Huskic posa ante un coche de época en el hall del hotel Puerta de Bilbao. j. m. cortizas

El punto de vista de un pívot jugón

Huskic aprendió de niño de su familia a respetar la bola y hacer del pase una sensación placentera que ahora quiere acuñar en el RETAbet

Viernes, 27 de noviembre 2020, 01:05

Afable. Paladea cada minuto desde que llegó al botxo. No es para menos. Lleva casi un año parado, lejos de la condición física que le da seguridad a un jugador. Una lesión, el paso perdido porque el Burgos no es una excepción entre los equipos ... que no esperan a nadie, el coronavirus con varios días de fiebre y molestias respiratorias... Goran Huskic (Belgrado, 26.3.1992) las ha pasado de colores, pero desde hace dos semanas reduce todos al negro de la indumentaria que ayer lucía en su presentación oficial en el hotel Puerta de Bilbao. Unos minutos ante el Murcia y una tacada ya significativa en la victoria en Sevilla le insuflan energía, que es lo que necesita.

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Rafa Pueyo le define desde la dirección deportiva como «un jugador de gran calidad en ataque. Su gran virtud es el pase y con él hace mejores a sus compañeros. Tiene una gran lectura del juego y mucha experiencia conociendo la liga y los rivales. Nos va a ayudar a ser mejores». El pívot serbio asentía con la cabeza mientras escuchaba al artífice de su llegada al RETAbet en condición de cedido por lo que resta de curso.

Y se arrancó reconociendo esa querencia por buscar la asistencia que dota de sentido al juego que más le gusta desarrollar. «Vengo de una familia en la que ha habido bastantes jugadores y desde pequeño he sentido así el baloncesto. De joven no jugaba como pívot y me gustaba pasar la bola. Es una sensación que te deja satisfecho». Aunque abusar de ella le puede convertir en un jugador vulnerable por predecible. Pero siempre es una delicia ver en acción a un pívot jugón, y el serbio lo es.

«He pasado lo peor de mi carrera, pero en dos semanas aquí me siento uno más del grupo»

lesión y enfermedad

Lo que más le preocupa ahora es recobrar su condición atlética. Es sincero, no sabe cuánto tiempo necesitará. «He pasado estos meses lo más duro de mi carrera. Tras las tres semanas de cuarentena por el corona el inicio ha sido duro. Sólo tuve cuatro días de síntomas fuertes, pero te gasta, te frena mucho. En el tiempo que llevo aquí, el club, sus responsables, la ciudad, me han recibido con calor y me siento uno más en el grupo», se felicita agradecido.

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Reconoce que tiene un efecto de empatía con su entrenador. «Por lo que estoy viendo Álex te da mucha confianza y tranquilidad. Se percibe que esto va paso a paso y me ha venido bien este parón para que la semana sea perfecta de intensidad en el trabajo. Podemos darnos caña».

En clave de humor aceptó que no le asustó lo primero que vio en directo de su nuevo equipo. Desde uno de los palcos de Miribilla asistió a la derrota en Eurocup frente al Bamberg y vio una desastrosa primera parte de sus compañeros, que luego arreglaron llegando a igualar el partido en el sprint final. «Llevo años en la ACB y sé cómo funcionan las cosas. Conectas pérdidas y el equipo baja, es normal, pero demuestra que sabe recuperarse».

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A su favor juega que coincidió con sus ahora técnicos Javi Salgado y Lolo Encinas en el Gipuzkoa Basket. Por ello, y por estar al tanto de la carrera de jugadores como «Marko Banic» dice saberlo todo de un Bilbao Basket «al que he seguido y que tiene un buen nombre en Europa». Y desveló una realidad muy interesante. Sus primeros días en el vestuario coincidieron con un 0-2 en Eurocup y 1-7 en Liga Endesa. «Y sólo vi gente trabajando duro. No había mala química, ni discusiones. Apoyarse entre todos, ayudarnos, es la única manera de salir adelante», concretó.

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