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J. F. CACHORRO
Jueves, 3 de noviembre 2022, 18:48
Durante la pretemporada, con la retirada por lesión de Andrew Goudelock y Tomeu Rigo por graves lesiones y las ausencias de algunos jugadores internacionales, parecía que el concurso del Surne Bilbao Basket en la Basketball Champions League suponía un serio inconveniente más que una plataforma ... de despegue ya iniciada la Liga Endesa. El grupo entrenaba de forma precaria, sin la presencia de elementos importantes, sobre todo a los mandos del equipo. El base sueco Ludde Hakanson estuvo con su selección y se incorporó más tarde. El otro director en pista, el serbio Nikola Radicevic, afectado por problemas físicos, se quejaba a finales de septiembre de que «no hemos tenido ni cinco entrenamientos en los que hemos estado todos».
Lejos de divisar un horizonte oscuro, el técnico Jaume Ponsarnau sostenía por aquellas fechas que Europa podía convertirse en una «oportunidad para crecer». Aunque preveían que no habría tiempo para engrasar mecanismos de juego en los partidos de la ACB y las citas continentales, algunos hombres de negro defendían que la Champions serviría para «coger ritmo» tras una pretemporada que no llegó a completarse satisfactoriamente.
El tiempo ha dado la razón al entrenador catalán y sus pupilos. Al sorprendente asalto al Joventut en Badalona le siguió el éxito contra el Betis en Miribilla, y las buenas sensaciones se consolidaron con la victoria en la cancha del Nymburk checo. Europa funcionaba así como suministrador de vitaminas mentales para un Surne que necesitaba despejar dudas y creer en sus posibilidades. La hazaña contra el Valencia en el Bilbao Arena apuntaló la confianza del cuadro vizcaíno.
Pero, a continuación, la clara derrota en Granada abofeteó a un Surne en clara progresión. Fue una herida profunda porque no hubo señales de que fuera posible conquistar la cancha andaluza. Europa acudió de nuevo al rescate de los hombres de negro al superar al Bahcesehir turco solo tres días más tarde. La segunda muesca en la Champions reconfortaba otra vez al Bilbao Basket, ya líder en solitario de su grupo continental.
Otro ciclo negativo, con las derrotas ante el Breogán y el Baskonia, se cerró el pasado miércoles al concluir el choque en casa del Igokea con una amplia sonrisa. Un enésimo escollo, las lesiones de Andersson y Radicevic, presagiaban un derrumbe en tierras bosnias, pero resurgió el espíritu colectivo de los bilbaínos para ganar y sentir muy cerca la clasificación para la próxima fase de la Champions.
Muchas veces, de las necesidades surgen oportunidades. Ante los balcánicos, Ponsarnau recurrió a los jóvenes Agustín Ubal e Ignacio Rosa, menos fogueados en lo que va de curso, para completar las rotaciones. El primero, cedido por el Barcelona, demostró su arrojo y su fuerta carácter; el segundo se salió con cinco triples consecutivos. Dos revelaciones que seguro que mejorarán al equipo. Europa volvía a reanimar las ilusiones del Surne.
Aún quedan las visitas del Igokea a Miribilla (30 de noviembre) y Nymburk (21 de diciembre) y el desplazamiento del Bilbao Basket a Turquía (12 de diciembre), que pueden ser los compromisos previos a una futura etapa en la Champions.
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