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En plena charla con Josep Franch llegan Gjuroski, Vucetic y Dos Anjos, algo así como la tarjeta de visita interior del Melilla. El macedonio fue reclutado tras la campaña regular del Huesca; el serbio y exhombre de negro busca allí su evolución; y el ... brasileño suma su tercer destino bajo el formato de cesión por parte del Real Madrid. En cuanto acaba la charla con el base badalonés el grupo se decide a disfrutar de la soleada mañana en la playa de San Lorenzo. Les espera una semana cargada, tensa, no menos que ilusionante. Se imaginan clavar su pica en el corazón de Miribilla.
Ya sabe lo que es hacerlo Franch. No en Bilbao, pero sí culminó un ascenso a ACB con el Melilla, un éxito no consumado después en los despachos. «Ojalá repita. Cuando llegué en verano el reto era ese, intentar ascender. Y el objetivo está a una semana vista». Producto de la cantera de la Penya, ha pasado por siete vestuarios en el baloncesto profesional. Repite en el melillense porque la primera experiencia no le salió mal, aunque reconoce que tuvo sus dudas por lo peculiar del destino. «La primera vez fue a final de verano, esperaba alguna oferta de ACB y no salió nada. Me tiré a la piscina sin conocer nada de la ciudad, aunque pregunté a algún conocido que había jugado antes aquí. La idea que te haces, en cualquier caso, es bastante distinta a lo que te encuentras. Porque es un sitio fantástico para vivir, muy cómodo, con todo a mano».
Son doce kilómetros cuadrados de extensión en los que hay un cine, un teatro, un centro comercial, una plaza de toros. Todo lo básico para el ocio, por unidades. «Y choca más viniendo de ciudades como Barcelona, Murcia, San Sebastián o Sevilla. La diferencia es considerable. Es muy cómoda y su hándicap es que te puede entrar la sensación de que te sientes un poco aislado. Pero lo combates teniendo que viajar cada dos semanas para ir a jugar fuera».
Se percibe que la química que se respira en la mesa de al lado en la cafetería 'Vista al Mar' nada tiene de postureo. Un grupo de chicos jóvenes, disfrutando de un día libre, esperando divertirse, hablando de sus cosas, dejando el baloncesto en segundo plano. «Hay una química espectacular fuera del campo y en la cancha eso se nota en algunos momentos. Somos un grupo muy unido. Mira ahora mismo, un domingo, cuatro o cinco del equipo tomando un café y luego nos iremos a la playa. Hacemos mucha vida juntos y es fundamental en una ciudad como Melilla», explica Franch.
Y la dificultad crece al tratarse Melilla de una franquicia a la que cuesta retener a sus mejores jugadores, algo que el base catalán extrapola a toda la categoría. «En toda la LEB Oro es muy difícil que un equipo mantenga un grupo de jugadores. La mayoría firmamos un año y vamos cambiando. Es complicada la continuidad. Aquí se intentó con los hermanos Almazán, Héctor Manzano... estuvieron mucho tiempo. E imagino que a la hora de fichar el club tendrá en cuenta que el jugador pueda adaptarse a esta ciudad».
Uno de los aspectos de la preparación que les aguarda es entender dónde jugarán, en un Bilbao Arena abarrotado que dista mucho de las entradas del Javier Imbroda Ortiz. «Vi la eliminatoria con el Palencia y ¡ufff!, hay un ambiente bonito. Jugar con tanta gente animando al rival será difícil, pero habrá una presión extra para ellos por ser anfitriones. Necesitamos entrar en el partido cuanto antes y templar los nervios».
Nada que ver con lo que se vive en la cancha norteafricana. «El año del no ascenso hubo bastante gente que se desencantó con el baloncesto y va menos gente». Pero Franch se aferra al futuro. «En el quinto partido contra Valladolid ya hubo un gran ambiente. Y tenemos un par de centros de los que viene bastante gente a animarnos y le dan alegría al pabellón».
A uno o dos partidos de las vacaciones, la plantilla del Melilla, nueva este año en su mayoría, ya le ha cogido el punto a la ciudad autónoma. «Sí, ahora que se acerca el final hay poca gente que quiere que acabe. Estamos a gusto, cómodos. Si las cosas no fueran bien se haría largo, pero afortunadamente no es el caso». Y explica Josep Franch cómo el grupo se mueve unido. «Vamos a Nador, nos juntamos para comer fuera, pasear, a la zona antigua de las murallas. La oferta gastronómica es muy buena y a un precio muy razonable. Ya tenemos nuestros sitios favoritos. A la península no vamos, no hay mucho margen. Txemi (Urtasun) se escapa algo más para ver a su hija en Sevilla».
Cree la plantilla azul royal que seguir con series de play-off les hubiera favorecido en un momento puntual del curso. No ahora. «Hace unos meses, y ya no sólo por el tema de ir a jugar a Bilbao, sino por cómo estábamos jugando nosotros, con una racha de siete victorias seguidas, pensaba que ningún equipo sería capaz de ganarnos una serie a cinco partidos. Ahora el equipo ha arrojado más dudas e igual nos puede beneficiar una Final Four».
El Melilla comenzó a preparar la eliminatoria el domingo por la tarde, buscando «trampas para que el contrario se sienta incómodo y sacarlo de sus casillas. Veremos cómo empieza el partido. El último partido a Bilbao le costó bastante al principio, con marcadores bajos. No nos gustaría tener la presión de no meter y ver tiros que no tocan ni aro como les pasó». Efectivamente, Franch vio el encuentro.
Y concluye como portavoz del grupo con una reivindicación. «Son todas las temporadas en la LEB. Ya se ascendió. Ojalá haya justicia, ascendamos y Melilla el año que viene juegue en ACB».
Al hablar de lo que le aguarda en Miribilla, Franch sabe que su responsabilidad crece respecto al resto de su equipo. Frenar la creación vizcaína pasa por acabar como pueda con Schreiner y, sobre todo, Javi Salgado. «Cada equipo tiene sus armas y buscas destruirlas, claro. Tenemos que marcar una hoja de ruta, pero es indudable que Javi es un jugadorazo. Lleva muchísimos años rindiendo a un altísimo nivel, con unas características físicas que se alejan un poco de la norma, pero con el talento y la sangre caliente que tiene». También habla de Vucetic, el pívot que se formó en Miribilla, que está deseando volver al 'botxo'. «Tuvo una lesión de hombro que le tuvo apartado y le obligó a empezar más tarde. Es muy trabajador, con talento y paciencia, aunque a veces se come un poco la cabeza». Y felizmente recuperado de la tragedia familiar que sufrió. «Es muy alegre, haciendo bromas, está fenomenal».
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