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Si le quitamos un tramo de cinco minutos al partido quedaría de lo más vistoso, nos retrotraería a tiempos mejores de un RETAbet que pareció hallar en Bamberg la fórmula para crecer desde su inferioridad. Borrados los 4,18 minutos que remataron el tercer cuarto ... y los primeros 90 segundos del siguiente acto, los hombres de negro merecieron todos los honores por saber combatir a las adversidades con disciplina, seriedad, arrojo y buenos porcentajes sustentados en una interpretación defensiva de muchos quilates. Pero nos haríamos trampas al solitario. Los partidos hay que tomarlos en su totalidad y esa prueba del algodón ya no la superaron Mumbrú y sus jugadores.
BROSE BAMBERG
90
-
75
RETABET
Esa parte accidentada del trayecto no parecía serlo. Nos situamos en un triple de Brown que colocaba el 51-52 en el luminoso. Hasta ese momento, grata sorpresa la imagen de la franquicia de Miribilla. Con un juego muy dinámico, corriendo porque se recuperaban balones y optando por buenas opciones de tiro (triples de Jenkins, Betolaza y Miniotas para calentar el gélido ambiente teutón), más el dominio en la pintura que ejercía Aminu y recordaba algo ya olvidado desde la lesión de Balvin, el dominio vizcaíno fue constante en Bamberg. 2-0, 4-3 y 7-6 quedaban anotadas como únicas ventajas locales.
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Los hombres de negro relativizaban incluso un arbitraje de desigual rasero (1-5 en faltas en ese cuarto) y eran eficaces a más no poder en ataque, firmando un 60 por ciento en canastas de dos y triples. Llegaron a tomar ocho puntos de renta antes de cerrar el primer parcial 17-21. Volvieron al parqué con idéntica electricidad, entonces propulsados por cinco puntos seguidos de Kulboka en los primeros tres minutos en que los alemanes no anotaron. En el minuto 14 el margen llegaba a la decena (19-29), pero con la necesidad de rotar disminuyó ostensiblemente la cotización de los de Miribilla. Encajaron un 10-3 traducido en una bala gastada para haber roto el partido y forzar al Bamberg a flirtear con el desequilibrio al tener que nadar contra tanta corriente.
El 4-11 en faltas seguía sin tener explicación ya que habían sido los germanos los que subieron de intensidad ante el conato de escapada rival. Paradójicamente, Zyskowski ponía los puntos necesarios para mantener el pulso, aunque su actuación por momentos fuera desconcertante. Pero al menos iba recuperando en ataque bastante de lo que propiciaba en defensa. Brown le robó la cartera a Hall en la última posesión para llevar a los hombres de negro al descanso de nuevo por delante, aunque fuera de modo testimonial (37-38).
Ya en los instantes finales previos al intermedio saltó una alarma. Betolaza y su bravura genética yacían en el fondo del banquillo con un pie en ristre, embolsado en hielo. 'La maldición de los bases' podría titularse esta serie que afecta a los hombres de negro como una plaga. Había cometido tres faltas y se había partido el pecho ante las diabluras de Hundt, un gran organizador con recurso de tiro y una gran lectura del pick&roll (11 puntos y 9 asistencias). Vaya por delante que fue quien mejor retrasó lo inevitable de los jugadores que actuaron como bases. Porque, lesionado el bilbaíno, Mumbrú no dejó el muerto exclusivamente en manos de Brown, sino que gran parte del segundo tiempo lo manejó Kljajic.
Volvió a intentar demarrar el RETAbet en la reanudación (37-42 con Jenkins como lanzador de contragolpes, el equipo aún seguro atrás y Aminu disputando un gran duelo con Kravish, pese la ventaja que sacaba el pívot de Illinois en su sociedad casi perfecta con Hundt. Y sucedió lo inesperado. Desde el 51-52 que dejamos atrás chocaron dos corrientes: muy malos ataques vizcaínos y romance pleno alemán con el aro. Cosidos a triples, los de Miribilla se despedían del partido con un contador que pareció volverse loco.
No anotaron durante los 4,18 minutos restantes del cuarto y allí ya les cayó un soberano bofetón (14-0) para rematar la media hora de juego trece abajo en un visto y no visto (65-52). Volvieron a la pista con la desorientación del noqueado y se comieron el postre, siete puntos más para elevar el sonrojante sopapón a un 21-0 tan desconcertante como irreversible. Tuvieron vergüenza torera para intentar retomarlo, se acercaron (86-73) para al menos no zamparse otro resultado como el del pasado sábado ante el Valencia. Con Rousselle ya operativo en Andorra, algo debería cambiar. Para bien, claro.
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