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El contador se detendrá en 498 días. Es la franja maldita, la historia no sucedida, el vacío en la trayectoria del Bilbao Basket en la ACB. Aquel 20 de mayo de 2018 claudicó 73-82 frente al UCAM Murcia en lo que era ya la ... crónica de una muerte deportiva anunciada, dada de hecho dos semanas antes en Santiago. Mañana (12.30), Miribilla volverá a mostrar sus mejores galas para reconfirmar que los hombres de negro han vuelto al lugar que les corresponde, entre los grandes y asumiendo su rol humilde, que no carente de ambición. El RETAbet presentará en sociedad su nuevo proyecto, una docena de jugadores que a primera vista coinciden en hambre, implicación y ganas de convertir su estancia en el botxo en un escaparate que atraiga la atención de clubes de mayor potencial. Lícito. 'Quid pro quo'. Dar y recibir. La franquicia puede mantener un gasto contenido y los amos de la pista saben que sus méritos serán especialmente amplificados en una plaza como la vizcaína.
Conviene no olvidarlo. Saber siempre dónde está el norte en la brújula del RETAbet. En una tierra en la que no hay que empujarnos para que nos vengamos arriba, la prudencia es una necesidad. Por eso, este estreno liguero como local deja al equipo de Álex Mumbrú no en una encrucijada, pero sí ante la posibilidad de dos escenarios: el más ilusionante de mantener el subidón que provocó la para muchos sorprendente victoria en La Laguna el miércoles, y la versión más oscura y, posiblemente, cercana a la realidad de que el Valencia, con su plantilla de Euroliga, le despierte bruscamente para recordarle dónde estará su sitio este curso, de acuerdo con la lógica.
Con la limitación de tiempo para la puesta al día de Ondrej Balvin, metiéndole con calzador sistemas y variantes, el equipo tratará de seguir avanzando por una marca de la que no se salió en su primera toma de contacto con la Liga Endesa. Defensa solidaria, líneas de presión muy arriba, más necesarias si cabe ante los taronja, que les superan en kilos y envergadura en buena parte de los puntos estratégicos que abarcan los cincos en pista. Dureza para cuestionar la supuesta inferioridad y velocidad y descaro cuando toque atacar, tanto corriendo la pista como apuntando y disparando, lo que no se le dio nada mal en la primera jornada.
Y que no falten los toques de diversión, esa premisa que Mumbrú trata de incluir en la composición nuclear de su propuesta. Trabajar con alegría, con la tópica sonrisa del jugón, anima a creer en lo que se hace. Y corroborar que nadie se queda atrás, acierto y puntería al margen, también tiene efecto hormigón para consolidar el espacio por el que quieren moverse los hombres de negro. Buenos apuntes registrados en Tenerife. En todos los frentes. Ante los problemas puntuales para proyectar la circulación de los bases, Rafa Martínez se ofreció como asistente y desatascador. Muy estimulante el entendimiento que mostró con Bouteille, algo que no debería extrañar porque es algo innato entre buenos jugadores, entre baloncestistas, en este caso separados por la edad y la experiencia, que demuestran saber de qué va este negocio.
Otra nota a pie de página, seguro, en las anotaciones de los asistentes de Jaume Ponsarnau, el técnico del Valencia, tendrá que ver con Jaylon Brown. Que un rookie en la ACB destaque es siempre noticiable. Más si se da el caso de que su equipo le incluyera como apuesta firme para ocupar, junto a su alter ego circunstancial Ben Lammers, una de las plazas para no comunitarios, sillas mayoritariamente ocupadas por jugadores caros, decisivos, que marcan las diferencias. Aquí Mumbrú ha querido ser diferente y cuenta con el estímulo, el ansia de mejora de su pareja de americanos que se ganaron con el pasado curso en el infierno el derecho a intentarlo, a comprobar si la Liga Endesa les va grande o su talla se ajusta a sus condiciones.
Porque no deja de ser meritorio que, reconocidas las limitaciones económicas, entre Rafa Pueyo y Álex Mumbrú se jugaran el tipo manteniendo en el roster a cinco jugadores que repiten de la LEB: Schreiner, Brown, Rigo, Cruz y Lammers. Y otro que llega de ella, como Sergio Rodríguez. Hay que tenerlos bien puestos y confiar en que son mimbres válidos para una competición en la que, como se va a ver mañana en Miribilla, las diferencias entre los inalcanzables, la planta noble y el riesgo del pelotón se disparan año a año. La prueba la propone este Valencia Basket que ya en la segunda jornada debe poner en marcha su cambio de cromos. Para recibir el jueves al Andorra, Ponsarnau prescindió de activar a Quino Colom, u a muestra viviente de lo anotado antes, de ese efecto trampolín que caracteriza Miribilla. El andorrano entrará en el roster para visitar a su exequipo, lo que llevará a uno de sus compañeros a no vestir el uniforme de juego debajo del chándal.
Y recuerden, cuando acabe el partido no se mueve nadie. Será el momento para escenificar el adiós como jugador a Javi Salgado. Seguro que más entrañable, pese a que el tamaño importe, que el no menos de agradecer que recibe hoy en San Mamés.
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