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Horas antes de la recepción oficial en el ayuntamiento este lunes, todos se hacían la misma pregunta. ¿Saldrán al balcón? Los jugadores del RETAbet Bilbao Basket, exultantes, pero sobre todo relajados tras haber sobrevivido a la presión psicológica de la Final Four, finalmente lo hicieron. ... El entrenador, Alex Mumbrú, se hizo 'selfies' con su familia, como es costumbre en este tipo de celebraciones, y abajo, los seguidores del equipo gritaron «¡Javi, quédate!», en alusión a Salgado, el capitán de Santutxu.
El alcalde en funciones, Juan Mari Aburto, contemplaba el jolgorio desde el Salón Árabe, manteniéndose en segundo plano, como el resto de la Corporación municipal y la diputada de Cultura, Lorea Bilbao. Pero Mumbrú no lo perdió de vista. En su breve intervención, el técnico barcelonés, «un bilbaíno de adopción», había agradecido al alcalde que hubiera estado cerca de él, no este lunes, «cuando es fácil subirse al carro, sino en enero pasado, cuando perdimos tres partidos seguidos y no sé sabía cuál iba a ser el final». Aquel sí fue un momento difícil en la aún más difícil LEB Oro, competición que puede engullir a cualquier club como las arenas movedizas y que al entrenador del RETAbet lo tuvo mentalmente agotado jornada tras jornada. Pero eso es cosa del pasado. «Sois y somos un equipo ACB, lo que conseguís vosotros lo consigue Bilbao», festejó Aburto en un gesto de apoyo incondicional al equipo vizcaíno..
La de este lunes ha sido una tarde calurosa, en la que los hombres de negro congregaron en la plaza Ernesto Erkoreka a varios cientos de seguidores para celebrar juntos el ascenso a la máxima categoría. Lo han hecho en representación de los 10.000 aficionados que, apenas 24 horas antes, habían reventado Miribilla a decibelios tras derrotar al Iberojet y la víspera, al Melilla. Ahora al RETAbet le queda dar otro salto, el de la solvencia financiera y los despachos, para poder competir en una ACB a la que la capital vizcaína tenía derecho moral por su masa social. Eso fue lo que han subrayado todas las intervenciones. Agradecimiento al público del Bilbao Arena, que ha roto todos los pronóstico y al que, en palabras de Jorge Garbajosa, presidente de la Federación Española, solo se le acerca tal vez el del San Pablo, de Burgos. «Zorionak y eskerrik asko a la afición», resalto Aburto. «La 'marea negra', el 'efecto Miribilla, los hombres, mujeres, chavales, familias enteras que os han acompañado durante los buenos y los malos momentos».
El ayuntamiento era el escenario indicado para disfrutar de los primeros y descargar la presión de la temporada. Los hombres de negro se reunieron en Miribilla y a continuación han bajado al edificio consistorial en un autobús en cuyos carteles se podía leer: «Gracias, marea. Hemos vuelto. Kaixo, ACB». Los jugadores –Salgado, Schreiner, Lammers, Larsen, Huertas...– entraron en el edificio flanqueados por los cargos públicos y tras hacerse una foto oficial fueron ellos los que hicieron un pasillo a los periodistas. No era una simple broma. «Hemos estado muy atendidos y cubiertos por los medios, y eso ha tenido una efecto en la afición», recordó Javier Barcala, director general del Bilbao Basket, quien sólo recordó la falta de la televisión.
Mumbrú intervino después para homenajear a la 'marea negra'. «Hubiera sido imposible llegar aquí sin la gente. Cómo nos ha tratado, cómo nos ha cuidado en la pista y fuera de ella», enfatizó. El técnico, que se había quitado el peso encima al haber descendido con el RETAbet el año de su retirada de las canchas, relató cómo él y los responsables del club se juramentaron tras aquella decepción. «Tomamos la decisión de hacer un equipo que llevara por bandera los valores de la gente de Bilbao, la lucha, la entrega desde la humildad. Que nunca diera un balón por perdido y que trabajara, trabajara y trabajara. Confiamos en esa fórmula para llegar hasta el final».
Los jugadores con Salgado a la cabeza aplaudieron mientras entregaban a Juan Mari Aburto una camsieta del equipo con su nombre. El de Santutxu no habló en el Salón Árabe, sino fuera. Se mezcló con sus compañeros para el retrato con las autoridades y hubo que pedirle para que se colocara en primera fila junto al alcalde. En el balcón subió a uno de sus hijos a los hombros y disfrutó con él de la fiesta, en la que un jugador tras otro cogían el micro para saludar al público. «¡Javi, quédate!», gritó la marea negra. Y todos los aficionados se quedaron con la frase de Mumbrú. «Espero que algún día tengamos que volver aquí».
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