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Iñigo Crespo
Martes, 31 de mayo 2016, 23:16
Los viejos fantasmas aparecieron el pasado lunes en la asamblea extraordinaria del Bilbao Basket, en la que los rectores de la franquicia de Miribilla admitieron que el club necesitaba un millón de euros en el plazo de 15 días para evitar el concurso de acreedores. La voz de alarma se extendió a una velocidad de vértigo y muchos aficionados de la marea negra no pudieron evitar hacer un pequeño viaje en el tiempo con su mente al verano del 2014, cuando el club bordeó la extinción. Este año, sin embargo, el contexto parece menos dramático.
El Bilbao Basket estaba ya fuera de la Liga Endesa al no haber repuesto los 200.000 euros adeudados a cuenta del fondo de garantía de la ACB. Los jugadores se enteraron por medio de la prensa de la situación límite que vivía la franquicia de Miribilla, a pesar de que mantenían la fe en que el futuro del club se reconduciría. «Esto es como un funeral», aseguraba Axel Hervelle en una entrevista con EL CORREO. Los gestores actuales, que entonces acababan de llegar a la dirección del equipo, se habían puesto en contacto por última con la plantilla un mes antes de que todo saltara por los aires.
La ACB se mostraba implacable con su decisión, mientras el Bilbao Basket buscaba otras vías para presentar su plan de viabilidad y tratar de convencer al Consejo Superior de Deportes. Miguel Cardenal, el presidente del organismo que depende del Gobierno, que fue tajante desde el inicio al asegurar que la asociación de clubes había sido «flexible» con los plazos del club vizcaíno, avaló en última instancia el proyecto de los hombres de negro.
Aquel borrador tiene hoy todavía su vigencia, ya que el Bilbao Basket todavía lidia con algunos flecos del pasado. Los jugadores llevan dos meses sin cobrar y en breve pueden recurrir al fondo de garantía, que dispararía la vulnerabilidad de la franquicia de Miribilla. Sin embargo, tanto el club como la plantilla tienen la certeza de que han caminado con firmeza durante estos dos años, en los que han cumplido con casi todos los requisitos que se autoimpusieron. El club, de hecho, asegura que el millón de euros que necesita antes del 30 de junio no es una medida de emergencia y que cuando se agote regresará al punto de partida, sino que es una pieza del plan dibujado a largo plazo.
A pesar de que el escenario no es tan gris como en 2014, hay diversos flancos que podrían hacer temblar al Bilbao Basket. La repetida sensación de alarma que ha vivido la franquicia desde hace años y el agotamiento y la sensación de soledad de los dirigentes debilitan en cierta forma a la entidad presidida por Xabier Jon Davalillo. Si en un plazo de dos semanas escasas no consigue cerrar una línea de crédito de un millón de euros, el Dominion irá a concurso de acreedores y pondrá su futuro en manos de un juez. Tiene la certeza, eso sí, de que ha salido de embrollos mayores.
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