Cuando perdonar se convierte en una costumbre peligrosa
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El Bilbao Basket, que solo ha ganado un choque a domicilio en las últimas 16 visitas en la ACB, no supo rematar a Tenerife, Zaragoza y JoventutLlueve sobre mojado. Tanto que el terreno se ha vuelto resbaladizo y abonado a las caídas. El Bilbao Basket se ha dado unos cuantos trompazos en lo que va de temporada por su incapacidad de cerrar partidos que tenía ganados o por perdonar la vida ... a un rival superior al que pudo ajusticiar sobre la bocina y le acabó indultando. Justo lo que no ha hecho este domingo Andrés Feliz, quien se inventó un triple desesperado de 20 metros para tumbar a unos incrédulos hombres de negro. Los de Jaume Ponsarnau tropezaron de nuevo en la misma piedra, incapaces de amarrar un choque que era suyo por juego, méritos y marcador. Que no lo consiguieran después de ir siete arriba a falta de 56 segundos para el final ya no es ninguna casualidad porque vivieron algo parecido en Zaragoza. El drama de perdonar es ya una costumbre peligrosa.
Conviene recordar que el Bilbao Basket iba ganando en Zaragoza de 17 a falta de 16'23 para la finalización del choque. Encajaron un parcial de 38-8 y entregaron el partido al conjunto maño en la bandeja de plata. En este tiempo, los vizcaínos fallaron 16 tiros de campo y dos libres, perdieron 10 balones, cometieron un par de faltas en ataque, se llevaron un tapón y desperdiciaron un mate cuando más arreciaba la tormenta. De ir 17 arriba a perder de 14. Una semana antes, frente al Tenerife en Miribilla, los hombres de negro pelearon con todo ante un rival superior, aguantaron sus embestidas y acelerones para disponer del último ataque y ganar. El triple de Adam Smith no entró –cogió el rebote Andersson y llevó el duelo a la prórroga, donde hincaron la rodilla los locales– y el Lenovo respiró aliviado. Fue mejor en el cómputo de los 45 minutos, pero los de Ponsarnau tuvieron una oportunidad y la dejaron escapar.
Es verdad que el Surne se llevó dos choques de infarto ante Obradoiro y Granada, justo cuando la vida era maravillosa y el equipo rebosaba confianza por los cuatro costados. Eran tiempos en los que la franquicia de Miribilla marchaba con un asombroso 4-1 y se creía capaz de todo. Entonces el calendario concentró rivales y salidas complicadísimas que se han saldado con cinco derrotas consecutivas, sin olvidar que ahora toca recibir a un temible Unicaja y rendir visita al Valencia de Álex Mumbrú. Menos en Vitoria y en esos terroríficos 16 minutos de Zaragoza, el Bilbao Basket nunca ha dejado de competir pero no ha sabido quedarse con lo que era suyo en muchos de los duelos perdidos.
Jugar fuera de casa, un drama
Como el de este domingo en Badalona, donde tiró todo por la borda en 56 segundos. En este lapso temporal, el Surne falló un par de lanzamientos de dos –incluido el último de Kullamae, el que hubiese sido ganador– y otros dos tiros libres. El Joventut, en cambio, anotó desde la línea de castigo (2), metió una canasta de dos y clavó dos triples, además de coger tres rebotes defensivos, dos ofensivos y dar dos asistencias. Los hombres de negro se paralizaron, dejaron hacer a su rival y permitieron que su ventaja de siete puntos se esfumara en menos de un minuto. Demoledor.
Y luego está la misión imposible de ganar fuera de casa. A todos los equipos les cuesta imponerse a domicilio, incluso a los grandes, pero el caso del Bilbao Basket clama al cielo. Solo lo ha hecho una vez en sus últimas 16 visitas ligueras. Desde el 17 de diciembre de 2022, cuando superó al Manresa, solo lo ha repetido una vez más: este mes de octubre en la cancha del Obradoiro. Una racha insostenible que pide a gritos una corrección. Y reacción.
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