Marko Todorovic activa las alertas

Sito Alonso se refiere a su incorporación aún en condicional, dado que no se ha hecho oficial. «Tiene ventajas e inconvenientes muy reconocibles. Conoce al entrenador y al grupo, la Liga y sabe lo que tiene que hacer para jugar. Otra cosa es la dificultad que tenga para hacerlo por el tiempo que lleva sin competir. Tres meses parado en un jugador de sus características implica una falta de ritmo importante en las transiciones». Su desembarco en la pintura alterará forzosamente la actual composición de las rotaciones. Así lo explica el técnico. «Hay roles que se han ganado. Bogris estuvo sólo desde la marcha de James a la llegada de Begic. Fue partícipe fundamental de los objetivos de la primera vuelta. Begic, tras dos meses y medio lesionado, ahora empieza a estar mejor y nos ayuda bastante; y Slezas vino de Cáceres y nos ayudó en la Copa. Y en el puesto de cuatro, Axel está cogiendo el ritmo tras estar casi toda la primera vuelta y Suárez tiene altibajos, busca la suerte pero no la encuentra. Vamos a ver dónde entra porque si juega de cuatro las situaciones tácticas cambian y si lo hace de cinco hay alguien que no juega».

Va más allá Sito Alonso y coloca a cada jugador interior una etiqueta con su posible nueva situación, relacionada con las alarmas que tienen los pívots al ser uno más en la familia. «En el caso de Slezas la tiene porque sabe lo difícil que es para él jugar en ACB. En el de Bogris le va a activar porque la llegada de Begic inconscientemente le hizo relajarse por todo el esfuerzo hecho en la primera vuelta. Begic creo que está alarmado porque en los dos partidos tras la lesión vio que estaba por debajo de su nivel. Quizá Axel puede tener más minutos de descanso si juega al cuatro. Y Suárez me imagino que estará totalmente alarmado por la situación que se le puede presentar. Esto es muy bueno para el equipo».

Pero el preparador no pierde de vista lo sustancial, que mañana llega un Fuenlabrada irreconocible, dos victorias por encima del Dominion, y aún escuece la derrota del Martín Carpena. «Viene un rival que en los últimos partidos ha ido perdiendo de entre nueve y doce puntos al final y se lleva el partido. Son cosas que pasan y no hay una solución matemática. Quizá hay detalles a los que no das importancia cuando vas nueve o diez arriba y abren una vía de fragilidad que el rival detecta. Debes hacer que al otro equipo le cueste anotar». Anémico de instinto asesino el Bilbao Basket, lo que se ha traducido en no pocos encuentros perdidos cuando se contaba con ellos. «Cuido las palabras porque el año pasado dije instinto asesino en los cuartos de final y tuve problemas. Debes tener capacidad mental para saber las jugadas que son importantes en cada momento. El problema es que surja esa pequela psicosis porque te ha pasado antes».

Y añade que, desde Málaga, «el enfado sigue. Hicimos un buen partido, queríamos recuperar sensaciones y no rompimos el partido y lo pagamos en un último minuto dramático, con una frustración por los errores que nos desarboló. Valoro el trabajo que hace el equipo para ir ganando de catorce a Unicaja o de 20 en la semifinal de Copa al Gran Canaria, la posibilidad que tiene para coger esas ventajas, que es lo que le hace ser competitivo. Hemos contado diez o doce partidos así y es muy meritorio. A veces hemos conseguido guardarlas y otras no, tres en Liga Endesa».

En plena cuenta atrás para los play-off (quedan nueve jornadas), la presión hace acto de presencia. Puede tratarse de un vínculo con la motivación. «Todas las presiones que hemos vivido en el año y medio de este proyecto han sido positivas: dos Copas del Rey, una semifinal, un play-off y tener todas las opciones intactas de volver a meternos. Ese tipo de presión es fantástica porque aspiras siempre a estar entre los ocho mejores. Lo que trato de inculcar al equipo es que ser mejor te hace mucho más competitivo y te lleva a ganar».