, inesperadamente para la mayoría, como un aporte aguerrido, un elemento que se graduó en el rebote y trabajó bien con Salgado el pick and roll.Lástima que su falta de tamaño le debilite en las conclusiones, dejando escapar varios dos más uno. Otra buena noticia era que las pérdidas ya habían dejado de doler. Una decena al descanso y solo una más en la ristra para el minuto 30.
Quedaba anular a Landesberg como premisa fundamental. Podía ser a través de la defensa, complicado, pero se consiguió en ataque. Devin Thomas le sacó la cuarta personal y poco después Todorovic le emulaba con el gigante Brown. Ahí nació una carrera continuada casi a ritmo de sprint. Ocho minutos que el Bilbao Basket fue el que todos queremos ver, seguir y admirar. Defensa a muerte y la confianza que da que el entrenador te ofrezca las llaves del castillo. Siempre hay alguien que se lleva la gloria por encima del resto. Salgado y Todorovic podrían serlo. También Redivo y Thomas. Robar, correr, lanzar, aguantar. Verbos que todo el grupo hizo suyos en un apoteósico desenlace. Desde la última ventaja foránea (70-72) una tacada de 17-5 que habla por sí sola. Y por un equipo que no se rinde. Ese es el gran titular.
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