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iñigo crespo
Jueves, 18 de febrero 2016, 17:50
Sólo había una premisa innegociable en el momento que el Bilbao Basket saltó al parqué del Coliseum de La Coruña. Una consigna que lo envolvía todo. Había que convertir cada disputa en una competición feroz, en una lucha que desquiciara a un Barça más fuerte, ... con más talento, con más hombres y más centímetros. Los hombres de negro aceptaron el reto desde el inicio, sobre todo los del juego interior, que partían desde una condición de mayor vulnerabilidad. Hervelle puso en la rampa de lanzamiento al equipo de Sito Alonso, que alcanzó la gesta de tumbar a uno de los grandes favoritos para hacerse con el campeonato. En las semifinales se encontrará con el Gran Canaria, que acabó con el temible Valencia. El encuentro se disputará el sábado a las 19.00 horas (TVE 1).
El juego interior del Bilbao Basket estaba señalado tras confirmarse la sensible baja de Mirza Begic. Bogris y el recién incorporado Slezas se las verían con el carrusel de pívots con los que cuenta el Barça, uno de los conjuntos más poderosos en la pintura. Los hombres de negro se fajaron como siempre por cada pelota dividida, mientras que Hervelle y Bogris firmaron los puntos de un inicio estelar. La energía del equipo de Sito Alonso atropelló al Barça, que en ningún momento pudo escaparse en el marcador.
Todos los jugadores de la franquicia de Miribilla querían ser líderes, algo reservado a sólo unos pocos. El propio belga, Raúl López y Mumbrú apelan a la Copa conscientes de que puede ser su última oportunidad. Pero los jóvenes y recién llegados estaban ahí para echarles una mano. En cuanto uno de ellos sentía la muñeca caliente, se echaba el equipo a la espalda y soltaba el brazo. Fue un triunfo colectivo y épico. El Bilbao Basket se mantuvo en cabeza durante casi todo el encuentro, algo vital para que las fuerzas acompañen.
Hannah, Dejan Todorovic, Bogris y, por encima de todos, Ruoff dispararon en el luminoso a los hombres de negro y firmaron jugadas de ensueño. El pívot griego, acusado de ser un jugador en ocasiones frío, se convirtió en un auténtico espartano en la lucha por el rebote y al sumar puntos en la zona rival. Nadie podrá reprochar nada a la implicación del heleno, que se erigió en uno de los grandes protagonistas del duelo.
Parecía un milagro que el Bilbao Basket minimizara a un titán como el Barcelona, con la cuenta corriente repleta de millones y los banquillos rebosantes de estrellas. Pero los hombres de negro ganaron en casi todos los duelos individuales, que confluyeron en la segunda victoria de la historia de los bilbaínos en la competición del k.o.
La recta final del duelo fue, sin duda, el reflejo de la totalidad del mismo. Hannah consiguió una canasta imposible. El base se elevó entre un bosque de brazos azulgrana, dejó la pelota suspendida en el aire hasta que rebotó en la tabla y entró. 2+1 para el norteamericano. Los de Sito Alonso necesitaban entonces una defensa perfecta e impermeable. Slezas vio cómo le señalaban una falta intencionada, que llevó a Tomic a la línea. El croata anotó el primero. Falló el segundo. Había que desmontar la maquinaria ofensiva del Barça tras un extenuante esfuerzo durante tres segundos más. Una eternidad. Pero los hombres de negro mantuvieron ese equilibrio perfecto entre la sangre fría y la mirada asesina. Levantaron una muralla inexpugnable, que acabó con un gran robo de Mumbrú. Fue el último lance de una jornada que quedará marcada para la historia.
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